Luis Dellepiane, Conducta argentina ante la crisis de Europa [1 - 2]
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Conferencia dada en F.O.R.J.A. el 4 de Mayo de 1939
La Guerra es Inminente
Las llamadas potencias totalitarias, imperialismos insatisfechos, disputan a las llamadas grandes potencias democráticas, imperialismos realizados, la hegemonía que éstas detentan.
NO SON IDEOLOGÍAS LAS QUE SE APRESTAN
La lucha es por el dominio material del mundo. Una vez más, media docena de Estados pretenden decidir los destinos del mundo entero.
Lo mismo que durante la guerra de 1914,
SE QUIERE MEZCLARNOS EN LA CONTIENDA;
pero entonces el genio americano de Hipólito Yrigoyen frustró la maniobra.
La excitación continental promovida por las fuerzas que se titulan defensoras del derecho, de la libertad y de la soberanía de los pueblos, persigue la desvirtuación de nuestro espíritu, el sacrificio de nuestra sangre y el usufructo de nuestras riquezas materiales,
EN FAVOR DE NUESTROS PROPIOS OPRESORES.
Mas, la conciencia de la NACIONALIDAD está en marcha. Llega la hora de la emancipación, de la restauración de lo argentino.
Contra nuestros seculares dominadores y contra todos los que aspiren a sustituirlos, F.O.R.J.A. concita las voluntades del pueblo, señalando el camino de la Patria y el deber de la hora.
(Texto del volante de F.O.R.J.A., con que se anunció la conferencia del Dr. Luis Dellepiane, pronunciada el 4 de mayo de 1939.)
Nota de la redacción
El 31 de marzo de 1937, en un acto de F.O.R.J.A., realizado en el teatro Augusteo, el doctor Dellepiane analizó el stalinismo, el fascismo y el nazismo, considerándolos como desviaciones marxistas.
Fue atacado por los sectores reaccionarios y comunizantes del país, ya que los primeros auspiciaban en ese entonces al nazi-fascismo y los segundos ridiculizaban todo comentario que comprendiera a la Rusia soviética entre los países imperiales de Europa, con un destino histórico y geográfico que la revolución no había podido superar.
El vaticinio de las posibilidades de una alianza nazi-soviética, se hizo expresamente en el primero de los discursos, que hoy se publican, donde no es de extrañar se denuncie también, el apoyo prestado en ese entonces por los Soviets a la pseudodemocracia capitalista, con la consigna antifascista de cuño netamente soviético.
Hoy, que ya nadie cree que la guerra europea represente una lucha por ideologías, conviene poner en evidencia, el vigor con que F.O.R.J.A. ha resistido las influencias perturbadoras de los aspectos revolucionarios exóticos y las tácticas maquiavélicas de los frentes populares y antifascistas, desvirtuadores de la Revolución Emancipadora Americana. Nuestra fe inalterable en el destino revolucionario de la Unión Cívica Radical argentina, ha sido abono de nuestra sagacidad y muralla infranqueable para los confusionismos antiamericanos.
Amigos:
Estas líneas han sido escritas sobre el tambor. Vaya esta declaración como advertencia, tanto a los que no están con nosotros, como a los que, formando parte de la militancia o de la simpatía, creen que nuestra lucha es sólo la contemplación crítica del esfuerzo de unos pocos ante la indiferencia de la mayoría.
Un vasto y penetrante tema nos envuelve en una malla tan impalpable como eficaz: nuestra conducta en la crisis de Europa y del mundo. Así ha sido calificada la convocación: nuestra conducta.
