La Conquista del Estado
Madrid, 21 de marzo de 1931
número 2
página 5

Informaciones de «La Conquista del Estado»
El nacionalsocialismo alemán
El partido de Hitler

 

La elecciones alemanas del 14 de septiembre de 1930 popularizaron por el mundo las fuerzas políticas que acaudilla Adolfo Hitler. Fué el suyo un triunfo tan inesperado para los que desconocían la capacidad de propaganda y agitación del bloque nacionalsocialista, que por algún tiempo constituyó el eje de todos los comentarios sobre política internacional. De doce diputados en 1928, pasó a ciento siete en las elecciones a que nos referimos.

Adolfo Hitler
Adolfo Hitler

El nacimiento del nacionalsocialismo en su forma definitiva tiene lugar en Febrero de 1920. Lo fundó Hitler con el nombre de Nationalsozialistiche Deutsche Arbeiter-Partei. Es, pues, un partido de postguerra, a base de ideales de revancha, exaltación nacionalista y propaganda antisemita.

El éxito entre las masas ha sido de tal naturaleza, que acontece el hecho inexplicable de que en una época como la actual, donde la posición económica de las gentes polariza los ideales políticos, el nacionalsocialismo tenga adeptos entre la alta burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado.

Programa del partido

Copiamos a continuación el programa inicial, al que cabe adscribir buena parte del triunfo. Naturalmente, un partido revolucionario como éste posee en alto grado desarrollada la capacidad oportunista, y no hay que esperar una fidelidad exagerada a sus artículos.

El programa, tal como se publicó en München el 24 de febrero de 1920, dice así:

«El programa del partido nacionalsocialista alemán es temporal. Reside en los jefes la facultad de trazar al partido nuevos fines, una vez que éstos sean alcanzados.

1.º Pedimos la unión de todos los alemanes, a base de una democracia del pueblo que haga posible la gran Alemania.

2.º Exigimos para Alemania los mismos derechos de que disfrutan los demás pueblos, y, por tanto, anulación de los Tratados de Versalles y San Germán.

3.º Exigimos campo y territorios (colonias) para la alimentación de nuestro pueblo y expansión del exceso de población.

4.º Sólo podrá ser ciudadano alemán el alemán nativo, racial. Sólo se considerará alemán racial al que tenga sangre alemana, sin referencia alguna confesional. Ningún judío puede, por tanto, ser de nuestra raza.

5.º Quien no sea ciudadano alemán sólo podrá vivir en Alemania a título de huésped y sometido a la ley que regule la vida de los extranjeros.

6.º El derecho a influir en la orientación y en las leyes del Estado es privativo del ciudadano. Por tanto, exigimos que cualquier empleo público, sea el que sea, del Imperio, ciudad o Municipio, esté desempeñado por ciudadanos alemanes.

7.º Exigimos que el Estado se comprometa a proporcionar trabajo y medios de subsistencia a los ciudadanos. Si no fuera posible la alimentación de toda la población debe expulsarse a los extranjeros.

8.º Debe evitarse la inmigración de no alemanes. Exigimos que los inmigrados no alemanes desde el 2 de Agosto de 1914, sean inmediatamente expulsados del país.

9.º Todos los ciudadanos deben tener los mismos derechos y obligaciones.

10. El primer deber de todo ciudadano consiste en trabajar, intelectual o físicamente. La actividad del individuo debe desenvolverse dentro de los intereses de la colectividad.

Para ello exigimos:

11. Suspensión de los ingresos que no reconozcan por origen el trabajo. No más explotación y servidumbre.

12. Teniendo en cuenta los enormes sacrificios en vidas y dinero que la guerra cuesta al pueblo, todo enriquecimiento personal debido a la guerra debe considerarse como un delito contra el pueblo.

13. Queremos la nacionalización de todos los trust.

14. Exigimos la participación en las grandes explotaciones.

15. Deseamos protección segura para la vejez.

16. Deseamos que se forme una clase media sana; que sean municipalizados inmediatamente todos los grandes consorcios y alquilados a bajos precios a los pequeños comerciantes, teniendo sobre todo en cuenta a los industriales que abastezcan al Estado y a los Municipios.

