Vida Nueva. Organo de la UGT y del Partido Socialista Obrero
Zaragoza, 21 de octubre de 1933
 
año IV, número 170
página 4

José Laín

Banderas electorales

Todo el poder al Partido Socialista

Nuevamente hemos de enfrentarnos con nuestros enemigos en una batalla electoral. Las Cortes han sido disueltas por quien legalmente tiene autoridad para ello. Nuevamente vamos a las elecciones. ¿Qué significado tiene este llamamiento a las urnas para los socialistas? Todos nuestros camaradas se habrán dado cuenta perfecta de su trascendencia. Las derechas se agrupan bajo la consigna del frente antimarxista. La casi totalidad de los grupos que intervienen en la contienda lo hacen abierta o disimuladamente en contra de los socialistas. Los partidos burgueses, ya se llamen de derechas, ya de izquierdas, nos temen y por ello se agrupan, dejando aparte sus dispares ideologías con el fin inmediato de cortar nuestra marcha revolucionaria. En el fondo, y hay una coincidencia notable en este punto, las elecciones son una batalla contra el Socialismo. Este, y no otro, es el significado de las próximas elecciones. Frente único antisocialista.

Ello demuestra la incapacidad revolucionaria de los partidos burgueses de izquierda, que no se atreven a enfrentarse ni siquiera con las reivindicaciones consignadas en sus programas. No se atreven a obrar con arreglo a su ideología, y prefieren acomodar sus hechos –sus palabras no nos interesan– hasta ponerlos en consonancia con los agrarios monarquizantes. Cuando estos partidos republicanos que se llaman de izquierda ven al Socialismo actuar con vida propia e independiente y laborar por el cumplimiento íntegro de su programa, olvidan el calificativo de izquierdistas y hasta hacen caso omiso de la sustantividad republicana. Antes que el triunfo del Socialismo, todo: es la expresión de su actitud.

Y bien. Los socialistas estamos en el deber de reaccionar con energía ante este reagrupamiento de las fuerzas burguesas. Situarnos en el terreno que la lucha se ha emplazado. A pesar de las condiciones de inferioridad en que vamos a la lucha aceptamos el reto. ¿Dan a las elecciones un carácter antisocialista? Nosotros las consideramos como una batalla contra la burguesía, contra el capitalismo. ¿Quieren ellos perpetuar el Estado burgués? ¿Quieren apuntalar su ruinoso edificio? Nosotros empuñaremos implacablemente la piqueta destructora. Asaltaremos el Estado burgués y sobre los mismos solares levantaremos el Estado Socialista. Las próximas elecciones nos encuentran a los socialistas en la misma tesitura que las del 12 de Abril de 1931. Ahora como entonces nos encontramos con un Estado dislocado. Ahora como entonces somos los encargados de acelerar el ritmo revolucionario. Con la diferencia de que en aquella ocasión se trataba solamente de ventilar una cuestión política y no la resolución de ningún problema de fondo. El de 1931 era un problema político. El de hoy es social. En 1931 hicimos la revolución política. Hoy nos enfrentamos con la revolución socialista. Entonces se trataba de conquistar un campo de batalla en condiciones de relativa igualdad para todos los combatientes. Hoy debemos utilizar la liza «democrática» para hacer entrar en la política el problema económico. Pero hoy, como entonces, nos encontramos en trance de renovación. En trance, más solemne, si cabe, de reñir una batalla que puede ser decisiva para el triunfo de nuestras ideas.

Claramente han demostrado los partidos republicanos, aquellos que se creían más izquierdistas y más avanzados que nadie, su incapacidad revolucionaria. De ellos han salido el ex-jabalí Pérez y el ex-revolucionario Botella, que han acabado sus arrestos revolucionarios ante el lerrouxismo fascistizante. No importan los programas. No importan las palabras. Los hechos son más elocuentes. Y los hechos indican esta incapacidad revolucionaria de los partidos republicanos. Frente a ellos, como frente a la reacción monárquica se levanta nuestro partido, el único de raíz revolucionaria, por ser el único que dirige la vista al problema económico. Todos los espíritus que sientan ansias de renovación y de progreso, que no quieran hacer volver sobre su ruta el cauce de la Historia deben agruparse bajo nuestras banderas en estos instantes críticos. Todos los que quieran proseguir la obra revolucionaria deben acudir a nuestro lado. Todos los proletarios atenazados por el problema económico deben buscar las soluciones que nosotros les ofrecemos…

El Partido Socialista es la encarnización del espíritu revolucionario. Es la única garantía de su continuidad. Por esto debe ser él exclusivamente, quien empuñe las riendas del Estado. Todos los trabajadores han de manifestarse unánimemente en este sentido. Todo el Poder debe ir a parar a manos del Partido Socialista.

José Laín

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José Laín Entralgo
1930-1939
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