Para un radical argentino y americano, no existe otra posibilidad de acción que la fundada en la síntesis depurada de las actividades del hombre con capacidad de realizar trabajos en beneficio de la colectividad. Esta posibilidad de acción se llama conducta. Es la esencia sustantiva del hombre: su base moral. Y nuestro destino y el de nuestra lucha dependen del concepto con que, en nombre de América, rectifico a Maquiavelo: para que los fines a alcanzar puedan ser propuestos como una revolución ante un estado de cosas imperante, es menester que los medios sean morales. Argentina y América no son campo propicio para la “estrategia” y la “táctica”. En un instante en que los hombres yacen seducidos por la corrupción, no debe ni puede ofrecérseles escapatorias; cuando la “estrategia” y la “táctica” aparecen, ya se inicia la claudicación de la conducta; y con el pretexto de que los medios justifican los fines, se termina por confundir los fines con los medios, quedando sólo subsistente el aspecto inmoral, como consecuencia de la acción frustrada. Este es el saldo de las revoluciones fracasadas, triste resultado en el que se consumen los más nobles propósitos, que descorazona a los pueblos, dándoles la sensación de que son incapaces para las grandes reformas. Los pueblos, fatigados por la crisis revolucionaria, aceptan cualquier salida en un lastimoso complejo de inferioridad.
La crisis del mundo, en su máxima incidencia europea, nos plantea a los argentinos y americanos un dilema de hierro: O América se considera colonia de Europa y procede como tal siguiendo las alternativas de sus distintas parcialidades, o se dispone, como entidad original, a luchar por una cultura y una justicia características.
Creo necesario insistir en que, para nosotros, América comienza en la frontera norte de México. Denunciamos la designación intencionada de América, comprendiendo solo a los Estados Unidos de Norte América, como una táctica del imperialismo frente a la conducta de nuestra América. ¡Nuestra América! ¡Infinita perspectiva de acasos, fecundada con la sangre autóctona de generaciones abolidas, madre expectante y anhelosa de hijos que arraiguen en la comprensión de su inmortal destino!
El drama del hombre europeo
Y no creáis que propongamos indiferencia para el drama del hombre europeo. El hombre europeo, aislado en su drama, es digno de nuestra comprensión. El hombre europeo de sensibilidad artística, vinculado a la cultura europea, cuyo sustento espiritual es una piedra sillar, una catedral gótica o la novena sinfonía, es un pobre ser humano como nosotros, sin tregua ni reposo en la fatiga de estos días. ¡Y el hombre europeo del pueblo!… Tuve estos días, contemplando el mapa de Europa, una visión: las fronteras de sus estados no eran las tenues líneas del mapa. ¡No! Estaban formadas por los pechos de millones de jóvenes de Europa; de muchachos, que catan canciones populares de Europa, sustraídos a su futuro, al amor filial, al amor fraternal, al amor de la mujer y a la amistad.
Pero el hombre europeo no es sólo un pobre hombre aislado en su drama; ha sido atado al carro de Europa asoladora de pueblos oprimidos. Forma parte de Europa opresora. Y en la crisis de Europa, por una fatalidad que Europa ha elaborado, actúa como una parcialidad y nos hace proposiciones a nosotros americanos, esclavizados a Europa.
Dice el francés: “Soy el hijo de la ‘cara Lutecia’, que dio a la cultura la expresión inteligible y armoniosa de lo abstracto inabordable para la forma soy el jacobino de la ‘Gran Revolución’, y nadie en el mundo puede escuchar mi Marsellesa sin que ideales de justicia colmen su ser”… Y la Marsellesa resuena ahora en las fronteras de Francia, como una canción de emboscada para el alemán y el italiano. Ya no es el himno que cantaron los pueblos oprimidos de Europa… El francés, aislado en su drama, no pudo imponer su norma. Triste partícula de la actual República Francesa, dominada por la voracidad de unas cuantas familias, fue impotente para defender los ideales de Justicia, y Libertad, desencadenando la revolución salvadora de Francia y de Europa, y se dispone a dar la vida por lo que se ha convenido en llamar “República e Imperio Francés”.
Nos dice el alemán: “Mi pueblo es de místicos, de filósofos, de sabios y de músicos”. Pero de inmediato, la “Alemania sobre todo” de Guillermo II, resurge en la revolución nazista como equívoco arianismo opresor.
