Filosofía en español 
Filosofía en español


Discurso del Señor Presidente de la Universidad de Barcelona

5 de diciembre de 1837


España. Barcelona 5 de Diciembre.

Discurso del Sr. Presidente de la universidad.

Barceloneses: nuestros votos se han cumplido; la augusta Reina Gobernadora en su decreto de 1.º del anterior Setiembre restituye a esta ciudad, en nombre de su inocente Hija Doña Isabel II, la universidad literaria de que la privó en 1714 y 1823 el poder de un vencedor. Felipe V de Castilla, y 4.º de Aragón, la trasladó a Cervera con sentimiento de los literatos{1}; Cristina la restablece en Barcelona con satisfacción de los amantes de la ilustración española: en una guerra de sucesión la perdimos, con nuestros fueros{2}, en otra de sucesión la recobramos con nuestras libertades. Las ciencias no podían morar por más tiempo en un país donde el sol les escasea sus rayos; y la misma protectora que les abrió las puertas para salvarlas de la oscuridad{3}, las coloca en su antiguo santuario. Barceloneses: entreguémonos a un justo placer; yo confieso con ingenuidad que pocos motivos más plausibles he tenido en mi vida. Restablecer la universidad en Barcelona es un golpe fatal para el fanatismo, una nueva era para la ilustración, un beneficio incalculable para Barcelona, un triunfo para la libertad; pues esta sin el apoyo del saber es una mera sombra que atemoriza. La libertad sostenida por la ignorancia degenera en una verdadera esclavitud; y toda Constitución, por preciosa que fuese, sería una máquina delicada confiada a manos inexpertas, que desconcertando sus preciosos resortes, la harían perder su utilidad y primor. La libertad es una planta que regada con sangre se marchita, y con las aguas de la fuente de la sabiduría crece, florece, fructifica, cobra vigor y lozanía.

Aprovecho de esta feliz coyuntura para llamar la atención de tan distinguido concurso sobre lo que fue la universidad literaria en Barcelona, lo que ha sido en Cervera, lo que promete ser restaurada en esta capital.

El Rey Alonso IV de Aragón, y V de Castilla, erigió en 3 de Octubre de 1450 los Estudios generales de Barcelona en Universidad literaria{4}. Favorecida esta con privilegios de ambas jurisdicciones pontificia y regia, fue objeto predilecto de los serenísimos Reyes de Aragón, y ensalzada con sublimes preeminencias por el Sr. Rey y Emperador Carlos V{5}. Su gobierno político y económico dependía del común de la ciudad, esto es, del Consejo de ciento, cuerpo que la junta superior titulada de justicia llamó Gobierno despótico e iliterato, y la imparcialidad le recomienda como un Gobierno paternal que sabía sostener los derechos de su pueblo, pero al mismo tiempo inculcarle sus obligaciones{6}.

En el seno de la universidad de Barcelona se formaron ilustres escritores, cuyas obras impresas y esparcidas en toda la Europa son un monumento eterno de su saber: de ella salieron jurisconsultos profundos, teólogos consumados, canonistas puros, facultativos inteligentes, que apenas puede creerse que viviesen en el siglo XVII. Sus doctrinas eran sólidas porque sus profesores no eran del número de aquellos, que, a manera de los planos matemáticos, tienen mucha superficie y ninguna profundidad{7}. Si el país fue invadido, si sus privilegios fueron acometidos y amenazadas sus libertades, la universidad de Barcelona dio oradores famosos que supieron comunicar a sus conciudadanos el fuego patrio en que su corazón ardía. Admira aún la erudición con que justificó las guerras de Cataluña de 1640 un teólogo barcelonés profesor de la universidad literaria, é interesa al corazón del hombre más apático la lectura de los patrióticos discursos con que supo la universidad de Barcelona secundar el heroísmo de los catalanes entusiastas por su libertad. Este fue el origen de su desgracia: con la universidad literaria avanzaban las ideas liberales, el ultramontanismo debía ceder su posición, y el progreso de las ciencias era un obstáculo para que la alianza del absolutismo y del error ejercieran impunemente su imperio{8}. Léase el informe dado en 1816 por Don Francisco Gutiérrez de la Huerta, fiscal del Consejo de Castilla, a la exposición dirigida por el entonces capitán general de este principado el Excmo. Sr. D. Francisco Javier de Castaños.

