Filosofía en español 
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Notas de la semana

[ César E. Pico ]

Los excesos eugenésicos. Una rectificación

En el nº 4 de esta revista publicamos una nota a propósito de la suspensión del curso eugenésico de Madrid por decreto del gobierno. Aplaudíamos sin reservas la actitud del Directorio, justificada en el carácter inmoral de muchísimas opiniones sostenidas en dicho curso. No se debe permitir, en efecto, que se prestigie con la autoridad de la ciencia la expresión de conceptos repugnantes, que en manera alguna se deducen de las conclusiones objetivas y experimentales estrictamente científicas. La biología, por ejemplo, podrá indicarnos los procedimientos eficaces para producir un mejoramiento de la raza humana; pero la biología –en razón de su método y objeto– no puede juzgar la licitud de tales o cuales procedimientos en determinadas circunstancias. Ello incumbe a la Moral. Un fabricante de armas de fuego podrá resolver multitud de problemas técnicos tendientes al perfeccionamiento de un revólver. Su autoridad en la materia, no le autoriza, sin embargo, a emitir una opinión acerca de la licitud de asesinar con él a los leprosos por el bonito motivo de impedir eficazmente la propagación de tan terrible enfermedad. La apología de este crimen no sería, en realidad, una consecuencia de su capacidad técnica, sino la expresión de un concepto decididamente inmoral. Y si la autoridad pública le vedase tan bárbara propaganda, no atentaría contra la experimentación científica ni contra la libertad de proseguir sus investigaciones técnicas. Reprimiría simplemente la libertad de predicar el mal. Con motivo de la eugenesia se han emitido en los últimos tiempos opiniones repugnantes que, so pretexto de perfeccionar la raza, han ofendido los derechos individuales más sagrados, insultado la santidad del matrimonio y negado los principios básicos de la ética natural. Estaba reservado a esta época de grosero materialismo proponer la perfección física de la especie como supremo criterio de licitud respecto a la conducta humana. Esto decíamos en el artículo arriba citado. Mas he aquí que al transcribir una de esas opiniones condenables, tuvimos la mala suerte de citar como ejemplo un párrafo de nuestro felizmente exhuesped, Dr. Jiménez de Asúa, aparecido en La Gaceta Literaria, de Madrid. Y decimos que tuvimos la mala suerte, porque dicha frase no era auténtica. ¿Quién tiene la culpa? Evidentemente, por un lado, La Gaceta Literaria, que tan mal interpretó el pensamiento (?) del profesor español. Mas, por otro lado, este mismo tiene la responsabilidad de los equívocos a que se presta su estilo barroco y perfumero. Gustosos hacemos esta rectificación que deja a salvo la doctrina general de nuestra nota. Pero no por eso vaya a creer el lector en la inocencia de nuestro erudito y vacío penalista. Él admite, en efecto, “sin titubeos, la licitud de los medios anticoncepcionales”. Pero más que en esos... (y otros que omitimos para no extendernos) “medios directos y agresivos”, “el hombre que premedita en más altos problemas... prende sus esperanzas en la educación sexual y en el amor libre”. Para terminar, ya que nos hemos referido al estilo, transcribimos el párrafo final de su conferencia, publicada en la Revista Médica de Barcelona (febrero de 1928).

“Cuando en un mañana –¡hasta cuándo lejano!– se hayan barrido las trabas que ahora nos ligan a convencionalismos formalistas, el mejoramiento de las razas se cumplirá automáticamente. Y no sólo en su aspecto de vigor animal, sino en sus calidades de espíritu. Tras de aquellas frentes perfectas de hombres y mujeres, puros sin ignorancias y nobles sin prejuicios, se forjará, sereno, el ideal.”

Este párrafo merece que le pongan música. Es demasiado altisonante para dicho así no más.

César E. PICO