El final del siglo pasado y los principios del presente, encontraron al hombre alemán vinculado y aherrojado a los planes del que se llamó a sí mismo “el mejor Estado Mayor militar del mundo”. Ahora, el hombre alemán jadea en la crisis de Europa; no puede respirar dentro de las fronteras que la crisis de Europa impuso a Alemania; el pulmón del hombre alemán se distiende dolorosamente en ansias de “espacio vital”, y no respirará con ritmo alemán adecuado hasta que ese espacio abarque el mundo.
Clama el italiano: “¿Sabes, pobre aborigen de América, lo que significa el Renacimiento? Tú que luchas por la Libertad y la Justicia aprende a hacerlo estudiando la vida de los mártires de las guerras civiles de Italia. ¡Mis hijos labran tus tierras, hombre de América!” Pero, los sucesores del italiano humanista y del italiano de las guerras civiles de la independencia, o son impotentes o no existen. El pueblo italiano está sentado en una platea de ópera italiana. Un perfecto director de ópera italiana rige la batuta y lo mantiene embelesado. El director trabajó desde Munich hasta el pasado abril, en una partitura de efectos gigantescos y cuando el público esperaba que se le representara el “Mediterráneo” con Djibuti, Túnez, Córcega, Saboya y Niza, el director salió del paso estrenando “Albania”.
Inglaterra es la nación ejemplar para los admiradores de la titulada democracia capitalista
Y ahora Inglaterra… Dejemos por el momento a un lado toda consideración beligerante, consecuencia de nuestra convicción de que Argentina es una colonia, sin bandera, de Gran Bretaña. Quiero, en este instante, recordando mi infancia, evocar mis primeras lecturas y las de tantos niños americanos. Es muy raro que el niño predispuesto a los libros, no escoja, en sus pueriles ansiedades, narraciones de piratas. Y el primer contacto del niño americano con Inglaterra se realiza a través de sus piratas. ¡Oh gran Drake, de mis ensueños infantiles como te desmereciste a mis ojos cuando arriaste tu negra bandera de corsario para transformarte en Almirante de Isabel de Inglaterra!… Pero, amigos míos, vamos creciendo y los piratas de nuestra infancia se esfuman en una neblina borrosa de recuerdos, que la experiencia dice, se hace diáfana a la vejez. El niño americano, que se extasiaba con las correrías de los piratas, es ya hombre maduro, alejado todavía de la recuperación maravillosa de los primeros años y acuciado por deberes y trabajos perentorios. Ya se ha convencido de todo lo que debe Inglaterra a sus piratas, que ahora no recorren los mares, arriesgando la vida en épicos combates, sino que se enclaustran en el anonimato del “Intelligence Service”, el cual sólo dejó escapas por una hendidura intencionada, con astutos fines proselitistas, un nombre misterioso que dominó al mundo árabe de la pasada guerra: Lawrence.
Inglaterra es la nación ejemplar para los admiradores de la titulada democracia capitalista, y el hombre inglés, con su “home”, sus maneras y su ropa, el ideal hacia el cual peregrinan los pseudo aristócratas de estas tierras.
Por otra parte, siempre se confunden los esfuerzos del pueblo inglés y sus luchas por la libertad individual dentro de las fronteras de Inglaterra, con el que es necesario calificar como “hombre medio” inglés, que lo domina. ¡El “hombre medio” inglés! No estuvo con Pitt el Joven, ni con Canning, ni con Benjamín Disraeli, hasta que cada uno de ellos remachó un eslabón en la cadena imperial de Inglaterra. Ni estuvo totalmente con el Imperio, hasta que lo contempló perfectamente delineado en el mapa del mundo. Aunque no las realice, le placen las hazañas de los inimitables aventureros ingleses; y actualmente es el principal apoyo de Neville Chamberlain, que seguirá gobernando a Inglaterra mientras el “hombre medio” inglés le otorgue su confianza.
Desde un punto de vista que no es precisamente el de la solidaridad humana, la vida del “hombre medio” inglés sería perfecta si no estuviera construida sobre un basamento de hipocresía. Los más grandes espíritus de Inglaterra fueron víctimas de la hipocresía inglesa, y sin alejarnos en el tiempo, ni buscar comentaristas extraños a Inglaterra, ahí está Bernard Shaw restallando continuamente su látigo implacable.