La intriga dijo: alejemos a este cuerpo científico cuyas luces disiparían demasiado pronto las tinieblas de la ignorancia; emigre la verdad; destiérrense sus defensores, y la falacia se presentará a cara descubierta; confínese la instrucción pública en una ciudad de solo nombre, en una población escasa y miserable; en un país árido, desprovisto de agua y de comestibles, sujeto a los rigores de un clima de los más destemplados de Cataluña; abúrranse los sabios, y abandonen sus cátedras; fórmense estatutos, en los cuales reine el espíritu jesuítico{9}, dótense mezquinamente las asignaturas, levántese un suntuoso edificio{10}, y en breve las ciencias, ni halagarán la voluntad ni ganarán al entendimiento. Si para lograr este triunfo se necesita el apoyo de la ficción, simúlese que la universidad literaria de Barcelona fomentó la rebeldía, que sus cursantes, convertidos en gritadores, aumentaron la confusión, y engrosaron las filas de los que llamaban rebeldes; de este modo se dispersarán los amantes de la sabiduría, inseparable de los deseos de la libertad razonable, y el despotismo no encontrará resistencia. Estas ideas las sugirió la junta llamada de Gobierno y Justicia; el Príncipe de Iserdaes y de Tilly las sancionó, y pasaron a Cervera las facultades de filosofía, leyes, cánones y teología, cesando muchos de los profesores por ser adictos al Gobierno despótico de los comunes, esto es, constitucionales y libres{11}.

Dióse entonces un golpe fuerte al saber, que hubiera sido mortal si la Providencia, que vigila sobre la España, no hubiera suscitado hombres ilustrados, que renunciaron al interés particular para propagar la instrucción pública. Es en verdad digno de admirarse, que no obstante las privaciones y la contradicción que sufrían las ciencias progresivas, a pesar de los pocos alicientes que ofrecían la dureza del clima, la escasa dotación de las cátedras y el poco premio de los profesores, haya la universidad de Cervera producido tantos hombres célebres que honran al país que los vio nacer, y ennoblecen la cátedra que ocuparon.

El inmortal Finestres, cuyos escritos descubren a un tiempo sus vastos conocimientos y anticipadas ideas, fue imitado por un gran número de profesores; que ocupan justamente un lugar entre los literatos de nombradía. La universidad de Cervera supo difundir sus luces, por más ennegrecido que estuviese el horizonte. Los profesores de Cervera han dado a luz obras de particular mérito; han perfeccionado el estudio de las lenguas muertas, que siempre es sensible descuidar; familiarizados en el arte de enseñar con fruto, tienen por panegiristas a millares de discípulos. Yo no dejaré de elogiarlos, y tengo en particular honor el contar entre mis compañeros algunos de los más acreditados{12}. Los profesores de Cervera han presidido los Congresos nacionales, han ocupado los escaños de las Cortes, han merecido la confianza de los consejeros de la corona, han apacentado con la palabra y el ejemplo el rebaño de Jesucristo, han tenido pendiente de su mano la balanza de Astrea, y encargados de la regencia de los tribunales han acreditado que la sabiduría y la justicia guardan un estrecho enlace{13}.

Y si este árbol frondoso dio tan opimos frutos, trasplantado en una tierra árida, ¿no los producirá más abundantes en la feraz Barcelona? Esta privilegiada ciudad, abundante en colegios y establecimientos públicos, en bibliotecas escogidas, en academias y sociedades científicas, en preciosos museos, laboratorios químicos y hermosos gabinetes, rica en sesudos y elocuentes abogados, en inteligentes y prácticos facultativos, en hábiles y adelantados naturalistas, ¿no excitará aquella viva emulación sin la cual, o no se sabe, o se sabe lo que más valiera ignorar? ¿no promoverá aquella ambición de gloria característica de la juventud, que obra prodigios a competencia de un número muy crecido de compañeros, a presencia de un público sabio y conocedor, y a la vista de los laureles que coronan las sienes de tantos literatos? El decoro y la elegancia de las expresiones y modales que encuentran más ejemplos que imitar en las capitales de primer orden, ¿no darán más interés a los conceptos que se adquieren con el estudio, los cuales pierden mucho de su valor si no se anuncian con nobleza?

