Nuestro Tiempo
Rectificación
En el fascículo anterior de Cuadernos Americanos ha aparecido una nota del señor Carmona Nenclares titulada La “arianización” de los iberos o la prehistoria del franquismo, a propósito del reciente libro de Obermaier y García y Bellido El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad. Creemos necesario rectificar algunas de sus afirmaciones.
Ante todo esa obra no es la segunda edición de El hombre fósil, la obra capital de Obermaier (1a. ed. 1915, 2a. ed. 1925, publicada por la Junta de Ampliación de Estudios, y edición inglesa de 1924, New-Haven-Londres, por la Hispanic Society de Nueva York), sino una ampliación de una obra menor de Obermaier del título de la actual publicada en 1932 en las ediciones de la Revista de Occidente, que constituía una exposición elemental destinada al gran público y que comprendía toda la Prehistoria en contraste con El hombre fósil que abarca sólo el paleolítico. En esta segunda edición Obermaier ha puesto al día especialmente el paleolítico, revisando de manera menos completa el mesolítico y neolítico y García Bellido ha hecho una nueva redacción de las edades del bronce y del hierro, ampliando sobre todo lo referente a España.
Contra lo que afirma el autor de la nota, a pesar de haberse hecho la edición en Madrid, 1941, la obra no tiene carácter político, se mantiene dentro de una estricta objetividad científica y es de reconocer que sus autores no han tenido el mal gusto de suprimir, en la bibliografía y en el texto, la mención de las contribuciones a la Prehistoria, incluso a la de España, de los autores considerados allí como “rojos”. Por el contrario, el propio García Bellido, profesor actualmente de la Universidad de Madrid bajo el régimen falangista, se ha esforzado en ser lo más completo posible en sus citas bibliográficas y menciona repetidamente nuestras obras.
Las opiniones de Obermaier sobre el problema todavía oscuro de la aparición de la humanidad y de la formación del hombre pueden ser discutidas, lo mismo que las de todos los antropólogos que se han ocupado de este problema, pero, si se citan sus textos de modo completo, hay que reconocer que Obermaier es fuertemente transformista. El párrafo de la página 40 aludido en la 58 del número 5 de Cuadernos Americanos dice textualmente: “Nosotros somos opuestos a la teoría evolucionista en el sentido de pequeñas, casi imperceptibles, transiciones; pero somos partidarios de la teoría de las mutaciones, es decir, del sistema de cambios repentinos y decisivos, tal como la investigación biológica moderna en animales y plantas ha podido ya constatar reiteradas veces. Con la formación del Hombre (“hominación” –la mayor y más importante “mutación lograda en el dominio de lo creado– experimenta la Humanidad una separación decisiva del resto del reino animal, separación que le liberó del impulso impersonal y elemental de la Especie. La nueva evolución discurrió al principio lentamente; pero con el transcurso del tiempo tomó un ritmo cada vez más rápido y considerable, el cual podemos hoy comprobar a la vista del material de nuestros museos. Este nos habla de los tipos y culturas humanos que habían de nacer; de unos que se conservaron, de otros que murieron”.
Hemos releído los párrafos dedicados por el señor García Bellido a los iberos y no hemos sabido encontrar nada que justifique la afirmación del señor Carmona Nenclares de que el libro en cuestión “trata de adaptarse a los principios raciales del nazifascismo triunfante en la guerra civil de España, según los empresarios y vencedores del conflicto”. Por lo demás, tampoco el señor Carmona Nenclares cita nada referente a los iberos que justifique tal aserto.
