Filosofía en español 
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De nuestro corresponsal en Berlín

“El Káiser… antes de seis meses”

Comienza oficialmente la Era fascista en Alemania

Al comentar la crisis de diciembre afirmábamos que la hora de Hitler había sonado ya, independientemente de toda solución transitoria. Inútil repetir los argumentos recogidos en artículos posteriores. El gran capitalismo no podía consentir en la destrucción del instrumento político creado a costa de tantos sacrificios. Schleicher, en la meta de su carrera política, se ha contentado modestamente con servir de puente al partido más fuerte de Alemania. Eminencia gris, hase mantenido dentro de la tonalidad característica de su uniforme. La Reichswehr sale incólume de la prueba; es un dato de referencia.

¿Puede oponerle alguien a lo que erróneamente se llama la experiencia Hitler? No, rotundamente.

La manifestación de esta tarde en el “Luztgarten”, frente al palacio del ex káiser, organizada bajo los auspicios de las tres flechas de la socialdemocracia, aclara toda duda. El número es lo de menos. Probablemente, unas cien mil personas. Ausencia total de dinamismo, espíritu de resignación. Músicas, discursos, cánticos, altavoces; todo sonaba a hueco. Masa de sombras que acuden al entierro de su propia expresión colectiva. Muy pocos comunistas. Comprendemos que se abstengan de participar al coro de plañideras. El desfile de los regimientos “Bandera del Reich”, con sus pífanos implorantes, asemejaba más a un rebaño de pastores que a una cohorte guerrera.

¿Qué bríos pueden sentir las gentes defraudadas? Cuando eran los dueños de la fortaleza abandonaron las llaves a la primera conminación, sin resistencia. Y se necesita valor espartano para quemar las naves, y con los bolsillos vacíos ofrecer el pecho al adversario. Sin convicción no hay lucha posible. Sólo el esfuerzo común del proletariado, sin distinción de etiqueta, podría aún paralizar la avalancha. Vana quimera. Las rivalidades sectarias no se detienen en estos momentos trágicos. ¡Inmensa responsabilidad la de algunos hombres y partidos!

El orador resumió un documento secreto donde se afirmaba el compromiso contraído por Papen, y aceptado por Hitler, de restablecer la Monarquía antes del otoño. Un “no” susurrante y disperso fue la respuesta que nosotros hubiésemos deseado, vibrante, atronadora.

“Huelga general” reclaman los comunistas en el manifiesto de anoche. Gesto heroico, pero nada más. Están lejanos los tiempos de Kapp. Hoy un partido de dos millones con técnicos a granel, un proletariado desilusionado, seis millones de parados, y en el Poder, tiene ganada la partida de avance. Por el momento, únicamente cabe resignación.

Un último rasgo de la mentalidad socialdemócrata. La tumba del “soldado desconocido” se vio concurrida como nunca; los hombres, descubiertos y recogidos, desfilaban alrededor del majestuoso zócalo de granito. Eran manifestantes que regresaban de la demostración. Respetemos ese gesto simbólico.

Milagro sería que las consecuencias de esta crisis no alcanzasen también al mismo prestigio presidencial. Se ha llegado a poner en entredicho la ecuanimidad del mariscal, que algunos supeditan a influencias filiales, a orientaciones nacidas en secretaría. No nos interesa analizar esos comentarios; lo trascendental es que aparezcan en diarios ponderados. Para nosotros, Hindenburg es lógico con sus convicciones, de las que nunca hizo misterio; mantiene la trayectoria iniciada al ser elevado a la más alta magistratura. Se equivocan quienes le prestaron intenciones que sólo podían responder a deseos interesados. De todos modos, ya hay quien recuerda la profecía del coloso con pies de arcilla. Y no ha de ser Hitler el más perjudicado con estas historias bíblicas.

Papen, mandatario de la gran industria, iza la “svástica”. Hugenberg presta sus sólidas espaldas. Los agrarios, esperan gran bien. Y el “Lentrum”, con tortuosos designios favorece la combinación. No tardaremos en ver cómo Hitler se acomoda y respeta esos múltiples “managers”, o si recobra arrestos para lanzar por la borda cuanto signifique mediatización y control.

Para empezar, la disolución del partido comunista, que con cien diputados menos se facilitará toda apariencia de legalidad parlamentaria. A su hora, la cicuta o la purga para la socialdemocracia. El “papel” Weimar, tan depreciado en la Bolsa política, ha dejado de cotizarse, sólo se vende “Tercer Imperio”.

ALVAR