Filosofía en español 
Filosofía en español


Los comunistas también se convierten
Un dirigente comunista español se convirtió en 1934

Del comunismo, del racionalismo y de todas las doctrinas ateas o falsas, los hombres vuelven a Dios

La recentísima conversión al catolicismo de mister Louis F. Budenz, director del periódico comunista norteamericano Daily Worker trae a la actualidad la consoladora historia de los grandes conversos. De vez en cuando, hombres alejados de la Iglesia, y aun perseguidores de la Religión católica, entran en el seno de ésta movidos por la gracia divina. Marchaban aparentemente victoriosos en su camino de errores, y, de repente, una luz celestial les ciega, como a San Pablo, al mismo tiempo que les ilumina su espíritu y les trae al verdadero camino.

El comunismo está considerado por la Iglesia como el más grave error de los tiempos modernos, o como uno de los más graves. Mas también de ese error tornan a la verdad algunos hombres. También los comunistas se convierten, como acaba de suceder con este hombre, Budenz, que ha dicho: «El comunismo, según comprobé viviéndolo durante muchos años, se encamina a establecer una tiranía sobre el espíritu humano, en un combate sin fin contra la Religión y la verdadera libertad. Con profunda alegría deseo anunciar que, por la gracia de Dios, retorno a la fe de mis padres, la Iglesia católica. La razón y la fe me han inspirado en este paso, que cumplo gozosamente en compañía de mi esposa y de mis tres hijas.»

Y, como Budenz, otros comunistas se han convertido.

El caso de un comunista español

Aun está en nuestra memoria la conversión de un comunista español, el secretario general del Comité central de las Juventudes comunistas de España, Enrique Matorras, sucedida el año 1934. Convertido ya, publicó en la Prensa una retracción y un llamamiento a sus antiguos correligionarios. Enrique Matorras había ingresado en el partido comunista en 1930, y rápidamente fue ascendiendo en él. «Me entregué – escribe– con todas mis fuerzas a las tareas de la organización.» Proclamada la República, ingresó en la resista Juventud roja, y luego, como redactor, en el periódico Mundo obrero. En 1932 fue nombrado secretario de las Juventudes Comunistas de España. Y no había publicación comunista donde Matorras no escribiera, ni mítines donde no «lanzara oleadas de odio», ni viaje de propaganda que no realizara.

Y, sin embargo..., no estaba satisfecho. «Mi alma joven y arrebatada –escribe– necesitaba de algo más elevado. Sentía el anhelo de defender algo noble, de luchar por un ideal excelso.» Aún así, siguió su errado camino, se amancebó y se entregó sin freno a las diversiones. Pero un día, «cada vez más obscura la noche del alma», compró la Biblia y comenzó a leer. Poco después fue rompiendo las primeras amarras. Supo que en la parroquia de Santa Isabel y Santa Teresa, de Madrid, donde había sido bautizado, seguía el mismo sacerdote que largos años atrás, le había dado la primera comunión, y a él se fue. La primera entrevista fue el principio del fin. Enrique Matorras escribe: «También mi compañera se convirtió y consintió en el matrimonio. El 11 de mayo de 1934 nos casamos, y el mismo día fue bautizada nuestra hijita, que entonces tenía trece meses.»

Como Budenz, con su esposa y sus tres hijas. Como otros más.

Una judía, acusada de comunista, que se convierte

La judía Francisca Van Leer vivió en Amsterdam, y se la ha considerado como una de las judías conversas más interesantes de Europa. Antes de convertirse anduvo también en manejos comunistas. Cuando estalló la revolución comunista en Alemania, en 9 de noviembre de 1918, estaba en Munich, y, llevada de su amor al prójimo, se hizo partidaria de los comunistas y estuvo en contacto con los cabecillas. Dominado el comunismo por la entrada en Munich de las tropas blancas, en mayo de 1919, fue detenida y juzgada. Ella creyó que la habían condenado a muerte, y pasó la más memorable noche de su vida. Mas, a la mañana siguiente, fue puesta en libertad.

Aún tardó en volver al buen camino. «Estaba dispuesta a hacerlo todo por Dios –escribía–, menos convertirme al catolicismo.» Mas al fin, tras la lectura de libros piadosos y científicos sobre nuestra Religión, Francisca Van Leer se convirtió, y escribió después varios libros y pronunció conferencias sobre su conversión y la posibilidad de las conversiones entre los judíos en España, Bélgica, Francia, Alemania, Holanda, Italia, Polonia, Austria y Palestina. Se tornó en una gran propagandista católica. De ciudad en ciudad, de nación en nación, marchó Francisca Van Leer predicando la verdad del Evangelio.

Y una legión de conversos

Un hombre y una mujer, procedentes del campo comunista, hemos visto que entraron en el camino de Dios. Como éstos, tantos otros ha habido. En España es conocido el caso de don Oscar Pérez Solís, hombre cristianísimo, verdadero apóstol de Dios y de la Patria, escritor prestigiosísimo, que pública y solemnemente abjuró de sus errores comunistas y que ha escrito sus emocionantes memorias y la historia de su conocimiento de los prohombres comunistas soviéticos.

Fuera de España, la conversión de hombres notables es constante. Fuera del campo comunista, es decir, en el racionalismo, el ateísmo o el protestantismo, la iglesia ortodoxa, el judaísmo y el sintoísmo, son numerosos y notables los casos de conversión. Chesterton, Paul Claudel, el príncipe Dmitri Galitzin, el contralmirante Yamamoto, el doctor Eduardo Schaeffer y muchos más, que constituyen legión, son casos de conversiones emocionantes al catolicismo.

En Inglaterra se hacen católicas unas doce mil personas al año; en Estados Unidos, unas cuarenta mil. Y en el mundo entero la gracia del Señor se derrama para traer las ovejas descarriadas a la Iglesia de Cristo.

Como ahora en Nueva York, como antes en España o en Holanda, como siempre aquí y allá.

R. C.