En cuanto a los dos párrafos referentes a los arios o indo-germanos del señor Obermaier, en la página 187 de su obra, no creemos que permitan clasificar al autor entre los que buscan argumentos racistas pro-nazi con qué fundamentar las demandas del espacio vital del tercer Reich. Que los indo-germanos o arios existiesen hacia el año 2000 a. de J. C. como familia étnica y lingüística no implica afirmar su identificación con la raza nórdica, cuya existencia, por otra parte tampoco obliga a aceptar las conclusiones de los antropólogos nazistas. Si puede hablarse o no de germanos en el año 2000 puede ser igualmente discutido; pero no parece dudoso a la mayor parte de los investigadores modernos imparciales que en el segundo milenario existiese ya, en el grupo de la cultura nórdica de la Edad del bronce desde el sur de Escandinavia hasta el Elba, el núcleo étnico que después se llamó germano.
Tampoco implica adherirse a las conclusiones políticas nazistas afirmar la extensión de los arios, indo-germanos o indo-europeos, en oleadas sucesivas, hacia el interior de Escandinavia por el norte y hacia el sur hacia el Mediterráneo, por los sudetes y los alpes orientales hasta los Balcanes, por el este y sudeste a través de Polonia hasta Rusia y Ukrania y en dirección oeste hacia Francia y Britania (y aún podemos añadir hasta España: celtas germanos). Que sepamos nadie ha discutido que entre los griegos, los italos, los celtas, los persas y los indos hubiese elementos indo-germanos y que lo fuesen sus lenguas, desde mucho antes de existir nazis en Alemania y por mucho que nos desagraden las teorías nazis de la Landnahme, del Lebensraum, de la Herrenkaste, de la bildende Staatskraft del Germanen, o de su carácter Kulturträger, no vamos a suprimir de la historia de Europa los movimientos germánicos, los dominios suevos y visigodos de España, el dominio vándalo de África, el ostrogodo de Italia, el franco de Francia, el sajón y el normando de Inglaterra, etc., etc. La reclamación de los países dominados un tiempo por germanos y su justificación con argumentos de tipo antropológico y prehistórico corre de exclusiva cuenta de los hombres del tercer Reich y Obermaier no dice una sola palabra acerca de ello. Ni siquiera se suma a los autores, no necesariamente nazis, que buscan el origen de los arios en el centro y norte de Europa, formulando en la página 188 muchas reservas acerca de esa opinión y diciendo textualmente en la página 189: “personalmente, nosotros somos partidarios de la tesis formulada por Schrader, Nehring y Koppers, acerca de los arios orientales, según la cual la patria primitiva de los indogermanos estuvo, aproximadamente, en la extensa región del Volga, al norte del Cáucaso”, lo cual en lugar de justificar, si justificable fuera un Lebensraum mediante extensiones prehistóricas de pueblos, podría ser tomado, no a favor del dominio nazi de Europa, sino para fundamentar un dominio soviético desde España hasta la India, cosa que no creemos que se le haya ocurrido a nadie.
No encontramos en el libro de Obermaier y de García Bellido ninguna maniobra de arianización de los iberos. Que la península ibérica haya recibido su perfil étnico definitivo con la mezcla de iberos, pirenaico-vascos y pre-iberos capsienses, o como quiera llamárseles, con los invasores célticos, no lo ha dudado nadie hasta ahora.
Finalmente algunos datos biográficos de los autores del libro. El señor García Bellido que era ya profesor de Arqueología clásica de la Universidad de Madrid antes de 1936, continúa en su puesto en la actualidad e ignoramos cuál haya sido su posición durante la guerra respecto de la República española ni cuáles sean sus ideas políticas en la actualidad. El Prof. Obermaier se encontraba en Oslo en el Congreso internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas al comenzar la guerra de 1936, habiendo salido de España al terminar sus cursos en junio anterior. Durante la guerra no sabemos que estuviese en el territorio rebelde sino que permaneció en Friburgo de Suiza explicando cursos de Prehistoria en aquella universidad, en donde continúa. Que sepamos no ha hecho nunca manifestaciones de carácter político y menos de carácter nazi-falangista. Además, habiendo sido nombrado Profesor de Prehistoria de la Universidad de Berlín, vacante durante los últimos años de la República de Weimar, poco antes del advenimiento de Hitler al poder renunció a dicho puesto y continuó en su cátedra de Madrid.