Filosofía en español 
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Juan Planella Guille

Un refugio de Balmes

Fachada de la casa El Prat de Dalt
Fachada de la casa “El Prat de Dalt”, donde se refugió Balmes en 1842 · Habitación donde Balmes escribió El Criterio, y que se conserva intacta.

En 1842. Allá, en un recodo del camino, aparece una recua; atraviesa el bosque. Voces, trompicones. Las mulas, esos animales recios, ligeros, se detienen ante una pared blanca, encalada, en el porche.

El cielo de la tarde. Un crepúsculo sereno, en un ámbito ancho de montañas; pinos, olivos, encinas, hasta perderse en la lejanía, y en las hondonadas, follaje denso y unos álamos.

En el recuesto, en la verde solana, la casa. Una vieja construcción, remozada a principios del siglo XVIII. Un torreón que atalaya el paisaje y galerías; esas galerías de arcos tan sugestivas y tan blancas en las casas del campo.

El viajero se apea. Unos muchachos, allá en un terral, se quedan extáticos mirándole. Ha atravesado el porche y ha cuchicheado brevemente con los de la casa.

Después, permanece muchos días en una pequeña estancia, en lo más apartado de la casa. En esa estancia hay una mesita y un sillón de cuero, en el fondo. Unos libros de rugoso pergamino y una ventana que da a un jardín, mitad huerto, con flores; jazmines, adelfos, claveles...

A veces, ese hombre asciende por la estrecha escalera, que da acceso a las galerías, y tiende una mirada al paisaje. Como es muy amante del campo, respira hondo, porque el aire está saturado de espliego y de tomillo.

Tiene la frente dilatada, los ojos ardentísimos. Ha escrito mucho de teología, de filosofía; ha intervenido en la política de su tiempo y fue perseguido. Ahora se halla en el refugio.

* * *

Nació Jaime Balmes en Vich, en 28 de Agosto de 1810, y murió en 1848. Su corta vida, vibrante e intensa, coincide con un período en que España se halla hondamente trastornada por las luchas entre cristinos y carlistas.

Nacido de modestísima familia, en un ambiente piadoso, sin las consabidas precocidades de colegio, mostróse, desde muy joven, inclinado a los estudios de teología y matemáticas. De Vich pasó al Real Colegio de San Carlos. Allí, bajo el régimen severo de aquella docta casa, formó su espíritu.

Desde 1833 empieza Balmes a manifestarse. Tiene veintitrés años y concurre a la provisión de la canonjía magistral de la Catedral de Vich. Entre hombres ya maduros, atiborrados de letras, se revela polemista ardiente, el que decía: «Nada conozco más grato que ejercer influjo sobre el hombre por el ascendiente de la verdad». Balmes, psicagogo. Convencer, con ese razonamiento bañado en sencillez; la hermosa sencillez de la doctrina cristiana. Balmes, henchido de sentido práctico, tiene rasgos de sublime elocuencia. En El Criterio, ese breviario del sentido común, os halláis, en el discurrir tranquilo, ante unos párrafos exaltados, llenos de pasión... De ataráxico pasa a impetuoso, cual si la duda le asaltase. ¡Quién sabe!... Acaso Balmes fue un gran inquieto.

Sigamos someramente el resto de su vida. De 1833 a 1841 publica sus Observaciones sociales, políticas y económicas sobre los bienes del clero. Funda en Madrid, El pensamiento de la nación, periódico monárquico, cuyo programa, redactado por él mismo, aparece condensado en las siguientes líneas: «Fijar los principios sobre los cuales debe establecerse en España un Gobierno, que ni desprecie lo pasado, ni desatienda lo presente, ni pierda de vista lo porvenir: un Gobierno que, sin desconocer las necesidades de la época, no se olvide de la rica herencia religiosa, social y política, que nos legaron nuestros mayores; un Gobierno firme sin obstinación, justiciero sin crueldad, grave y majestuoso sin el irritante desdén del orgullo; un Gobierno que sea como la clave de un edificio grandioso, donde encuentren salida todas las opiniones razonables y respete todos los intereses legítimos.» En este periódico propone su fórmula conciliadora: el casamiento del pretendiente, duque de Montemolín, con la reina Isabel. Perdióse aquel grito de paz.

Por esta época terminó su obra capital, El protestantismo comparado con el catolicismo, que fue editada en 1842, en París, donde Balmes paso una temporada.

En Madrid es acusado como conspirador y denunciada, como subversiva, la revista La Sociedad. Partió, más tarde, para Barcelona, una vez probada su inocencia: pero un pronunciamiento, que tuvo lugar en la ciudad condal, le obliga a refugiarse en el campo: allá, entre pinos, en una casa que es término de Caldas de Montbuy y parroquia de San Félix de Codinas –una villa larga, recostada en el monte–, escribió El Criterio. Ahora, en la pequeña estancia, hay aún la mesita y el sillón de cuero de 1842. Y unos libros de teología y unos autógrafos.

Balmes fue muy amigo de Lacordaire. Se conocieron en París. Ambos eran hijos espirituales de la Lumme teológica, ese gran libro poemático de la razón.

Murió Jaime Balmes, en Vich, en 1848.

Juan Planella Guille

San Félix de Codinas, Agosto, 1915.