17. Exigimos una reforma del régimen agrario que se acomode a las necesidades nacionales; creación de una ley de expropiación de terrenos en beneficio de la colectividad. Anulación de la contribución territorial y la especulación de terrenos.

18. Exigimos lucha implacable contra aquellos que, por su actuación, perturben los intereses de la colectividad. Pena de muerte para los usureros y explotadores del pueblo.

19. Pedimos que se sustituya el Derecho romano por un Derecho colectivo alemán.

20. El Estado proporcionará medios a todos los alemanes capacitados de lograr una cultura superior y poder ocupar puestos directivos. Los planes de enseñanza de todos los establecimientos docentes han de acomodarse a las necesidades de la vida práctica. La idea del Estado debe explicarse en la escuela a los niños al tener uso de razón. Los niños pobres capaces y aptos para el estudio deben ser auxiliados por el Estado.

21. El Estado se ocupará de modo preferente en la sanidad pública, protegiendo a las madres y niños, favoreciendo la cultura física del pueblo por medio de leyes que hagan el deporte y la gimnasia obligatorios y ayudando de un modo decidido a las sociedades y corporaciones que fomenten el desarrollo físico de la juventud.

22. Pedimos la desaparición de las tropas asalariadas, y la formación, en su lugar, de un ejército del pueblo.

23. Exigimos sea perseguida de modo implacable por la ley la mentira política intencionada. Y para posibilitar una Prensa alemana pedimos:

a) Que todos los redactores y colaboradores de los periódicos que aparezcan en lengua alemana sean ciudadanos alemanes.

b) Los periódicos no alemanes han de estar por completo de acuerdo con el Estado. Y no podrán imprimirse en alemán.

c) Prohibición de que los no alemanes influyan económicamente o idealmente en los periódicos. La infracción debe castigarse con la suspensión del periódico y la expulsión inmediata del interesado.

Debe prohibirse toda publicación que perjudique el bienestar público. Lucha contra las tendencias artísticas o literarias que produzcan efectos desintegrales en la vida de nuestro pueblo.

24. Queremos libertad para toda clase de creencias religiosas dentro del Estado, siempre que no supongan un peligro o estén en oposición a las costumbres y moral de la raza germana.

El partido en sí es positivamente cristiano, sin puntualizar una creencia determinada. Luchará contra el espíritu materialista judío, convencido de que la salvación de nuestro pueblo llegará a base del siguiente principio: el bien comunal antes que el bien individual.

25. Para la realización de todo esto, queremos la formación de un Poder central del Estado. Autoridad del Parlamento político central sobre el resto del Estado y su organización. Formación de Cámaras corporativas y profesionales para su actuación dentro del margen que permita el Estado.

Los directores del partido prometen poner en juego todos los medios que sean precisos, incluso sus propias vidas, para llegar a la realización de los Puntos anteriormente expuestos.

München, 24 Febrero 1920.»

Hitler pronuncia un discurso
Hitler pronuncia un discurso ante 60.000 partidarios uniformados

El ejército del tercer imperio

Los nacionalsocialistas han organizado un ejército numeroso que tiene la doble finalidad de constituir unas falanges revolucionarias y ser, después del triunfo interior, el verdadero ejército del pueblo. El que hará posible un tercer imperio germano. Su organización sigue en todos los detalles al viejo ejército prusiano.

La unidad más pequeña es el grupo, de tres a dieciséis hombres. Varios grupos forman la Trupp (banda, cuadro), que corresponde a la Compañía.

Cuatro o cinco Trupp forman un Sturm, el cuerpo de asalto, que equivale al Batallón. Otros tantos Sturm forman el Estandarte, o sea el Regimiento. A cuyo frente hay un jefe auxiliado por un adjunto. Cada Estandarte tiene, naturalmente, secciones de música y sanidad. Los Estandartes de una comarcación se reúnen en un Gausturm, y éstos pueden dividirse en brigadas.

