Filosofía en español 
Filosofía en español


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[ Faustino de la Vallina Velarde ]

Da Filosofia, por Delfim Santos. Porto, 1939, 108 págs.

La obra del Catedrático de la Universidad de Lisboa, Delfim Santos, es hoy casi desconocida en España. El pensamiento de este joven profesor, en el que se evidencian manifiestamente las influencias de las más recientes directrices de la filosofía alemana actual, merece, sin duda, atención. Con esta nota reseñamos uno de sus más recientes ensayos en el que aparecen con nitidez bastantes rasgos de su actitud filosófica{1}.

Nos advierte el autor al principio del trabajo que: “el camino seguido no tiene nada de sistemático ni de reflexivo; pretende preferentemente considerar algunas perplejidades del pensamiento en relación con la realidad” (pág. 7). Las ultimas palabras retratan el trabajo en el que se quiere hacer problema la mismidad de la Filosofía. Se nos anuncia que el presente estudio, con otros dos que llevarán por títulos Do Homen y Da Metafísica, completará una trilogía.

En un primer momento parece como si el autor se propusiese dar a esta publicación un carácter, en cierto modo divulgativo queriendo prescindir de toda sistemática, usando además la expresión “nem de reflexivo” chocante en un estudio de carácter filosófico. Parece que se atisba nos vamos a hallar ante algo desprovisto de la debida seriedad filosófica, pero ocurre todo lo contrario: en pocas páginas, y apretadamente, se lanzan una serie de consideraciones sobre la misma esencia de la Filosofía, que vienen a patentizar el talento y la formación filosófica de su autor. Delfim Santos, en plena madurez de pensamiento, después de haber dado a la publicidad un buen número de obras, se pregunta por “que é essencialmente a Filosofia”. Las respuestas serán, en muchos casos, semejantes en algo a las que ya fueron dadas a tan acuciante pregunta hecha desde que el hombre reflexiona sobre el hecho mismo de la Filosofía, pero el engarce total de las cuestiones y la perspectiva histórica de un nuevo autor, que se hace la ya secular pregunta con seriedad y profundidad, es muy digna de tenerse en cuenta.

Estamos de acuerdo con Santos cuando afirma que la Filosofía parece que trata de captar algo que está fuera de sus posibilidades; resultado de esto son las distintas actitudes que cada pensador toma frente a la realidad que se le presenta con una profunda huella de enigmas y problemas. En el fondo del hecho de filosofar radica siempre lo problemático; pero admitiendo esto y considerando la actitud de un dogmatismo axiomático como impropia del filósofo no podemos decir tajantemente: “que la Filosofía, cuando procura soluciones, deja eo ipso de ser filosofía, y mucho más cuando se cree haberlas encontrado” (pág. 51). Pues aunque el filosofar venga caracterizado por una constante actitud inquisitiva no podemos conformarnos con una filosofía que quede reducida a pura y simple inquisición, pues el hombre, en su inquirir, aun cuando sus posibilidades cognoscitivas encuentren obstáculos más o menos insuperables, puede llegar a algo firme lejos de una postura dubitativa{2}.

Al considerar esto hay que advertir que la actitud filosófica de Delfim Santos no está, pudiésemos decir, definida de un modo completo, y el presente ensayo requiere, para su cabal interpretación, la aparición de los otros dos que se nos anuncian. Sin embargo, algunas modalidades del pensar del autor son ya bien claras y definidas: la palabra filosofía respondería, para él, tan sólo a la actitud que adopta el hombre cuando inquiere, cuando bajo la opresión de los problemas trata de buscar su solución; de este modo, dicha palabra vendría a designar para el profesor portugués tan sólo el acceso a las honduras de lo especulativo respondiendo a algo puro y estrictamente gnoseológico. Estas palabras comprueban lo dicho: “la Filosofía, como conocimiento de los primeros principios, es fundamentalmente la ciencia de las categorías o de los principios de conocimiento propios de cada sector de la realidad” (pág. 67). Sin embargo, contradiciéndose un tanto con la anterior afirmación, parece que Santos no está, según manifiesta en otra ocasión, muy conforme con una reducción de la Filosofía a pura gnoseología, así dice, hablando sobre el dicho de Platón de que la Filosofía debería ser el saber del no saber: “con este aspecto, la Filosofía dejaría de ser saber acerca de las cosas para ser saber acerca del saber; sería, simplemente, epistemología” (pág. 17). A pesar de esto, al separar, como lo hace Santos, Metafísica de Filosofía, haciendo que estos nombres respondan a conceptos distintos, nos vemos abocados a entender por el último algo puramente gnoseológico, y como tal, previo a la Metafísica. El desarrollo que a esta cuestión dé el autor, en las otras dos partes de la trilogía que nos anuncia, nos permitirá quizá pormenorizar más en la presente cuestión.

