Informe especial
Más democracia
Un “victorioso” Tierno Galván · Fraga Iribarne, ¿dónde situarlo? · Santiago Carrillo, no estaba en la lista, pero… · Ruiz-Giménez, la democracia cristiana, preferida por las mujeres · Silva Muñoz, otro demócrata cristiano · Areilza, democracia monárquica · Girón, una Falange para mayores de 35 · Blas Piñar, ningún partido.
Las elecciones presidenciales francesas, la batalla del Congreso de Estados Unidos contra el presidente Richard Nixon y la orientación del nuevo régimen portugués han reavivado aquí el interés por el fenómeno democrático y sus procesos.
La encuesta que tratamos a continuación parece revelar algo más profundo: amplios sectores del país se inclinan por el sistema democrático occidental y, dentro de él, por los grupos socialistas. Son los españoles más jóvenes y acomodados los que marcan esta tónica.
Sin embargo, una gran mayoría no sabe muy bien en qué consiste el asociacionismo.
Los sondeos de opinión valen lo que valen, e, indudablemente, pueden hacerse de ellos mangas y capirotes. Pero, a falta de una consulta popular a nivel nacional, no queda más remedio que recurrir a las encuestas para tratar de adivinar qué piensa y qué quiere la mayoría del país.
Cosas veredes, Sancho. Reñida final, y no de fútbol, la que Radio Nacional de España transmitió en directo durante horas la noche del 19 de mayo. Pelea por título, y no de boxeo. Giscard contra Mitterrand. El raro encanto de la democracia.
Aunque el juego democrático no parece encontrar mucha comprensión por estos riscos, donde incluso preclaros y respetados cerebros de la oposición tolerada han calificado al triunfante Giscard d'Estaing de “presidente de media Francia” y pretendido que los trescientos y pico mil votos de su victoria “no significan nada”, la transmisión de nuestra emisora nacional demostró algo que ya parece evidente: la democracia a la occidental interesa cada vez más en este país.
Si Radio Nacional hubiese acompañado su “especial elecciones” del mismo arsenal de moviolas, expertos y comentaristas que la Televisión Española utiliza para averiguar si hubo penalty, quizá hubiese quedado claro para los radioyentes celtíberos que esos votos “insignificantes” representan el espíritu mismo de la democracia occidental. Que los votos que dan la victoria no tienen edad. Y que Salvador Allende no vivió ni murió como “presidente de un tercio de Chile”.
De haber obrado así Radio Nacional, la comprensión del proceso habría resultado mayor y, con ella, el interés. Pero algo es algo. Las reglas del juego empiezan a ser divulgadas a nivel de masas y parece que gustan.
Nada tiene de extraño, puesto que aquí se está llegando al desarrollo y no existe ni un sólo país desarrollado en Occidente que no sea una democracia parlamentaria, con rey o sin él.
Tres opiniones
Pero, ¿se está haciendo lo necesario para iniciar el proceso sobre bases reales que respondan a las aspiraciones de los ciudadanos españoles? Voces diversas se han alzado en la prensa recientemente para dar su opinión al respecto:
“Creo que ya es tarde para hablar de asociacionismo. Pienso que han de establecerse, ajustándose a las peculiaridades nacionales, aquellas formas de pluralismo político que se desarrollan en los países más adelantados.” (José Mario Armero, presidente de Europa Press, en “El Noticiero Universal”.)
“El Estado debe ser, por lo pronto, democrático. Más que un lujo es una necesidad de los españoles…, los modos de vida y de comportamiento político van a cambiar notablemente en el país…, el mundo viene por otro lado y el cambio se producirá irremediablemente.” (Joaquín Garrigues Walker, empresario, en “Pueblo”.)
“Hay que reconocer que ésta no es una situación normal. Pudo ser natural, durante unos años, que la izquierda vencida tuviera que aceptar unas formulaciones políticas en el país conforme a la opinión de los vencedores… Pero, a lo largo de todos estos años, aunque han desaparecido muchos de los que en 1936 creían en las fórmulas socialistas, han sido reemplazados por muchos jóvenes que también creen en modernas formas del socialismo y no entienden ni aceptan la marginación de sus ideas… Si se observa el panorama político mundial, no es fácil encontrar un país de política normalizada sin una fuerza socialista integrada en el sistema, exceptuando a los Estados Unidos." (Conde de Montarco, en “ABC”.)
Tres opiniones que pueden resumirse: para llegar a ser un país desarrollado, España necesita un sistema democrático a la occidental y, por tanto, un pluralismo político que no excluya al socialismo.
Se podrá argumentar que esto es sólo el parecer de representantes de tres “élites”, intelectual, empresarial y aristocrática. Pero, curiosamente, los tres coinciden en lo esencial con lo que pudiera llamarse “sentir general” reflejado en encuestas de opinión.
Una de ellas, publicada en febrero por esta revista (“Los españoles al desnudo”, Cambio 16, número 119), demostró que una mayoría de los interrogados con opinión (el 29 por 100 del total) rechazaba la frase “Eso de la democracia no sirve para España”, mientras que sólo el 18,5 por 100 la aprobó.
