Filosofía en español 
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De nuestro corresponsal en Berlín

Mixtura, primera etapa del fascismo

Del hotel Kaiserof al palacio del Canciller hay 50 metros escasos que Adolfo Hitler ha recorrido audazmente en brazos de Papen y de Hugenberg. Estamos lejos de las épicas marchas sobre Roma. El impulso avasallador, ante el cual todo habría de ceder, se ha convertido en una aceptación protocolaria. Nada de extraño si el ambiente no vibra. Hemos recorrido en auto todo Berlín; la bandera hitleriana sólo ondea en un 10 por 100 de cuartos, y en el Metro, en los tranvías, en la calle observamos el mismo número de personas ostentando la insignia antifascista.

Ya empiezan las reticencias sobre la aplicación del programa nacionalsocialista. La clase media, acostumbrada a soñar con el opio del “Angriff”, acaso encuentre amarga la píldora. Bien es verdad que ya runrunea el nuevo cuento: si Hitler no realiza sus promesas es porque se encuentra inmovilizado en un Gabinete heterogéneo. La lucha continua prosigue por el Poder integral, consigna que se amplificará como las frecuencias de T. S. H. Y luego queda ese sentimiento nacionalista que se debe tanto a un complejo de raza como a las consecuencias del inhábil Tratado de paz. Las masas interpretan simplistamente la causa de sus males. No aguardemos que la desilusión ejerza una influencia inmediata en las posibilidades del partido.

Los “managers” del movimiento fascista consiguen controlarle en el momento crítico, contrariamente a lo ocurrido en Italia. Grandes industriales del Rhin, terratenientes del Este, los Bancos defensores de los capitales colocados por el Extranjero en Alemania, descubren el juego, y sin misterio, después de haber obtenido con hábiles maniobras, explotando y forzando los acontecimientos, todas las garantías respecto a la conducta a seguir desde el Poder, izan al hombre lo mismo que en el teatro de marionetas se levanta al muñeco caído.

Papen, Hugenberg, Neurath, los hombres más significativos del gran capitalismo alemán, entran en el equipo, precisamente para impedir la más mínima fantasía contraria a los intereses que representan. ¿Hasta qué punto se halla Hitler en condiciones de intentar sustraerse a su control?

Se descarta por el momento una ruptura brusca de los lazos que le lían tan íntimamente a sus empresarios. Que los ansiosos se contenten de un 50 por 100 de nacionalsocialismo, amputado esencialmente en la última mitad de su nombre.

La significación ultraderechista de este Gobierno no dará lugar a pugilatos. Cuando se conoce la manera contundente de von Papen, las abjuraciones violentas de Hugenberg, resultaría tendencioso calificar a Hitler de exaltado. Como característica del nuevo Gabinete excluiremos la moderación en el terreno políticosocial.

Ya nos sirven los “hors d'euvres”. Elecciones para el 5 de marzo, suponiendo que se celebren, decididos a lograr una mayoría “caquigris”. Con arreglo a las nuevas disposiciones desaparecerán todos los pequeños partidos, y hay muy pocas esperanzas de que al comunista se le consienta presentar lista. Parlamentariamente podrán hacerse las cosas menos parlamentarias. Imprevistos de la democracia. El Centro Católico está consternado. A Roma por la absolución, amigo Kaas.

Hitler se ha permitido el refinamiento de no disolver brutalmente la Sección de la III Internacional; pero ya empiezan las operaciones estratégicas de la Policía, secundadas intensamente por las tropas de asalto racistas, consideradas desde el lunes como auxiliares del Estado. Si callan sucumben; si reaccionan se les pone fuera de la ley. Las manifestaciones de protesta organizadas por socialistas y comunistas son suspendidas sin otra explicación. Mientras los nazis paradean en plena calle. Hoy, por vez primera, hemos percibido la inquietud que precede al pánico.

Para hacer diversión, la Prensa social-llorona amenaza con graves decisiones en el caso de que vulnere la Constitución de Weimar y se atente contra las libertades que aún subsisten. ¿Qué miedo pueden inspirar gentes de las agallas de Severing, Braun, Weis y consortes? La huelga general, técnicamente, es muy difícil. Los comunistas se desgañitan en vano; pero Sindicatos reformistas y católicos conservan fuerza suficiente para acusarles de perturbadores y recomendar paciencia y serenidad a sus rebaños. División nefasta, júbilo de la reacción.

Los sucesos de aquí revisten manifiesto interés con relación a España.

En lo futuro, e inconscientemente, ningún demócrata aceptará la responsabilidad de facilitar y proteger la propaganda y organización de partidos análogos. Si Albiñana, Mussolini bufo, no representa peligro para el futuro, es una excelente táctica mantenerle entre sus congéneres de Las Jurdes. Por lo menos como ejemplo.

Tenemos la suerte de que en nuestro país no exista el morbo nacionalista, ni nos interesa reconquistar territorio alguno; y de aventuras guerreras nos han curado los Borbones. En el terreno económicosocial el pueblo desea un progreso ininterrumpido, mostrando muchas veces violentamente su impaciencia; pero no hay ningún perturbado que aspire a regresar a los tiempos míseros de la Monarquía, exclusión hecha de esos especímenes de la edad de piedra, que por bizarro capricho de la Naturaleza son excrecencia de nuestra generación.

Un poco de precaución y energía, y haremos la economía de un movimiento fascista. Al menor gesto de viril decisión los mercaderes de opio religioso que pretenden explotar con fines políticos las creencias tradicionales volverán a incrustarse en el lecho como en fecha no lejana.

Evitémosles la molestia de invocar al Todopoderoso para “recrear una nación basada en el honor, la libertad y la paz social” como se concluye el manifiesto racista de ayer.

ALVAR