Existen cinco inspecciones del ejército, cuyo control corresponde al inspector general de los ejércitos.

Las fuerzas van rigurosamente uniformadas y las relaciones entre jefes y subordinados se atienen siempre a la disciplina militar. Además de los cuerpos normales, hay los grupos de Schutzstaffeln, que vienen a ser la élite del partido, de veintitrés a treinta y cinco años, y miden 1'70 metros como mínimo. Son los S.S. Para entrar en ellos ha de haberse estado un año en el otro ejército y tres años, por lo menos, en el Partido.

Por el modo como este gran ejército nacionalsocialista se ha formado, no parece tenga mucha eficiencia en el caso de una guerra, pero sí, en cambio, para una movilización revolucionaria. Aun así, los jefes, como se ha visto, no se determinan al Putsch sin la garantía de que el ejército oficial permanezca en neutralidad.

Actuación del partido

El partido de Hitler es, desde luego, un partido popular que moviliza grandes masas. Para ello, agita las cuestiones sociales con una intrepidez y una precisión notables. Las dificultades económicas de la postguerra, de un lado, y de otro, las ideas sentimentales de grandeza y de revancha unidas al odio racial contra los judíos, han obrado el milagro.

La campaña antijudía había sido emprendida en Alemania antes del nacionalsocialismo por Rosenberg. Este hacía sus campañas en Volkische Beobachter (El observador popular). En 1920 compraron este periódico los nacionalsocialistas, convirtiéndolo en órgano del partido, y además Hitler encontró en Rosenberg un valioso e íntimo colaborador. El arquitecto Rosenberg es el gran optimista del partido, y dispone de una fantasía demagógica eficacísima.

El nacionalsocialismo dispone relativamente de pocos periódicos. En 1930 se publicaban doce diarios, treinta y cuatro revistas semanales y un periódico ilustrado. Estas cifras son irrisorias si se comparan con los 170 diarios de que disponen los socialdemócratas. El de más circulación y autoridad es el antes citado, Volkische Beobachter.

Las fuerzas de Hitler, si tienen pocos periódicos, realizan, en cambio, una propaganda directa, de mitin, no igualada por nadie. Desde Hitler –que es un magnífico y genial orador– hasta el último nacionalsocialista, todos muestran gran preferencia por los mítines populares. Estos actos aparecen incluso como uno de los capítulos más importantes de ingresos del partido. Las entradas valen desde 0'50 hasta 2 marcos. Y en alguna ocasión, hablando Hitler, se han llegado a pagar hasta 10 marcos.

La actuación de los nacionalsocialistas es revolucionaria. Tienden a una estructura del Estado radicalmente distinta de la actual. Mejor dicho, a la edificación del Estado alemán. Bien es cierto que en los últimos meses los jefes afirman una actuación legal, y sobre esto deben tenerse en cuenta unas frases del doctor Goebbels, escritas en Dar Angriff el 18 de Febrero de 1929: «Un revolucionario debe hacerlo todo... Empero, tendrá sumo cuidado en que al desencadenar pasiones volcánicas, despertar cóleras, poner en marcha masas de hombres, organizar odios y desesperaciones, lo efectúe con frío cálculo, un poco, por decirlo así, con medios legales; proponerse esto es lo que distingue al auténtico revolucionario del falso.»

Hitler ante las banderas de sus milicias
Hitler ante las banderas de sus milicias

Normas para la estructura del Estado

Las líneas generales del hitlerianismo para la elaboración del Estado siguen la actual tendencia postliberal. Tienden a la eficacia, y reclaman la desaparición de las instituciones fracasadas. La organización interna del partido y el tono de las arengas indican clarísimamente una preferencia por el régimen de dictadura. En las propagandas de Hitler hay un notorio afán por exaltar las decisiones de la personalidad responsable. Frente a las decisiones de las mayorías, la decisión personal de un hombre. Del Dictador.