Democracia a la europea
Otra, realizada ahora por la firma “Consulta”, parece indicar que los españoles no sólo admiten que la democracia “sirve” para este país, sino que la conciben a la europea.
Con las reservas propias del caso, algunas conclusiones del sondeo, realizado el 6 de mayo mediante cuestionario sometido a 1.500 personas en 91 municipios, son las siguientes:
— Una mayoría de interrogados con opinión piensa que en España deberían existir partidos políticos.
— Si los hubiera, el mayor número de votos iría a los socialistas (14 por 100), seguidos por el Movimiento (12 por 100), la Democracia Cristiana (11 por 100) y la Falange (6 por 100). Pese a no figurar en el cuestionario el Partido Comunista, un 1 por 100 de los interrogados manifestó que votaría por él.
— Una gran mayoría (62 por 100) no sabe claramente lo que es el “asociacionismo”.
— Una mayoría similar (60 por 100) parece preferir la democracia al autoritarismo.
— En lo que se refiere a la existencia de partidos y preferencias por ellos, y quizá debido a que las Leyes Fundamentales excluyen por ahora esa posibilidad, el número de “abstencionistas” (no saben o no contestan) alcanza casi la mitad (43 por 100) en el primer caso y la rebasa (53 por 100) en el segundo.
El cuestionario elaborado por “Consulta” contenía cuatro preguntas: ¿Cree usted que deberían existir partidos políticos?, ¿Cómo votaría si existieran estos grupos?, ¿Posee usted una idea clara de lo que es el asociacionismo?, ¿Está más de acuerdo con que es mejor que un hombre destacado decida por nosotros o con que es mejor que todos se interesen por la política del país? Esta última pregunta estaba dirigida a medir la inclinación hacia el autoritarismo o la democracia. En la lista de partidos correspondientes a la segunda pregunta se establecía una distinción entre “socialistas” y “social-demócratas”, matiz quizá innecesario y que puede resultar desorientador para el español medio actual.
Las respuestas a la primera pregunta exigen un examen detenido. Como grupo aislado, las más numerosas (20 por 100) son las de aquellos que desean la existencia de múltiples partidos políticos, frente a un 10 por 100 de quienes rechazan cualquier partido. Pero las fuerzas quedan divididas exactamente por mitad, con un 24 por 100 cada una, si por un lado se suman quienes desean varios o sólo dos partidos políticos, y por otro los que se inclinan por un partido único.
Un joven rico de Barcelona
El prototipo o campeón del pluripartidismo en España sería, según los datos obtenidos en la encuesta, un joven barcelonés de la clase alta o media alta.
Es Barcelona, con mucho, la que registra un mayor porcentaje (51 por 100) de partidarios de que haya múltiples grupos políticos, mientras que por edades son los más jóvenes, de dieciocho a treinta y cuatro años, los que dan mayoría (28 por 100), y por clases sociales, la alta-media alta (26 por 100).
En el otro extremo del abanico, el de los que no quieren ningún partido, los años y la clase social no parecen contar mucho, puesto que la negativa se da por igual (10 por 100) en los tres grupos respectivos. Sin embargo, las diferencias son notables por regiones y núcleos de población. Las zonas con más adversarios de la existencia de partidos resultan ser, por este orden, las regiones Sur, Levante y Cantábrica, aunque esta última da igualmente un elevado porcentaje (26 por 100) de pluripartidistas. Por ciudades, son las que tienen más de 300.000 habitantes, con exclusión de Madrid y Barcelona, las que arrojan mayor proporción de respuestas contrarias a que haya partidos.
Si los hubiera
Pero si existieran, serían los socialistas, el Movimiento y la Democracia Cristiana, por este orden, los que recibirían más votos, según este sondeo. El “triunfo” socialista se debe, sobre todo, a los hombres más jóvenes de la clase alta y media alta que viven en Barcelona, Madrid o ciudades de más de 300.000 habitantes. La Democracia Cristiana es preferida por las mujeres, que votarían por ella en primer lugar, luego por el Movimiento y después por los socialistas.
Los mayores de treinta y cinco años tienen otras preferencias: ante todo, el Movimiento, seguido por la Democracia Cristiana y los socialistas. Exactamente el contrario de la mayoría.
Por clases sociales, la alta y media alta votarían por los socialistas (28 por 100), la Democracia Cristiana (15 por 100) y el Movimiento (9 por 100). Este último sería el preferido, con un 12 por 100, por la clase media baja y trabajadora, que daría por igual un 8 por 100 a socialistas y cristiano-demócratas. Un 1 por 100 de cada clase expresó que votaría por el Partido Comunista, a pesar de no figurar en la lista. Este último porcentaje se elevó al 3 por 100 en Barcelona y al 2 por 100 en la región catalana.
En la Ciudad Condal, la “victoria” socialista sería aplastante, con el 42 por 100 de los “votos” expresados, frente al 8 por 100 para la Democracia Cristiana y el 5 por 100 para el Movimiento. En Madrid también ganarían los socialistas (20 por 100), pero seguidos del Movimiento (11 por 100).