Carteles NO
“Crear dos, tres… muchos Vietnam es la consigna”; la histórica frase del comandante Guevara ha saludado fugazmente al lector y al viandante madrileño, apareciendo en estos últimos días en las páginas de los periódicos y en las vallas publicitarias exteriores. El presidente Mao y el comandante Guevara han sido los únicos de una serie de revolucionarios cuya efigie estaba prevista para la promoción publicitaria de una colección de fascículos sobre la historia de las revoluciones. Sin embargo, una prohibición más o menos tácita ha hecho suspender la campaña, tan insólita como acorde con los signos aperturistas de los tiempos. Al parecer, y según los comentarios de cierta prensa, alguna fuerza “imperial” ha protestado por el sentido monocolor de las vallas, sin dar tiempo a la empresa publicitaria responsable a sacar a la calle las también previstas efigies de, entre otros, don Benito y don Adolfo.
La Dirección General de Cultura Popular ha salido al paso de los comentarios puntualizando que todo se debía a que los cartelones de las vallas no habían cumplido el requisito legislado por la de Prensa e Imprenta del depósito previo para autorización. Publicitarios profesionales, sin embargo, nos han dicho que, aunque es materia de la incumbencia de aquella Dirección General, en la práctica los carteles nunca se llevan a depósito y, en última instancia, dependen del Registro de Actividades Publicitarias. Al parecer, y así se ha de ver cuando estas líneas aparezcan, las efigies de los grandes revolucionarios serán sustituidas en la nueva campaña publicitaria por una pintada anunciando el título de la colección en fascículos.
Parecida suerte han sufrido los spots de la campaña televisual. El organismo censor de la publicidad en TV.E. decidió desautorizar el primer spot –imágenes de Mao, el Che e Hitler, con una sinfonía clásica y “La Marsellesa”– porque podía producir “confusionismo ideológico”, suponemos que en las tan aclaradas mentes de sus espectadores; posteriormente TV.E. decidió prohibir el anuncio del producto, fuera la que fuese la forma publicitaria adoptada. Respecto a la publicidad impresa, según nos ha declarado Silverio Cañada, director de la editorial que publica los fascículos, hubo indicaciones en el sentido de lo conveniente que resultaría cambiar la campaña, bien adoptando una completamente nueva –decisión que se ha tomado–, bien intercalando las señeras figuras de Hitler o Mussolini, para que no se diga. Por lo demás, hay que añadir que no ha habido ninguna resolución oficial, sino que todo se ha desarrollado dentro de cauces de buen entendimiento entre Ministerio y editor.
“La obra –según Silverio Cañada– está aprobada y esperamos que estos incidentes no malogren su marcha. Se trata de un compendio de las revoluciones, no sólo en el sentido de cambio social, sino todas aquellas que, aunque no hayan cambiado las estructuras, han supuesto un cambio político brusco y, a veces, violento. Por ello se incluyen un tomo de revoluciones nacionalistas y fascistas.” La editorial Cañada, residente en Gijón, edita también la “Enciclopedia Asturiana” y prepara, entre otras cosas, la “Enciclopedia Gallega”, un plan de ediciones en gallego y la traducción de “Asterix” a esta lengua y al euskera; está relacionada con la editorial Júcar, que recientemente ha comprado a Papeles de Son Armadans la colección “Azanca”.
“La 'Historia de las revoluciones' es una obra original italiana que nosotros hemos enriquecido, españolizándola y latinoamericanizándola, para el público de habla castellana. Hemos encargado a distintos autores españoles capítulos que convenía añadir o desarrollar en mayor profundidad, como las experiencias cubana y chilena. El capítulo referido a España le hemos sustituido por el que ha escrito Stanley G. Payne, con mucho mayor rigor que el italiano.”
I. F. [ Ignacio Fontes ]