Para el “hombre medio” inglés, es un ultraje al derecho y a la justicia de los pueblos, que una potencia, capacitada para la rapiña, que no sea Inglaterra, asuele a un pueblo débil. Pero el “hombre medio” inglés finge no advertir que el sistema de República de Naciones que es Gran Bretaña, se hizo, vive y se nutre, con la rapiña. Si el “hombre medio” inglés fuera exclusivamente formal, no podríamos hacerle mayores cargos. Pero el “hombre medio” inglés, tiene sus momentos de introversión; lee su Biblia, medita, se juzga a sí mismo y a los demás. Podrá juzgarse severamente en lo personal, pero, más allá de lo personal, están Su Majestad, el Imperio y el “Intelligence Service” que lo custodia. De todo eso está constituido el “home”, el bienestar de la buena mesa, de los mejores alcoholes y cigarros del mundo. Por lo demás existe, en el “hombre medio” inglés, la convicción política, que dada su psicología se torna en hipocresía religiosa, de que el Imperio inglés es necesario para el mundo. ¡Qué sería del mundo sin Inglaterra! Para él, Inglaterra representa una posibilidad de orden y la fermentación de los pueblos coloniales oprimidos por el imperialismo, una perspectiva de anarquía y barbarie que hay que suprimir por todos los medios. Le es indiferente que la acción del imperialismo inglés, en lugar de fomentar el progreso del hombre en los países coloniales, le haya envilecido y degradado. Para dominar la India, Inglaterra, no educó al pueblo de la India ni le hizo progresar, sino que substituyó, acomodándose luego con ella, a la casta nacional opresora.
Y, así, podemos afirmar que la subsistencia de un imperialismo está en proporción directa con la degradación del pueblo que lo soporta. ¡Argentino de Buenos Aires, mira al interior y contempla su miseria! El argentino raquítico por falta de alimentación, víctima del imperialismo inglés que soportamos, es el que cimenta su sistema de impunidad. ¡Anatema para los argentinos que nos han vendido, porque, en este drama, el inglés no tiene más responsabilidades que las que le impone su propia conciencia! ¡Cómo no van a despreciar a estos pueblos americanos, cuando sus dirigentes políticos caen vencidos por el primer soborno! Pero ya daremos la respuesta al final, con la esperanza que nuestra ansiedad ha de proponer una réplica de América. Porque ya es necesario que prosigamos con el análisis de las distintas proposiciones de Europa.
Revolución Rusa y Dictadura Staliniana
Rusia actúa directamente en la expectativa revolucionaria de los pueblos. Un marxismo de quiosco constituye el bagaje revolucionario de muchos jóvenes argentinos. Con una pedantería equivalente a su ignorancia de lo autóctono, luchan desde aquí en las contiendas extrañas y colaboran sin quererlo con los opresores de América. Apoyar a Inglaterra y a Estados Unidos, es la consigna del Comintern y así lo nacional aparéceles como despreciable. Dejando de lado lo autóctono americano, substancia y alimento de un izquierdismo entregador, cómplices del fraude y de la penetración imperialista de las pseudodemocracias, constituyen la expresión más acabada de la contrarrevolución americana.
La influencia del Soviet es tan exótica como proteiforme. Muerto Lenin, la revolución rusa fue degenerando en la dictadura staliniana, y desde entonces todos los equívocos fueron posibles. Al fusilamiento de un viejo líder, sucedía otro, y algunos en masa. A una consigna seguía otra, que la rectificaba por completo.
Es evidente, que el Comintern aplaudió la caída de Yrigoyen, mientras ahora respeta al “democrático” Ortiz confabulándose con el electoralismo para hacer pasar como democracia al fraude.
