Rafael Burgos
Hispanidad es misión
¿Por qué sale a la luz pública HISPANIDAD? HISPANIDAD es un anhelo, un afán, un empeño de mejor vida. HISPANIDAD sale en los momentos más difíciles. Sin embargo, son los más llenos de profecías. Desde Rubén Darío, el primer vate de la Hispanidad, hasta Ramiro de Maeztu, su Defensor, nuestros mejores pensadores han vaticinado sobre ella. «Luz de lo alto», la ha llamado el mismo Maeztu. Y no es otra cosa. En estos tiempos de zozobra, todas las esperanzas están fijas en él. España vivirá con su aliento de vida eterna. España renacerá a la vida que le pertenece, que es suya. España podrá continuar su misión porque HISPANIDAD es el ideal de mañana. Y urge preparar a las juventudes para que se compenetren con él. Mañana o pasado mañana, cuando el español vuelva sobre sí, encontrará en la HISPANIDAD el símbolo de todas sus creencias, el eslabón de un pasado glorioso y un porvenir digno de su Historia. En él están todas las fuerzas capaces de hacernos despertar de nuestras somnolencias. Todas las fuerzas y las únicas. HISPANIDAD es misión, es servicio, no conquista. España es un país de misión. España salvó al mundo en sus momentos más difíciles. El pensamiento le debe sus mejores conceptos, el arte sus obras más valiosas; el cuerpo jurídico sus leyes más sabias y humanas, la fraternidad y hermandad, su definidora. Cuando España, postergada, dejó de ser un pueblo en misión, la humanidad se volvió hacia el europeísmo. España tiene que continuar esa misión. Tiene de nuevo que salvar al mundo.
La Hispanidad no es nacionalismo, es universalidad. No limita por fronteras, extiende su espíritu a través de todas. No pretende avasallar al mundo, trata solamente de salvarlo.
Se inicia ya la reconquista, pero la mies es mucha y pocos los operarios. Los caballeros de la Hispanidad están ya empeñados en la lucha; pero queda aún mucho por hacer. No es labor para un día. Pero el que siembra recoge y quizá el ciento por uno. Hay, pues, que aportar el esfuerzo de cada uno para abreviar esos días. Porque, o nos acogemos a la Hispanidad o, desertores, pactamos con la Antipatria, o nos dejamos gobernar por ella. No hay tercero. Porque todos los caminos están andados, todas las teorías estudiadas, probados todos los intentos. Sólo en la Hispanidad y por la Hispanidad seremos salvos. Ya lo ha dicho Tomás Borras con su fina pluma: «Hace años que vamos a ciegas en busca de un ideal alto, porque España no se mueve más que por altos ideales de reconquista, misión, reconquista, contrarreforma, colonización... La Hispanidad es ideal altísimo. Es el ideal de pasado mañana. Los selectos lo servirán cuando toque sus sienes con los dedos de fuego. Una teoría que empieza por afrontar y combatir la negación radical de los valores del espíritu, que hoy es la moda, origina una cruzada. Y en España, por circunstancias de un régimen semisocialista, origina la contrarrevolución. La Hispanidad es barricada para nosotros, de momento, pero es el enlace con el pasado y su gloria, la atmósfera que nos envolverá y respiraremos, por encima de la tierra y de los hábitos: el modo de ser de los hispanos, no es el modo de estar. En potencia, es obra poética, de esa poesía que empapa a los pueblos y les da ímpetu para marchar contentos por el hacer y el sacrificarse. En los años de penitencia nos preguntábamos con angustia: ¿Qué es España? ¿Qué puede hacer ya España? De la reflexión, de la polémica, de los tanteos, errores, éxtasis, investigaciones y negaciones negras ha salido esta respuesta veraz y fecunda, magnífica: la Hispanidad.
A ella debemos tornar si queremos nuestra salvación, si, por un resto de legítimo egoísmo, no queremos perecer. Y en nuestras manos está nuestro destino. No encontraremos mañana más de lo que guardemos hoy, ni recogeremos otro fruto que el que sembremos en esta hora.