En la parte fundamental del ensayo se pregunta el profesor portugués acerca de algo que nos ayuda ciertamente a notar cómo entiende la esencia de la Filosofía; se trata de examinar el método y el objeto de la Filosofía un poco profundamente. Para el autor es éste un asunto arduo. ¿Cómo salir de esta perplejidad tantas veces experimentada?, se pregunta. La Filosofía no puede ser un saber acerca de todo, su objeto no puede ser todo, pues entonces tomaría un carácter de saber enciclopédico, pero tampoco podemos negar rotundamente que tenga objeto, dado que “la Filosofía no es una actividad descuidada que camina amando la vida, sin saber para dónde va” (pág. 15). Se trata de solucionar la cuestión de llegar a determinar el “ser esencialmente” de la Filosofía, siguiendo el método fenomenológico propugnado por Husserl, lo que se realiza, como se nos anunció al declarar la índole del trabajo de una manera asistemática. Y se llega, en conclusión, a decir estas palabras que concuerdan perfectamente con lo que decíamos antes: “Sin la investigación y sin la clara formulación de las categorías correspondientes a cada sector de la realidad no es posible el establecimiento, en bases más o menos firmes, de una teoría del conocimiento en general” (pág. 72); con la teoría del conocimiento, y dándole una gran importancia, viene a identificar Santos, como decíamos, lo que entiende por la palabra filosofía. Para la feliz marcha del filosofar es preciso, se nos dice tajantemente, una adecuación plena de los principios del conocimiento –ratio cognoscendi– a los del ser –ratio essendi–, cada esfera de la realidad tendrá como apropiados y privativos ciertos conceptos o modos de aprehensión, que son intransferibles a otras regiones o esferas. Pensando así se concluye que no es lícita ninguna concepción monista del mundo, pues aunque las distintas esferas de la realidad se compenetren en ciertos casos, sin embargo, es clara la independencia de cada una de ellas{3}.

Al estudiar la admiración como principio del filosofar, se afirma que la personalidad viene dada por la determinación de los límites que nuestro mundo tiene de común con el mundo que nos es independiente. Al tratar de conocer éste insiste Santos en que no se requiere la generalización, sino precisamente una limitación y corrección de la misma{4}.

A lo largo del trabajo, y de pasada, adopta el autor algunas posturas de crítica con respecto a maneras de concebir la Filosofía. Con claridad de criterio se opone, por ejemplo, a la concepción de las últimas corrientes del idealismo, relativa a la conciencia general extrasubjetiva, siguiendo, empero, otras formas de idealismo: el “espíritu objetivo”, de Hegel, y la doctrina de Nikolai Hartmann, de estructura semejante, sobre el “espíritu personal”, el “espíritu objetivo” y el “espíritu objetivado”.

Faustino de la Vallina

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{1} Lleva publicados el autor hasta la fecha los siguientes estudios: «Da nova Universidade», Lisboa, 1934; «Situação valorativa do positivismo», Berlín, 1938; «Heidegger e Hölderlin» (sep.), Pôrto, 1938; «El IX Congresso de Filosofía» (sep.), México, 1938; «Das regiões da realidade» (sep.), Pôrto, 1939, «Sistema e método» (sep.), Pôrto, 1940, y «Conhecimento e realidade», Lisboa, 1940.

{2} La presente cuestión requeriría un amplio desarrollo que no es del caso.

{3} Este punto lo desarrolla con amplitud en su obra: «Das regiões da realidade»

{4} Este problema es tratado con detención en el ensayo «Conhecimento e realidade», una de las más fecundas obras de Santos en la que, a la vista de soluciones dadas por M. Heidegger y N. Hartmann, se tratan admirablemente distintas cuestiones de plena actualidad adoptando, en casos, posturas que difieren de las de los pensadores alemanes citados. En este mismo ensayo se desarrolla con amplitud algo que solamente es tratado de pasada en el estudio objeto de la presente nota: la distinción entre idea y concepto, y entre explicar y conocer sobre lo que no nos detenemos dado que es ajeno a la parte central del estudio que nos ocupa y habrá de ser objeto de nota aparte.