En las grandes capitales se desarrollan los ingenios, y se forman con más facilidad los literatos: en una ciudad industriosa las ciencias perfeccionan a las artes. Los que no ven más en las universidades que teólogos y juristas, se equivocan, o no comprenden lo que son los cuerpos literarios, formados según el espíritu de este siglo. Las ciencias naturales tienen su asiento en las academias científicas: unidas adquieren mayor fuerza, y dan una protección más segura. Con el auxilio de las ciencias la agricultura deja de ser mera rutina, el comercio es mas metódico y mejor combinado, la industria mas fija y menos expuesta, porque la alianza de las artes con las ciencias afianza la prosperidad; y esta alianza ¿en dónde es más fácil conseguirse que en la populosa e ilustrada Barcelona?

Esta verdad irresistible arrancó de la junta llamada de justicia, encargada de sustituir al gobierno provincial y municipal, estas formales palabras: “Las buenas calidades que en Barcelona se hallan no es posible que en otra parte del Principado se encuentren, pues aunque la idea las puede discurrir y pensar para que de nuevo se funden y erijan claustros de universidad, colegios de religión y otros edificios suntuosos, a mas de que la dilación en lo práctico acabará de extinguir los pocos maestros que en Cataluña han quedado, se logrará lo material suntuoso, no lo formal.”{14}

Y cuando los agentes de la dominación, los mismos que dos años antes habían aconsejado la traslación de las cátedras a Cervera, se expresaron en términos tan decisivos, ¿quién no verá en ellos el irresistible imperio de la convicción? Si el Excelentísimo ayuntamiento de esta ciudad, en su larga exposición de 22 de Febrero de 1821 no hubiera reunido las razones económico-políticas y literarias que convencen hasta la evidencia las ventajas que esta capital ofrece a la reunión numerosa de cursantes, una reseña de ellas bastaría para justificar que la universidad en Barcelona es un bien para la misma, para la provincia, para la nación entera. Así lo expresó el Cancelario y claustro de la universidad de Cervera en su informe dado a la diputación de esta provincia en 23 de Marzo de 1821. En verdad para la instrucción de un joven influye tanto el maestro, como la fama de la ciudad en que se estudia: el primero contribuye con sus luces, la segunda con sus ejemplos. Es máxima de Cicerón{15}.

Barceloneses: cúmplense precisamente hoy 301 años desde que se puso la primera piedra del grandioso edificio destinado a la universidad barcelonesa, y conocido aun por cuartel de los estudios. ¡Qué grato placer infundió en nuestros mayores aquella función religiosa y popular dispuesta por el consejo de Ciento! ¡Cuántas voces de acción de gracias al Dios de las ciencias se oyeron en la santa Iglesia catedral! ¡Cuántos himnos de alabanza se entonaron en las calles! ¡Cuántos vivas a la Majestad Real y al gobierno del pueblo!{16} Su inocente regocijo les hacía mirar como imposible la pérdida de un bien que tanto sabían apreciar. ¡Qué felices pronósticos formaban! ¡Qué gloriosos acontecimientos preveían! Amaban la libertad legal, conocían el valor de ella, y no dudaban de que la ciencia es su baluarte. Si las cosas que se pierden y vuelven a recobrarse causan mayor placer que la posesión de aquellas que nunca se habían gozado, ¿cuánto mayor debe ser nuestro júbilo al ver que el reinado de la inocencia, de la ley y de la libertad nos restituye un bien de que nos vimos privados, sin más culpa que el haber sido fieles a nuestros juramentos? Hermosa era de las ciencias, ¡cuántos sacrificios nos cuestas! ¿Pero cuándo el júbilo completo no ha sido precedido del llanto? Así como la luz del sol es más agradable después que una recia tempestad tuvo por largas horas cubierto el cielo, nuestra dicha será tanto más placentera, cuanto ha sido precedida de costosos sacrificios.

