(De nuestra Redacción en Madrid)
En momentos de tan acentuada evolución política y social, como los presentes, convengamos en estimar de cierto las consultas formuladas ante aquellas damas que por su labor cultural, el amor a su Patria, la fina sensibilidad pueden aportar maravillosamente elemento de gran valía para el desarrollo de los más hondos problemas.
Doña Julia Peguero es una gran figura de la enseñanza. Según ella siente la educación por un impulso afectivo hacia la Humanidad y es el mejor medio de servir a su patria.
—He dicho muchas veces que la Humanidad no será completamente libre, mientras la mujer no deje de ser sierva. Por ello –añade doña Julia Peguero– no me he explicado la sistemática oposición de los detractores de la mujer. Siempre sostuve que todo puede debatirse en el orden de las ideas, pero guardando un respeto grande de cuanto se habla.
Trabajé por esta reivindicación que obtuvo la mujer en las Cortes, porque todo aquello en que la mujer aplica su inteligencia, obtiene prontamente sabrosos frutos. La seriedad es cualidad que no debe faltar a la mujer; pero esto no quiere decir que la falte aquella sensibilidad, ese sentimentalismo, esa psicología que en el sexo femenino se exterioriza tan fácilmente.
La dama enlutada que así nos habla, ofrece la prestancia de de su linaje, viuda de Trallero, cuya memoria incrusta en sus hondos ideales.
—¿…?
—Sí, señor, de Zaragoza. Allí estuve hasta los 21 años. Sus figuras y su ambiente, formaron mi espíritu; por eso Costa influyó mucho en mi temperamento. Su obra toda, y particularmente su libro «Patria y Escuela», fue un compañero mío en donde vi resueltas muchas ideas nacidas en mí, que allá tenían forma.
Costa, cuyo corazón entregado a España, tenía su talento supeditado al amor, acaso por esa afinidad de carácter, he pensado siempre, cuando se trata de enseñar, que es mejor lo práctico a lo espectacular.
—¿…?
—Por mi parte, yo escribiría, porque esa es mi vocación. He colaborado primeramente en «El Pensamiento Femenino», después en los principales diarios y revistas, y en el «Mundo Femenino» que dirige mi gran amiga Benita Azas Manterola, órgano de la Asociación de Mujeres Españolas, que Benita Azas Manterola preside. La escritura, es simultaneada por mí con la pintura, pero las circunstancias me colocaron frente a los trabajos de la enseñanza. En este tema está mi principal labor. Y en todo momento tengo presente la idea del progreso para mi proceder, dentro de la justicia, porque sin justicia no existe progreso.
Hablamos sobre Clara Campoamor y su actuación en el Congreso de Diputados. Y doña Julia Peguero nos dice:
—La labor de Clara como diputada, es admirable, y lamento no estar en todo de acuerdo, porque es mujer de carácter, de grandes aptitudes y espero que llegue donde su talento comprensivo la tiene colocada. A un gran nivel.
Doña Julia Peguero nos muestra después su labor artística; unos paisajes entonados, de logradas perspectivas. El color y el dibujo le obedecen como la pluma, y en ellos también asoman enlazadas la fuerza y la poesía en su alegre luminosidad y en lo seguro del trazo. Un dominio completo del conjunto señala los aciertos de su obra artística.
Si el campo de acción en la mujer adquiere ahora proporciones grandes en las esferas gubernamentales, los nombres prestigiosos como el de doña Julia Peguero deben tenerse siempre en cuenta, en virtud a la modernidad de sus ideas y a la alta comprensión con que se distingue.
José M.ª Palma.