Filosofía en español 
Filosofía en español


Índice de la prensa española

La enorme fuerza social de la prensa en la vida moderna es evidente.

Si algún suceso de la técnica intelectual puede señalar la nueva situación de nuestro tiempo, es este advenimiento de la prensa (junto con el cinema) al primer plano de la vida cultural. En realidad casi se reparten entre ambos –cine y prensa– la total acción pedagógica sobre las masas. Pero la triste situación “material y política” de nuestro tiempo ha pervertido de tal forma su sentido, que las que debieran ser fuerzas culturales son hoy en manos de empresas –manos gruesas, ávidas y torpes– instrumentos degradados de opresión espiritual. Una de las tareas más esenciales de nuestra existencia ha de ser ésta: luchar contra la acción, denigrante, infame, de ciertas hojas y de ciertas plumas; atacar las tortuosas y envenenadas especies de los “maestros” y “doctores” “a precio”; despejar en suma el obscuro ambiente de la densa tinta mercenaria, con una franca y resuelta acción, crítica, polémica y creadora. A este objeto hemos acotado un trozo de nuestro espacio para cumplir en él estos propósitos.

A partir del próximo número pasaremos –en este “solar” acotado– revista a la prensa española del mes. Lo que sea digno por su significación será destacado; aquello que merezca nuestra réplica, la tendrá: a las razones intentaremos oponer razones más valiosas; en cuanto a la basura que tanto suele prodigarse en nuestras latitudes, señalaremos simplemente su presencia con el gesto mudo y expresivo de poner a salvo nuestras papilas olfativas. Queremos oponer a la fuerza monstruosa y degenerada de la prensa corruptora otra plena de fe enérgica y creadora que cumpla su noble destino cultural ayudando a realizar la justicia social, fórmula suprema de la libertad y dignidad humanas. Y como prólogo de esta obra hemos querido apuntar en este primer número un breve índice de nuestra prensa nacional.

En el fondo, como un símbolo de la abrumadora influencia y pesadumbre de la Iglesia sobre la cultura española, editan las órdenes religiosas de los Dominicos, Agustinos y Jesuitas, sendas revistas filosóficas, órganos fosilizados de sus tres versiones del Dogma. Los primeros continúan elaborando todavía La ciencia Tomista medieval. Los segundos viven encerrados en La ciudad de Dios construida por su fundador. En cuanto a los Jesuitas –modernos, hábiles, conciliadores– alientan con todo su “espíritu” en las hojas de Razón y Fe. Por lo demás en torno a estas publicaciones confesionales –cuyo radio de acción es bien escaso, dada la indigencia mental de nuestros católicos– cumplen de un modo más amplio y “popular” su misión de guardar la “fe de los mayores” y las “sanas costumbres”. Toda esa negra teoría de la prensa diaria monárquica, tradicionalista, católica (La época, El Siglo Futuro, A B C, &c.). Al margen de la ortodoxa disciplina eclesiástica se publica la joven revista Cruz y Raya (afirmación y negación) como una respuesta nacional al excesivo europeísmo de la Revista de Occidente. Pero una y otra, por ser las únicas revistas, hasta ahora, de cultura modernas, y a la altura de su misión –el gran Leviatán socialista aparece demasiado como una publicación estrictamente política– merecen por nuestra parte algo más que una simple mención calificativa. La Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset mantiene su inspiración, liberal, europea –más especialmente germana– en un alto tono filosófico y literario, y en su trabajo constante –al que nosotros, distanciados de ella profundamente, rendimos homenaje de justicia– ha llegado a ser la fuente más pura y autorizada de conocimientos y orientación de las jóvenes generaciones españolas y suramericanas. Por una y otra causa –su indiscutible categoría y su evidente influencia– tendremos que, en nuestra futura actuación, prestarle una atención especial y mantener con ella una lucha difícil, pero inexcusable. Cruz y Raya nació –como ya hemos apuntado– por reacción frente al frío occidentalismo de la revista orteguiana, que monopolizaba el ambiente intelectual. Fundada por Bergamín, trabajan en ella un grupo de jóvenes en española y católica comunidad.

A pesar del inminente peligro de fascismo en que se encuentran, hasta ahora se han mantenido en un camino, en cierto modo –un modo castizo, indígena– amplio y liberal. Partiendo nosotros también de la entrañable realidad española, anhelando apasionadamente contribuir a crear la cultura nacional de nuestro pueblo y de nuestro tiempo, estamos lejos de creer que son consubstanciales determinadas formas religiosas y políticas y la esencia española. Quede, pues, sentado aquí que reconocemos en estas dos revistas a nuestros más serios y dignos adversarios. No es posible aquí plantear en detalle nuestra posición frente a ellas. Nuestro futuro trabajo ya irá por sí precisando límites y aclarando confines. Basten aquí las indicaciones generales apuntadas.

Un recuerdo especial dedicaríamos, si pudiésemos, a aquellas publicaciones que nos precedieron en el aliento y el propósito. Están en la memoria de todos. Quede con esto afirmada nuestra estrecha solidaridad.

En cuanto a la zona estrictamente política, nosotros debemos saludar en primer término a la gran revista fundada por Luis Araquistain –que ya citamos arriba–, con la que tantas cosas nos son comunes y con quien –no obstante nuestras posibles discrepancias, tenemos nosotros que colaborar en la enorme e incitante empresa de construir el nuevo Estado español.

Hay en este terreno –político-social– un grupo de revistas españolas que, aunque desorientadas, y hasta incluso pintorescas y extravagantes, son una muestra conmovedora de la avidez de cultura y del genio insumiso de nuestro pueblo (Estudios, Revista Blanca, Tiempos Nuevos, &c.). La mayor parte de ellas se inspiran en un anacrónico anarquismo. Con ellas quisiéramos encontrar un modo eficaz de realizar todo lo que de sano y auténtico contienen.

Una singular atención habrá que tener con aquellas revistas que intentan declaradamente organizar el fascismo español. Son las revistas teóricas de Falange Española y las J. O. N. S. Es la Acción Española, aristócrata y monárquica. Son las publicaciones del vaticanismo español. Por ahora quede aquí sentada, de un modo expreso y rotundo, nuestra absoluta oposición.

Existen también en España –apartadas del mundo– una serie de revistas de arte puro, diseminadas por las provincias –tardía y anémica cosecha de La Gaceta Literaria– que son ecos apagados del movimiento de “ismos” artísticos de post-guerra, hoy periclitado en el mundo. Salvo en algún caso excepcional, nosotros pensamos dejarles en su gozo solitario y estéril.

Párrafo aparte merece la simpática revista regional La República de les Lletres, de quien, al menos, cabe esperar que no se malogre y encuentre el camino verdadero.

En fin, aunque sólo sea para mostrarla como afrentoso símbolo, señalaremos a toda esa caterva de revistas (?) de la vida española –Estampa, Crónica, Blanco y Negro, &c.–, que en su mezcla abigarrada y absurda de encuestas estólidas, reportajes truculentos e imágenes pornográficas son la justa estampa de una burguesía en descomposición.

No queda con esto agotada toda la varia fauna editorial de nuestra tierra. Pero con lo dicho queda al menos dibujado en sus rasgos principales el mapa de nuestra prensa y señalada en lo esencial nuestra posición.