Beneméritos profesores: a todos nos anima un mismo deseo de instruir a la juventud. Mientras que la tenacidad, que quiere ennoblecerse con los nombres de filosofía, teología y jurisprudencia, pretende guarecerse en las faldas del Pirineo, nosotros, dóciles al legítimo Gobierno de Isabel II, propagaremos en esta amena capital las doctrinas dignas de la época en que vivimos. No estamos a principios del siglo XVIII, en que se mandaba que precisamente los catedráticos de filosofía fuesen uno tomista y otro suarista{17}: estos nombres nada significan entre nosotros: no conocemos más objeto que la verdad, ni más sistemas que el encontrarla por el camino más trillado: continuemos la obra que hemos empezado con tanta generosidad{18}.

Escolares: pruebas hemos recibido de que sabéis apreciar nuestros desvelos. Os pido para vuestro bien, por el de la patria, por el honor de Barcelona, y para acallar la voz de tantos rivales como ha tenido el restablecimiento de esta universidad, que continuéis con el decoro con que os habéis portado en los años anteriores. Mil doscientos cursantes han llenado las listas de estos estudios generales; la autoridad nada ha tenido que reprenderos, y yo mucho que alabaros. Tenéis un interés en desmentir los falsos temores con que suele ofrecerse como peligrosa la concurrencia de muchos cursantes: una buena moral os distinga, una religión pura os dirija, la ambición de saber guíe vuestros pasos: oíd con docilidad a vuestros profesores; formad todos un solo parecer. La patria os llamará un día a la cooperación del bien general, y si os descuidáis en la carrera, llegareis tarde o nunca al deseado fin.

Seamos agradecidos a la beneficencia de una Reina, que empezó la gloriosa carrera de su Gobierno dando una prueba nada equívoca de su amor a la enseñanza, y que protestó ante el Congreso nacional que ninguna suma le parecerá excesiva para perfeccionarla: a la Excma. dirección general de estudios, a la cual debemos este triunfo literario: a las primeras autoridades civiles de la provincia, cuyas solicitudes contribuyeron eficazmente para el logro de esta antigua pretensión; a los cuerpos municipales que no han cesado de pedir por todos los medios de ley esta reinstalación, preludio de muchos bienes: a las autoridades que os han distinguido con su asistencia; y pues la gratitud es inseparable de un corazón bien formado, imitemos las tierras fértiles que producen mucho más de lo que recibieron. (G. N.)

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{1} La junta superior de justicia y gobierno circuló en 4 de Diciembre de 1714 el edicto de 16 del anterior Noviembre, por el cual se mandaban abrir los estudios en Cervera en 7 de Enero de 1715, nombrando vicerrector al doctor D. Domingo Nuix. Quedaron en Barcelona interinamente la medicina, la filosofía y los colegios de las facultades mayores bajo la dirección del nuevo rector D. José Rius y Folguera. El último rector de la universidad de Barcelona fue el doctor D. Diego Vieta beneficiado de Santa María del Mar.

{2} He dicho guerra de sucesión, porque suele llamarse así, del mismo modo que llamo de sucesión la actual, aunque lo es también de principios. Este principado reconoció por su Rey a Felipe V, y este Monarca juró solemnemente en las Cortes los fueros, Constituciones, costumbres y privilegios de Cataluña; así es de ver en las dos representaciones de la ciudad de Barcelona y Brazo militar del Principado a la Reina y junta del Gobierno universal de la Monarquía, y en las otras dos dirigidas a la Majestad del Rey Don Felipe V en 5 de Febrero de 1701. Cataluña reclamaba la observancia de sus fueros y libertades, y se apoyaba no solo en el reconocimiento de los Reyes predecesores, y en el juramento del que entonces reinaba, sino en las cláusulas 13 y 14 del testamento de Carlos II, en las cuales se preveía que el príncipe de Anjou, antes de ser reconocido Rey y Señor, jurase hacer observar las leyes, fueros y costumbres de sus Reinos y señoríos. Léanse las exposiciones del gobierno catalán, hechas luego de haberse sabido la muerte de Carlos II. Si se examinan las verdaderas causas de las guerras de Cataluña de 1462 a 1472, las de 1640 y las que siguieron al reconocimiento de Felipe V, son verdaderamente de principios y de amor a las libertades: las autoridades tomaron parte activa en la lucha; esta no fue efecto de conmociones populares.

