Filosofía en español 
Filosofía en español


¡Por los niños españoles!

Hay que libertarlos de los maestros marxistas

Propaganda antimilitarista y contra el sentimiento nacional y religioso

El Komintern, en su propaganda de las ideas revolucionarias entre los niños, persigue un doble fin:

Primero. Hacer del niño un marxista convencido, con una nueva mentalidad, odiando el orden social y moral de las naciones civilizadas.

Segundo. Servirse de los niños, de su celo y de su entusiasmo para fines políticos, ora como agitadores, bien como espías o combatientes.

Para llegar a estos fines, el C.E.I.C. ha creado una institución: la “Internacional Juvenil Comunista” (I.J.C). Las resoluciones de sus Congresos se han divulgado profusamente en nuestro país.

Mas los asalariados de Moscú no se limitan solamente a los niños, sino también a captar y bolchevizar al personal dedicado a la enseñanza. Esta tarea corresponde a una organización especial que ha desplegado y despliega una actividad intensa en España. Esa organización se denomina “Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza” (I.T.E.), a la cual están afiliadas en nuestra nación la “Asociación General de Maestros” y la “Federación de Trabajadores de la Enseñanza” (F.T.E.).

Los números de la revista de la I.T.E. lanzan a los maestros llamamientos, no a la paz, sino a la guerra civil; dan instrucciones a los maestros españoles, en que se les explica la propaganda a realizar entre los niños cuya educación les está confiada. Sin hablar de las instrucciones clandestinas y confidenciales que se hacían llegar a sus manos.

Los resultados de esa propaganda se demostraron de una manera elocuente por el diputado don Romualdo de Toledo en la sesión del Parlamento de 15 de Noviembre de 1934.

¡Pobre juventud española si no se depuran de la gangrena marxista el Consejo Nacional de Cultura y la Inspección de Segunda y Primera Enseñanza!

La participación de parte del Magisterio oficial en los sangrientos sucesos de Asturias es una terrible acusación contra los que toleraron y ampararon el asesinato moral de inocentes criaturas por maestros sin conciencia.

A todo trance es menester proteger a los jóvenes maestros no contaminados por el marxismo destructor. Librarlos de esa literatura marxista e inmundicia pornográfica que se hace llegar a sus manos por todos los medios, incluso a los más pequeños lugares y aldeas. Que cese de una vez la difusión de esa peste que los intoxica y que por orden imperativa tienen que inocular a los niños cuya educación tienen a su cargo.

Existen maestros que no poseen en su pequeña biblioteca pedagógica otros libros que los de propaganda revolucionaria marxista.

Pues bien, en esos libros se enseñan las principales tareas del trabajo de bolchevización de los niños, que son, entre otras las que siguen, tomadas de acuerdos de los Congresos de la “Internacional Juvenil Comunista” (I.J.C.).

“Propaganda antimilitarista y campaña enérgica contra el sentimiento nacional y patriótico.” “Movilizar todas las fuerzas de las Federaciones juveniles comunistas contra la educación reaccionaria y religiosa en las escuelas, exigiendo la destitución de los maestros y catedráticos no marxistas.” “Campaña enérgica contra la enseñanza religiosa o las lecciones que la sustituyan bajo la consigna ¡Abajo la enseñanza religiosa! ¡Por la laicidad de toda la enseñanza escolar!” “Iniciar a los niños de las escuelas en la lucha de clase, haciéndoles participar en las huelgas, manifestaciones de masas e incluso en la insurrección armada para sostener la lucha de los adultos.”

Recomiendan también: “reforzar el trabajo de propaganda en las organizaciones deportivas y otras organizaciones "neutras" de los niños, sin lo cual la conquista de las grandes masas de niños es imposible.” “La escena – dicen– puede y debe educar al niño en el sentido de la revolución marxista. En cada escuela se ha de señalar el blanco, el enemigo, y las armas con que se ha de luchar; la enseñanza ha de servir para pertrechar el niño en la lucha y creación del nuevo orden y adiestrarlo al manejo de las armas.” “La escuela no ha de distinguirse de un discurso de mitin sino en el número y calidad de los oyentes; el maestro marxista es un agitador, y los agitadores deben ser maestros, todos han de tratar que el niño no crea ni en Dios ni en el diablo.” “La escuela tiene la obligación de anular el influjo dañino de la familia predicando la moral marxista”, etcétera, &c.

Se expone también “que la experiencia del trabajo de propaganda en las federaciones infantiles muestra que allí donde existen organizaciones estables, con células de escuelas, se realiza el mejor trabajo”. Prosigue: “Las formas para el trabajo y para la lucha de las células de escuelas son principalmente: propaganda oral, hojas volantes, periódicos de la célula escolar, caricaturas, organización de recreos revolucionarios durante los descansos, asambleas de clase y de escuela, negarse a participar en las fiestas y actos patrióticos, declaración de huelgas escolares, pedir la destitución de los maestros no marxistas, &c., &c. Fomentar la creación de células escolares...” Y todo así, con este tono y carácter.

Con la lectura de esos programas y ejercicio de esas tareas, ¿quién no ve su resultado en la practica ni recuerda la movilización de los niños de ciertas escuelas para vocear candidaturas marxistas y agredir e insultar a los Religiosos y Religiosas que iban a cumplir sus deberes electorales?

Se impone urgentemente sustraer a los niños de manos de los maestros marxistas, so pena de verlos convertidos en verdaderos apaches en miniatura, sumidos en el vicio, crimen, robo y estupro.

En Francia han sido los padres los primeros en reaccionar contra los maestros marxistas; su Prensa nos relata el caso de ese maestro comunista que, declarado indeseable por los habitantes de Saint-Vigos d'Imonville, había sido nombrado al comienzo del año escolar maestro de la aldea de Pierreville, Municipio de Bacqueville-en-Caux. Cuando se presentó en ella no encontró más que los gendarmes. El alcalde, no obstante la intervención del inspector de Primera Enseñanza, se negó a dar las llaves de la escuela al maestro, y los habitantes declararon al inspector que no enviarían a sus hijos a la escuela. El Ayuntamiento en pleno votó una moción en que se decía “que un maestro que alardea públicamente de sentimientos antipatrióticos y antimilitaristas no está capacitado para preparar a la juventud a ser buenos franceses”.

Y no son solamente los padres, sino que hasta lo mismos maestros no contaminados de la peste marxista han comenzado una verdadera cruzada contra sus colegas concurrentes a los Congresos de Clermont, París y Niza, todos de conspiración bolchevique.

Tenemos a la vista ejemplares de L'Ecole Française, en que se fustiga duramente a esos maestros antipatriotas y antimilitaristas.

Los españoles, después de los sangrientos sucesos del Octubre rojo, debían haber reaccionado unánimemente contra los maestros y catedráticos marxistas.

Tenemos que arrancar nuestra infancia de esos energúmenos.

C. P.