Filosofía en español 
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Día de la Hispanidad

La supresión de la festividad del 12 de octubre por las actuales autoridades con el objeto de reducir el número de feriados del calendario adquiere, ante la inminente fecha de recordación del Descubrimiento, una particular connotación.

Es evidente que más allá de la necesidad de eliminar días de ocio perjudiciales para el desenvolvimiento económico nacional en circunstancias harto difíciles que requieren especial esfuerzo, existen fechas que por su significación espiritual e histórica, por su grandeza, reclaman la pausa reflexiva y la adhesión comunitaria. Y entre ellas, la mencionada, y así se consideró en la última reunión de institutos de Cultura Hispánica del país en la que se propuso, según lo informado, elevar una nota a la superioridad para reimplantar el asueto en el día mencionado, asume características imperecederas. Porque como muy bien dice Uslar Petri «todo el destino de la humanidad y las más grandes transformaciones que han conocido tienen su hora de arranque en la llegada de los españoles».

No está de más señalar el sentido colonizador, civilizados y de trasculturación y el efecto multiplicador que ejerció el conocimiento de un nuevo mundo en la Europa del siglo XVI, fruto del cual se modificaron arraigados conceptos y se abrieron las puertas de una deslumbrante realidad a lo que había sido utopía e incredulidad. Por eso se ha dicho que tal vez sea la fecha más importante de la historia universal.

Insertos en ese ámbito de naciones hermanadas por un mismo origen, una misma lengua e idéntica religión; por un pasado pletórico de hechos comunes que motivaron la hispanidad, resulta conveniente que exterioricemos nuestra adhesión a la epopeya. Que reconozcamos cuánto significó la llegada del Gran Almirante a las tierras que por esas imperfecciones de los hombres no llevan su nombre; pues ese reconocimiento a la hazañosa aventura es, a la par, un gesto de acercamiento, de solidaridad hacia los países que conforman a Iberoamérica.

Es comprensible que el gobierno adopte medidas conducentes a mejorar la productividad y acelerar el proceso de desarrollo al cual todos aspiramos, pues los Estados pobres son el caldo propicio para que las ideas extremistas se expandan con acciones directas de graves implicancias. Pero esta empresa material no debe ser obstáculo para recordar con la jerarquía que el hito merece la llegada de las históricas carabelas.

Hace pocos días el presidente de los Estados Unidos proclamó feriado el 9 de octubre con el fin de evocar la llegada del vikingo Leif Erikson a las costas norteñas, hecho aislado y sin influencia posterior alguna. Con mayor razón por lo que constituye, entre otras cosas, como «extensión ecuménica de la civilización occidental» y no como mero orden de presencia, el contacto inicial de Colón con nuestra América debe merecer el digno y general homenaje de los pueblos del continente. Un tributo que también nos corresponde.