{3} Decreto de la abertura de las universidades del Reino.

{4} En 1314 existía en Barcelona una academia de varias enseñanzas, erigida por los Reyes de Aragón; mas en 1340 era estudio general en que se enseñaban la gramática, la filosofía, teología, jurisprudencia y medicina. El Rey Don Alfonso concedió a los antiguos Conselleres de su amada ciudad de Barcelona la facultad de formar universidad literaria (Real privilegio de 3 de Setiembre del año 1450, registrado en el * de su reinado, Privilegiorum Prothonotariae Aragonum, fol. 100.)

{5} El sumo pontífice Nicolás V la condecoró con las mismas prerrogativas e indultos que la Santa Sede había concedido a la universidad de Tolosa. Carlos V otorgó varias exenciones a los profesores en particular, a más de las muchas preeminencias que concedió al cuerpo.

{6} En todas sus ordinaciones respira una religión pura y una moral digna de ella, y son casi extremadas las providencias que solían tomar para impedir que el pueblo degenerase de sus costumbres.

Los Conselleres eran tan acérrimos en la observancia de la ley, que solían decir: las leyes deben entenderse hebraise; esto es, leerse a lo hebreo, sin puntos para que no se tergiverse el sentido.

{7} Entre los muchos haré mérito de algunos célebres escritores que fueron catedráticos de la universidad de Barcelona: Romaguera, Sala, Comas, Calderó, Cortiada, en jurisprudencia civil; Hortolá, Bastero, Xammar, Valencia, en cánones. Entre los teólogos se cuentan Guardiola, Vieta, teólogo consultor en el concilio de Trento; Coder, quien por encargo del Sínodo de Barcelona hizo la reforma del ritual de su diócesis; entre los médicos Forner y Roca; entre los retóricos Garrigó, Escobar, Calza, llamado el Doctísimo y Literatísimo. El laborioso Don Gerónimo Pujades, a quien somos deudores de las interesantes y copiosas noticias contenidas en su Crónica universal de Cataluña, fue catedrático de leyes y de cánones, en la universidad de Barcelona. Don José Finestres obtuvo una cátedra menor en aquel cuerpo literario: pasó después a desempeñar su asignatura de leyes en Cervera. Hablo de un sabio escritor versado en todos los ramos de literatura, cuya fama es europea.

{8} En la biblioteca del extinguido convento de San Agustín tuve el gusto de leer una inaugural pronunciada en 1639 por un maestro de dicho convento, profesor de la universidad, cuya erudición y fuego patrio podía competir con los mejores oradores: no hubiera creído que su estilo fuese del siglo XVII, a no habérmelo así asegurado una nota puesta de mano propia del juicioso, y sabio observador P. M. Fr. Juan Izquierdo.

El escrito Jesús, María, Joseph. Justificació en conciencia de haber pres lo Principat de Catalunya las armas, pera resistir als soldats, que de present la invadeixen, y als altras que amenasan invadirla, manifiesto lleno de literatura, publicado en 1640: y el otro Secrets publichs, pedra de toch de las intencions del enemich y llum de la veritat, que abunda en ingenio y buena lógica, se suponen hechos por un profesor de lengua griega en dicha universidad. Así lo ví en una nota continuada en el segundo de los dichos, que me manifestó el anticuario D. José Salat. Trato solamente de la erudición que reluce en ellos sin entrar en el examen de la parte política; porque considero a la república de las letras del todo independiente.

{9} Nadie ignora el influjo que ejercían entonces los jesuitas. Ellos formaron los estatutos de Cervera: basta leer algunos de sus artículos.

{10} Felipe V, en el decreto de la plantificación de la universidad de Cervera, dijo: Que quería erigir una universidad, que siendo émula de las mayores de Europa en riquezas, honores y privilegios, convidase a naturales y extranjeros a coronar su grandeza con el más autorizado concurso, y que había mandado hacer diseño y planta de un majestuoso edificio a proporción de la idea formada de la universidad. Política muy propia de los consejeros de aquel Monarca, empeñados en perpetuar la universidad en Cervera.