En estos momentos, el Soviet intenta copar la Alianza Libertadora del Brasil para imponerle un pacto con Getulio Vargas. Y frente a esta intromisión en los pueblos americanos para enervados: ¿qué ofrece el Soviet a los pueblos oprimidos? España es parte geográfica de Europa y el pueblo español se desangró en titánica lucha, abandonado por las pseudodemocracias y por Rusia. Rusia, como las restantes naciones rectoras de Europa, está aprisionada a su destino histórico y geográfico. A pesar de la revolución, el mar Negro sigue siendo el mar Negro, y los Dardanelos vitales para Rusia como antes.
Hay que asegurar a Turquía con una alianza, porque, esta vez, Turquía es propicia y no se necesita guerrear con ella. Hay que buscar la solidaridad con el imperialismo franco-inglés. Pero, allá en Moscú, Stalin medita; sabe perfectamente que los dirigentes de las pseudodemocracias le odian todavía más que los nazi- fascistas. Si la guerra estalla, pueden suceder muchas cosas y, aunque parezca paradójico, Berlín y Moscú están mucho más cerca de lo que parece.
Pero, por sobre todas las cosas, Rusia es el símbolo de Eurasia. En los momentos de peligro, su segmento europeo se retrae y Asia domina. ¡Qué pasará detrás de esas misteriosas fronteras! Sobre el enigma milenario flota el inescrutable designio de una dictadura impenetrable. Como somos revolucionarios, queremos saber lo que allí pasa, pero tanto panegiristas como detractores no han superado el tono polémico.
Si el drama de la Europa capitalista es el de no poder salvar su cultura, como consecuencia de una técnica puesta al servicio de la destrucción material y espiritual del hombre, nos oponemos a que Eurasia revolucionaria condicione nuestra liberación a sus necesidades. Todo lo que de ella emana es antirrevolucionario para América, y condenado de antemano por su más grande líder. En agosto de 1914, refiriéndose a las maniobras de los dirigentes de la Segunda Internacional que pusieron las masas obreras al servicio de los respectivos capitalismos nacionales, fulminó Lenin la condenación siguiente: “Ajustándose a ellas, los partidos obreros, en lugar de oponerse a los manejos criminales de sus gobiernos, han exhortado a la clase obrera a unirse con los imperialismos…” La táctica del “frente popular” el apoyo a la pseudodemocracia capitalista, el enervamiento revolucionario en las colonias sometidas al imperialismo, las concomitancias ridículas con el Vaticano, he ahí el blanco que Lenin alcanza a través del tiempo.
El pueblo español, vanguardia de la lucha americana
Pero, Europa tiene una península, cuyas costas de epopeya avizoraron la Atlántida. ¡Oh, España, tan extraña a Europa como América!
Los pueblos americanos saben bien que el aspecto cruel de la conquista no fue del pueblo español, sino de sus monarcas extranjeros y de su Iglesia implacable. Por eso, vivieron el drama del pueblo español como si fuera el propio, e intuyeron que su lucha, por emanciparse de la intromisión de Europa, es el anticipo de nuestra lucha. ¡Pueblo Español, vanguardia americana en Europa! ¡Una debilidad humillante, fraguada en una persistente y letal traición de usurpadores, hizo que no pudiéramos darte una mano en el mortal conflicto!
Muchas veces, la propia miseria encuentra su comprensión cabal en la contemplación de la miseria ajena. Aquí, el imperialismo de Europa, intoxica la conciencia y debilita los cuerpos, allá, el imperialismo se sacó la careta. Ensayó sus armas en la impunidad, masacrando mujeres y niños españoles. Pero, nuestra mayor condenación no es para los instrumentos que fueron los países llamados totalitarios. Detrás de éstos, estaban las pseudodemocracias capitalistas, igualmente interesadas en sujetar al pueblo español revolucionario, que especulaban fríamente con el desgaste y el desprestigio de los países fascistas, para imponerle luego su potencia económica en una nueva sumisión imperialista.
El judío y el deber americano
Tratadas las parcialidades de Europa opresora e imperialista y sus respectivas proposiciones, voy a referirme ahora a una proposición de contenido ecuménico, que América aún no ha resuelto, y es la proposición de la raza judía. Mucho se ha dicho acerca de las razas, pero yo creo, desdeñando toda complicación, que la raza es una psicología.
