Se nos ruega publiquemos la nota siguiente:
«Un movimiento internacional actúa, con vigor creciente, en apoyo moral del pueblo de Etiopía y en protesta contra la vejación que le amenaza. España, por su papel preponderante en la creación del Derecho internacional, por su tradición liberal y jurídica, por las declaraciones condenatorias de la guerra que constan en su Constitución y por necesidad decorosa de responder a una invocación de Humanidad, no puede ser indiferente a aquella iniciativa. La presente proclama es un llamamiento a los hombres de buena voluntad.
El adelanto de los tiempos, las conquistas de la Ciencia y las terroríficas enseñanzas de la última guerra mundial parecían garantizar que en materia de política internacional se había llegado cuando menos a una conclusión indiscutible: que ningún pueblo podría entrometerse con las armas en la política interior de otros, a menos que éste la utilizase para fines agresivos o que los propios nacionales pidieran ser emancipados de una tiranía.
Con asombro e indignación contemplamos que se quiere romper ahora esta norma y agredir al país etíope sin razón alguna, pretextando que no se debe tolerar un grado de civilización inferior. Nunca sería ésta razón suficiente para una invasión violenta y atropelladora. Mucho menos puede serlo cuando el pueblo que la intenta no lo hace a nombre de la libertad, que él ha destruido y negado a todos sus ciudadanos, sino invocando una necesidad de expansión que, por lo visto, no sabe obtener sino a costa ajena.
Tal actitud es intolerable. Nadie tiene derecho a enriquecerse con daño de otro ni a destruir vidas, bienes e instituciones por el gusto de ejercer una política imperialista, arbitraria y dominadora, ni a destruir con su espada una situación de cultura, de derecho y de paz que surgió como reparación de la última guerra y con la aspiración de que no hubiese otra.
Los pueblos que presencien impasibles la ruina de Etiopía siembran la suya propia, porque con idéntico motivo con que hoy se atropella a la nación africana se atropellará mañana a cualquiera de cualquier continente. Bastará para ello que el invasor se repute más fuerte que el invadido y que los demás Estados lo presencien con egoísta indiferencia.
¡Españoles! Poner hoy vuestra fuerza moral al lado de Abisinia es defender nuestro propio porvenir, que no debe estar vinculado más que a la razón, al derecho y a la paz. Abandonar al débil e inocente es una conducta infame. Permitir silenciosos un retroceso de la civilización encarnada en Ginebra es degradarse. Dejar que una vez más, sin razón alguna, absolutamente ninguna, corra la sangre humana, se hundan la economía y la cultura, sean destruidos pueblos, quede nuevamente mancillada la Historia, es torpe, cruel y cobarde.
Invitamos a nuestros compatriotas para prestar apoyo a Etiopía y a cualesquiera pueblos que puedan, en el presente o en el porvenir, ver desconocidos sus derechos a la vida y a la libertad.
Madrid, 6 de Noviembre de 1935.
Teófilo Hernando
Antonio Machado
Fernando de los Ríos
Ángel Ossorio y Gallardo
Roberto Castrovido
Alvaro de Albornoz
Rafael de Buen
Luis Jiménez de Asúa
Federico García Lorca.»