Forma de gobierno. Son totalmente indiferentes a la forma republicana o monárquica, aunque el hecho de actuar frente al régimen actual y la necesidad de combatirlo les haya hecho parecer antirrepublicanos algún tiempo. En aquellos de su contacto con Huggenberg.

A este efecto, dice Hitler: «La mejor forma del Estado será aquella que de modo más seguro dé significación rectora a la cabeza más sobresaliente de la comunidad.»

Y dice también Goebbels: «El Estado será nuestro Estado, y lo configuraremos según nuestros principios.»

El nacionalsocialismo tiende a la supresión del Parlamento político. En su lugar, la creación de un organismo –Standeparlaments–, con finalidad exclusivamente económica. Una asamblea corporativa o de profesiones.

Además, un Senado compuesto de 200 personalidades –la élite del pueblo– vitalicias para auxiliar al Dictador.

En cuanto al carácter federativo o unitario del Estado, debe tenerse en cuenta el punto 25 del programa. Ahora bien: no ha de olvidarse que el nacionalsocialismo tiende a la integración del imperio germano. A constituir por vía natural la Gran Alemania. Para lo cual se desea y se pide la completa libertad de los pueblos.

Programa social y económico

Es uno de los sectores más confusos del nacionalsocialismo. Ha influido, desde luego, su actitud en el desarrollo de la crisis económica alemana de postguerra. Desde la inflación hasta los compromisos internacionales últimos; por ejemplo, el plan Young. En su programa económico hay una mezcla de influencias marxistas y de oportunismo sentimental. Todo ello indudablemente bien trabado en unidad orgánica, pues los nacionalsocialistas saben muy bien lo que quieren y cómo lo quieren.

Hay, en primer lugar, una preocupación contra el capital financiero internacional, que contrarrestan valiéndose de su nacionalismo económico. Aquí debemos hablar del Zinsknechtschaft, gran concepto del economista Feder, voz especializada del nacionalsocialismo. Feder da a ese concepto el de ser la clave de una situación económica de un pueblo que está libre del influjo nefasto de la alta banca judía.

Para ello, se recluyen en la economía del Estado, confiriéndole la posibilidad que niegan a las economías privadas: Geld machen. Hacer dinero.

En cuanto al problema agrario, van a la expropiación de las tierras, buscando la máxima eficiencia en la explotación.

Los hombres del nacionalsocialismo

En primer lugar, Hitler. Es su artífice innegable. Su energía y sus propagandas han dado al partido eficacia y cohesión. Nació en 1889, y tiene, por tanto, cuarenta y un años. Está, pues, en su plenitud física y tiene la adhesión ciega de sus partidarios. Es de padre austríaco y madre checa. Intervino en la guerra europea en los ejércitos alemanes y posee amplia capacidad de organizador. Es un orador sobresaliente y preciso que triunfa ante el pueblo de un modo rotundo. Si estuviese en el Reichstag, no cabe presumir hasta dónde llegaría la eficacia de sus intervenciones.

Otro hombre del nacionalsocialismo es Goebbels, el Doctor. Jefe del grupo parlamentario en el Reichstag. Goebbels organizó triunfalmente en Berlín el nacionalsocialismo. Es hombre de increíble juventud, treinta años, de oratoria simpática, que lleva a las campañas agitadoras su perfil preciso de doctor joven en humanidades. Contaba diez y siete años al terminar la guerra, y estaba ya movilizado, sin que tuviera luego que ir al frente. En 1926 fundó en Berlín el primer Comité del partido con 400 miembros. Hombre frío y sistemático, pueden suponérsele ambiciones hondas. Ya se habla de posibles –creemos que imposibles– rivalidades con Hitler.

Por fin, se habla y no se termina de los orígenes financieros del nacionalsocialismo. Preferimos no hablar de esto, aunque lo hagamos en otra ocasión, pues los datos y las cifras circulan.

R.L.R.

<<< >>>

filosofia.org Proyecto filosofía en español
© 2000 filosofia.org
Ramiro Ledesma Ramos
La Conquista del Estado
1930-1939
Hemeroteca