Si, a través del lugar común de que el judío es ávido de riquezas, condenamos al judío, observamos de inmediato la avidez de riqueza, en los no judíos y en muchos antisemitas. Más; hay algo de lo que no se puede dudar y es de que, muchos de los que se sienten psicológicamente no judíos, les tienen aprensión. Algunos de los miembros no judíos de las ligas antirracistas confiesan en la intimidad esa aprensión, pero colectivamente defienden al judío mientras el hacerlo les reporte las ventajas que significan el pasar por “liberal”, “democrático” y enemigo de los “pogroms” existentes o en ciernes. Estamos en contra de esos pogroms; pero, también estamos en contra de la disgregación de lo nacional americano, que el judío arrastra consigo sin ningún beneficio para lo universal. ¡Y, frente a la fatalidad de que el judío que vive en Argentina intente movilizar todo nuestro esfuerzo para defender al judío perseguido por los fascismos, oponemos la fatalidad del hombre americano, a quien nosotros queremos defender por encima de todas las cosas!
Comprendo la gravedad de mis palabras. Me he contenido mucho tiempo en homenaje al pueblo judío perseguido, y por la convicción de que una verdad tan cruda podría beneficiar al sesgo los intereses de los opresores. Pero, nos han dejado solos; apenas podemos, como el Titán, reposar un instante posando los pies en nuestra tierra americana. Y es por eso que le decimos al judío que vive en Argentina y en América: “La mejor manera de defenderte no es la de formar ligas de politicastros gárrulos, sino la de asimilarte a la lucha argentina y americana.” ¡Y, al mito de la raza elegida, oponemos esta afirmación premonitoria: los pueblos han de salvarse por América!
No son las ideologías las que combaten…
He analizado las distintas proposiciones de las parcialidades de Europa. No quise hacer un debate ideológico, pues ya F.O.R.J.A. ha definido con claridad cuál es su posición con respecto a las ideologías. Busqué al hombre aislado en su drama porque, en la crisis actual del mundo, no son las ideologías las que combaten, sino los intereses materiales de los imperialismos dominantes o en ciernes.
No se trata de salvar la cultura de Europa, ni siquiera al hombre de Europa, que como nosotros vive el drama del mundo. No es América la que amenaza a Europa. Lo que destruirá la cultura europea está en el cielo de Europa, preparado por europeos: son los bombardeos aéreos con metralla y gases. Mientras esta triste perspectiva se ofrece, aquí muchos sueñan con que nuestra prescindencia colme de nuevo las vacías talegas. El envilecido electoralista argentino, que vive de los desperdicios del fraude y que advierte que la marea interna crece, espera con satisfacción la guerra europea para que corra de nuevo el oro ensangrentado de la contienda, que le permitirá seguir prosternado frente a los opresores y contribuyendo a degradar al pueblo con su ejemplo.
Nuestra neutralidad y nuestra prescindencia no están constituidas por cobardía y vileza. Nuestra neutralidad es como la de Yrigoyen, una beligerancia, consciente y heroica, por principios americanos de lucha. ¡Pongámonos de pie en homenaje a Hipólito Yrigoyen, por lo que dijo e hizo en 1917 y en 1918! Lo que dijo e hizo en 1917 y en 1918 lo levanta sobre el electoralismo que aceptó contra su voluntad y que causó su caída, y lo reencarna en su hierático aspecto de conductor revolucionario de América. ¡Así, nosotros, a la crisis de Europa oponemos la revolución emancipadora de América! El tiempo urge. Si las fuerzas revolucionarias americanas no se organizan como pueblos revolucionarios, a ejemplo de lo que fue y será la Unión Cívica Radical argentina, nos asolará la anarquía que con o sin guerra padecerá Europa.
