Hay que revisar toda la Física
El doctor Camilo Calleja preconiza una nueva rama de las Ciencias Físicas
La teoría de la gravedad, y con ella la de Newton, se derrumban ante la magnífica exposición del sabio español

El célebre sabio español doctor Calleja no cree en las teorías de Newton y afirma que debe revisarse la Física
¿Atracción universal? ¿Gravedad en los cuerpos? ¿Cohesión, afinidad en los átomos y moléculas? Nada de eso tiene un fundamento lógico. ¿Hay algo más absurdo que admitir una fuerza de la cual se ignora todo, hasta su esencia misma? ¿Qué fuerza impele a los astros a atraerse mutuamente o a unirse los átomos y moléculas? ¿Secretos de la Naturaleza? Eso no explica nada. Es manifestar francamente la impotencia de la teoría.
El doctor Calleja ha lanzado una nueva teoría en contra de todas las que corren por buenas. A nuestro modo de ver, es la única que resuelve completamente el problema.
–¿Cuándo propuso usted, por vez primera, su nueva teoría?
–Ya hace algunos años... Era yo casi un chico. Me encomendaron pronunciara, allá en el año 30 [sic], una conferencia. Fue en la Universidad de Valladolid. Ya desde entonces veía yo el absurdo de las leyes por las que se rige la Física actual. Posteriormente he escrito multitud de obras y artículos en Revistas científicas; pero la verdad es que no se ha proclamado, como debiera, la veracidad de mi aserto. Algunos han visto al mismo tiempo que yo la necesidad de reformar el concepto que universalmente se tiene sobre la gravitación universal y gravedad de la Tierra. Echegaray me dijo que indudablemente, y de acuerdo con mi criterio, habría que revisar toda la Física. Menéndez y Pelayo fue más explícito: alabó mis trabajos, y aunque no era conocedor de esta ciencia, entrevió la importancia de mi teoría.
–Según eso, mal parado deja usted al gran Newton.
–Admiro su incomparable talento como matemático, quizá el más grande de su siglo; pero como lógico no es posible decir lo mismo. Su famosa fórmula, en lo que tiene de exacta matemáticamente, permanece, aunque algo modificada ya por Planck y Einstein. Alguien ha llegado a decir que las teorías de estos dos autores han determinado el derrumbamiento de la Física clásica. Yo no diré tanto: pero justo es reconocer que ha quedado muy restringida. La fórmula de Newton, como concepción lógica que se desprende de la observación de la Naturaleza, es, cuando menos, una contradicción.
–¿Entonces usted no admite la gravitación universal?
–Justamente. Yo tengo otra explicación más lógica que aquélla. Véalo usted brevemente. Esa atracción que, según Newton y todos los autores, ejercen los astros entre sí, es una acción a distancia, y ya sabemos que esto es imposible. Lo que sucede es que ejercen presión de radiación unos sobre otros. Esta presión no es otra cosa que movimientos, ya sean luminosos, eléctricos o producidos por el calor. Estos, al actuar sobre un cuerpo, ejercen presión sobre ellos y determinan, según su intensidad, el movimiento de los astros, la caída de los cuerpos, &c.
–Es maravilloso –comentamos–. Pero, entonces –insistimos–, habrá que cambiar el enunciado de la ley de Newton.
–Si fuera sólo eso –nos responde–, eso no es cosa difícil: los astros ejercen presión entre sí en razón directa de su masa e inversa del cuadrado de la distancia. No pierde nada la exactitud matemática y gana la lógica.
Esta ley debe de reemplazar la newtoniana de la «atracción universal», porque los movimientos son siempre impelentes o impulsores, sin que haya jamás atracción, y además porque, aparentemente, se producen también muchos movimientos por repulsión a distancia y, por tanto, tampoco, desde este punto de vista, debe calificarse de universal a la clásica de la atracción. De modo que no hay atracción ni hay universalidad, siendo, por tanto, inexactos los dos términos principales de dicha ley.
Y, sin embargo, se halla tan arraigada la idea errónea de la real existencia de las fuerzas atractivas, que es necesario insistir reiteradamente que la palabra atracción no es más que el símbolo negativo de una incógnita matemática, representando con ella causas desconocidas. Debiendo admitir que la admisión de un medio cósmico no es motivo fundamental para explicar la acción a distancia por atracción, puesto que dicho medio no ofrece resistencia a ser dividido indefinidamente. Y además, si se admiten fuerzas causales de atracción se contradice la ley fundamental de los movimientos, puesto que sería lo mismo que suponer que con tales fuerzas se creaban constantemente movimientos, lo cual contradice el principio de determinación. Por estas razones, en las leyes y teorías causales de los cambios físicos, jamás debe usarse la palabra «atracción», y la «ley de atracción universal» debe reemplazarse por la «ley de la propagación de los movimientos radiales».
Esto no es más que un corolario de mi teoría sobre la continuidad del movimiento. El enunciado de esta ley es el siguiente: «Los cambios o alteraciones del mundo físico se verifican siempre sin interrumpirse los movimientos en su curso sucesivo, y, por consiguiente, sin que haya jamás atracción ni repulsión a distancia.» Esta ley se funda en «el principio de determinación» limitado a la cuantía del movimiento, que afirma que la cantidad total del movimiento del Universo subsiste siempre la misma a través de todas las mutaciones del mundo físico, o sea, que el movimiento ni se crea ni se aniquila.
–Según eso, hay que llegar a la revisión completa de la Física, y la verdad, esto no es tarea fácil. Sobre todo, porque el concepto clásico de la atracción está muy arraigado en las mentes de todos.
–Eso es verdad. Aparte de que los recelos de aceptar una nueva teoría son, a veces, los mayores obstáculos, aun entre personas de ciencia.
–¿Cree usted en el triunfo de su nueva ley?
–Tardará, es indudable; pero llegará a imponerse. Hoy se ven todas las cosas al revés de lo que son, y el criterio, acostumbrado a discurrir en el terreno de las apariencias, tardará en aceptar una nueva ley que contradice totalmente sus conceptos. Pero, como le digo, espero que será la ley que presida las ciencias físicas de mañana. Trabajo costó en que fuera aceptada como buena la Física de Galileo, y, no obstante, llegó el tiempo que su reconocimiento fue absoluto. Algo parecido puede suceder con mis concepciones.
Yo ya soy viejo para verlo. He cumplido los ochenta años...; pero mis nietos lo verán.
Hemos hablado largamente sobre tan interesante tema. Tenemos el presentimiento de haber escuchado la ley que se impondrá, derrocando la Física clásica. No nos cabe duda de que así será en lo futuro. Algo ridículas nos han parecido aquellas frases de que los cuerpos se atraen o se repelen cuando las hemos oído de labios del ilustre doctor Calleja. Según una carta de Menéndez y Pelayo a don Camilo Calleja, no desmiente éste la aspiración metafísica que caracterizó a los médicos españoles de otros tiempos y que felizmente se observa en algunos de los actuales. Viniendo de quien viene, creo que no es posible hacer mejor elogio.