{11} Léase el decreto dado por el príncipe de Iserdaes en 16 de Noviembre de 1714. Para persuadirse del genuino significado de la palabra comunes, véanse las constituciones de Cataluña.

{12} Don Joaquín Rey, en sus elocuentes oraciones latinas publicadas en 1821, celebra a los literatos Finestres, Larra, Joven, Gomar, Dorca, Dou, Rialps, Moxó, Miquel, Oms, Prats, Miret y Caballería. Son también dignos de celebrarse Almerich, uno de los primeros que empezaron a declamar en Cataluña contra los peripatéticos; Gallisa, excelente bibliógrafo; Torres (Don Agustín), célebre humanista, y otros muchos que la posteridad recomienda. Es bien pública la aceptación que han tenido los escritos del Dr. Don Félix Janer, y las oraciones latinas del Dr. Don Jaime Quintana pronunciadas en los 40 años que cuenta de útil enseñanza. Es también en el día profesor de esta universidad.

{13} Don Ramón Lázaro de Dou, a cuyo mérito literario todo el mundo hace justicia, fue presidente de las Cortes en 1810: Don Joaquín Rey, Don Félix Janer, Don Agustín Torres, Diputados en el Congreso de 1820: Don Ramón Utgés, también Diputado, fue llamado a ocupar una silla en la secretaría de la Gobernación de la Península; pero prefirió su vida literaria. Don Benito de Moxó fue arzobispo de Charcas en América. Don Joaquín Rey fue oidor de esta audiencia, regente de la de Mallorca, de la de Barcelona y últimamente de la de Madrid, cual destino renunció: su nombradía nace del justo concepto que se ha formado de su literatura, juicio exacto y corazón recto. Todos los nombrados fueron profesores en Cervera.

{14} En el informe mencionado.

{15} Off., lib. 1, cap. 1.

{16} Así hablaban en 17 de Octubre de 1536 los conselleres y prohombres de la ciudad de Barcelona en el aviso mandado publicar en los parajes de costumbre: “Ara ojáts tot hom generalment que com los honorables consellers y consell de cent jurats de la present ciutat de Barcelona afectans levar lo nuvol de la odiosa ignorancia dels enteniments dels poblats e habitadors en aquella, a lahor y gloria de nostre Señor Deu y de la gloriosísima Verge María mare sua y de tots los Sancts del Paradís, hagen feta deliberació ab la cual hagen onsentit que en la rambla de dita ciutát, en lo loch ahont se pesaba la palla sie construida y edificada una casa per lo studi general, ab una capella, ahont se pugnen instruhir y adoctrinar los dits poblats y habitadors de la dita ciutat de la verdadera sciencia; per la cual lo home mortal es fet inmortal y ve a conseguir y fruir la vida y beatitud eterna; y la República es degudament ab lo timó o gobern de la doctrina no sols regida, mes encara al servey de Deu y culto divinal aumentada; e los venerables vicaris, &c.”

{17} Los profesores de jurisprudencia civil y canónica que han formado el primer curso se prestaron a desempeñar sus cátedras a invitación del Sr. gobernador civil interino Don José Melchor Prat y del Excelentísimo ayuntamiento en el año escolar de 1835 a 1836: igual mérito han contraído todos los demás profesores en el año académico de 1836 a 1837. La junta de comercio, y las academias de ciencias naturales y artes y de buenas letras de esta ciudad facilitaron varios profesores para completar las enseñanzas prevenidas en el plan provisional. La sociedad económica de amigos del País elevó también sus votos al Gobierno para la venida de la universidad.

{18} El cuerpo municipal no ha cesado de dirigir exposiciones al Gobierno de S. M. pidiendo el restablecimiento de la universidad literaria; y ha dispensado a los estudios la más decidida protección. Sus esfuerzos han hallado la mejor acogida en las primeras autoridades civiles de esta provincia y en las diputaciones provinciales. El actual señor jefe superior político ha pueste en ejecución la Real orden de 1.º de Setiembre último con el celo propio de un jefe literato.