Quiéralo o no, Roosevelt representa la plutocracia yanqui
América no necesita de profetas sajones, aunque no dudemos de sus buenos propósitos. Estados Unidos de Norte América, es el pueblo que vive con más intensidad la crisis que una técnica al servicio de lo material ha traído al mundo. Esa crisis no puede superarse con buenas intenciones. Quiera o no Roosevelt, representa a la plutocracia yanqui, y lo lamentamos por él. ¿Qué hizo por España? ¿Puede impedir que los fabricantes yanquis de armas abastezcan las necesidades guerreras del Japón que asesina al pueblo chino? Así lo denunció el delegado chino a la Liga de Naciones en su última sesión. Y conste que las industrias de guerra de las pseudodemocracias no son industrias del Estado como en los países fascistas. Están en manos de particulares que obtienen pingües beneficios, y que manejan la opinión de sus respectivos pueblos, exactamente lo mismo que los dirigentes de los países llamados totalitarios, aunque con el equívoco de una apariencia democrática.
Ejemplos de confusionismo
El antifascista fanático, generalmente extranjero, que escribe u opera en Argentina, finge ignorar que Mussolini y el Soviet, no ha mucho firmaron un tratado comercial por mil millones de liras. En él, se hace un intercambio de materias primas que alimentará los estómagos, armará los brazos y moverá las máquinas de guerra de los futuros beligerantes. Por ese tratado los rusos y los italianos acrecerán las posibilidades de asesinarse mutuamente. ¡Pero el furibundo antifascista, fanático de su parcialidad sin peligro y alimentado por ella moral y físicamente, quiere subordinar la lucha argentina a las necesidades de lo que llama “antifascismo”!
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De ciento siete mil fardos de algodón exportados por Argentina en el período 1938-39, ciento un mil fardos fueron para Alemania. El algodón es una materia prima de guerra; Argentina es una colonia de Gran Bretaña y un importante sector de su explotación está controlado por judíos. Gran Bretaña, de un momento a otro, puede pelear con Alemania, y los judíos son perseguidos por Hitler. Sin embargo, los intereses comerciales gravitan como siempre por encima de los nacionales y se entienden a pesar de las obligaciones que éstos imponen… ¡Mientras tanto se nos miente y engaña con el pretexto de las ideologías y las persecuciones raciales!
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Pero, aun hay más. Después de Munich, comerciantes ingleses y alemanes firmaron un tratado de comercio.
El señor Hitler denuncia los tratados internacionales anglo y polaco-alemanes, pero no dice una palabra sobre el acuerdo comercial. El señor Neville Chamberlain, tampoco. Y ahora escuchemos a Hitler hacer el elogio del imperialismo inglés en su último discurso. Dijo el canciller alemán: “Durante toda mi actividad política, siempre he presentado y explicado mi idea de una íntima amistad y colaboración entre Alemania e Inglaterra. En mí movimiento, he encontrado un sinnúmero de personas de igual concepción. Quizá se me unieron a causa de mi actitud en esta cuestión. Este deseo de amistad y cooperación anglo-alemana conforma no sólo a los sentimientos que resultan de los orígenes raciales de nuestros dos pueblos, sino también a mi concepto de la importancia que tiene la existencia del Imperio Británico para la humanidad entera. Jamás he dejado que subsistiera duda alguna sobre mi creencia de que, la existencia de este Imperio, es un factor de valor inestimable para toda la vida cultural y económica humana.”
Al hablar así, Hitler les recuerda a los ingleses su origen germánico y, en las entrelíneas del elogio, surge algo así como una proposición de Alemania a Inglaterra para repartirse el mundo.
El elogio de Hitler al imperialismo inglés le viene bien a los argentinos que combaten a Inglaterra, no desde nuestra posición antiimperialista integral, sino desde su parcialidad prusianizante o nazista.
Las actividades desarrolladas por esta parcialidad argentina ha permitido que Inglaterra iniciara un juego confusionista de grandes proporciones. Inesperadamente, se denuncia al país la infiltración nazi en la Patagonia, conjuntamente con las maniobras del nacional-socialismo constituido como partido político, en nuestro país. De inmediato, el confusionismo izquierdista y pseudo-democratizante le hace el juego a la maniobra inglesa, iniciando una activa campaña contra los peligros del nazismo. ¡El argentino, que hable de la infiltración nazi en la Patagonia sin decir, previamente, que, de esta colonia inglesa que es Argentina, lo más inglés es la Patagonia, es un traidor a la Patria y a la revolución emancipadora del pueblo argentino!
Todas las exageraciones de los últimos días sobre la acción del nazismo en Argentina, pueden aclararse con el siguiente comentario. Mientras existan la diplomacia capitalista e imperialista, las embajadas de sus respectivos gobiernos serán, entre otras cosas, centros de espionaje. Voy a imaginar un comunicado de la embajada nazi a su gobierno: “La Patagonia Argentina está abandonada. La mayor parte de los argentinos ignoran hasta su existencia geográfica, el nombre de sus puertos, de sus ciudades y de sus pueblos. Argentina es una colonia inglesa, y la Patagonia la mejor presa de Inglaterra en los mares australes. Los argentinos están conformes con ser coloniales, así que, de aspirar Alemania a dominar esta zona, no tendrá que pelear con argentinos sino con ingleses.”
Denuncio aquí la cobarde y venal actitud del izquierdismo y del electoralismo actuantes en nuestro país, que ocultan todas las maniobras del imperialismo inglés, dominante, que es el que ha despertarlo el apetito al imperialismo alemán en potencia, dado el poco trabajo que le cuesta a Inglaterra dominar a la Argentina.
“La democracia está en peligro”, claman los paniaguados del electoralismo. ¡Y los farsantes que lo componen, cuyos representantes en los Gobiernos, Congreso, Legislaturas y Concejos recogieron sus diplomas en los cajones de basura del fraude, reúnen congresos, escriben artículos y vociferan en todos los ámbitos, sobre la necesidad de defender la democracia en cualquier parte que no sea Argentina!
América es lo que estamos haciendo y lo que por nosotros será
Amigos: la lucha no me ha permitido daros más que este monólogo de campamento. He puesto el oído en nuestra tierra americana y escuché rumores inefables cuya armonía es mi sustento.
El gran cuerpo de Europa está tambaleante y amenaza caer con estrépito tremendo. Ya lo dijo el filósofo que se puso a pensar sin temor a quedarse aislado en el mundo de lo abstracto, después de arrojar por la borda al seductor bagaje de la antigua cultura: “Todo gran cuerpo hace un gran ruido cuando cae…” ¡Y sentía ese ruido resonarle adentro!
Aunque rindamos homenaje a la alucinante multitud de anhelos y heroísmos frustrados, América es, para nosotros, lo que estamos haciendo y lo que, por nosotros, será. ¡Estamos solos en la ilimitada soledad de la Patria; pero, de los otros pueblos de América recibimos mensajes que hablan nuestra lengua! ¡Un tumulto de presagios se ha puesto en marcha! ¡Y, en las manos, la antorcha de los libertadores de América e iluminados por su fulgor, esperamos con confianza a los que vendrán!
El espíritu americano no puede ser abarcado por las formas religiosas, políticas, sociales y económicas de Europa. De ahí el peligro de mantener cualquier aspecto de ellas, cuando se siente el afán de intervenir en la elaboración de la nueva norma americana. Desde todos los ángulos, las parcialidades de Europa, jaquean la originalidad de la creación americana y no estamos en momentos de polémica sino de lucha.
Un conquistador quemó o simuló quemar las naves al penetrar en tierra americana. El revolucionario de la revolución americana debe quemar las naves de sus supersticiones y de sus prejuicios que lo llevarán sin darse cuenta, a luchar en América, no por ella, sino por alguna de las parcialidades de Europa.
¡La lucha por América hace imprescindible la abjuración de los errores y exige la purificación de todo elemento cuya nocividad sea patente!
¡Y, así, luchando por nuestro destino en el Destino, probaremos que somos el Nuevo Mundo! ¡Y, hoy como ayer, preferimos que nuestros huesos queden como un signo en la intemperie de la lucha a aparecer ante los que nos sucedan, como una nueva generación claudicante!
→ Luis Dellepiane, Conferencia dada en F.O.R.J.A. el 14 de Setiembre de 1939