[ Ángel Dant ]
Desde París
La Invasión
¡El “film” americano se está apoderando de la pantalla de Francia!
En una de mis pasadas crónicas, en las páginas de El Sol, demostraba cómo el “cine”, arte bella, sería forzosamente una creación latina.
Sin recurrir a comparaciones odiosas, teniendo en cuenta los factores técnico-artísticos, diré que Francia es el pueblo latino más calificado por sus ideas artísticas, por su genio, por su inventiva, a ser el propulsor, el creador definitivo del séptimo arte, como actualmente se le denomina al “cine” en París.
En el Salón de Otoño, próximo a inaugurarse, veremos por primera vez proyecciones cinegráficas de arte, oiremos conferencias cinegráficas en las cuales “Los Amigos del Cinematógrafo” procurarán elevar hasta la noble expresión de la Belleza la creación de películas francesas.
Por primera vez, en un salón de arte, cuya admiración y crítica a la vez es universal, veremos figurar en el rango de las Bellas Artes el cinematógrafo.
Todo esto está muy bien; demuestra, como ya he dicho, que la potencialidad artística del pueblo francés no decrece. Al contrario: marcha al compás de los tiempos, haciendo toda clase de esfuerzos para no rezagarse en su camino de vitalidad.
Pero, ¿es suficiente este esfuerzo? ¿Tiene la potencia, la fuerza irresistible para no perecer en la lucha de todos los días, de todos los momentos?
No; no es suficiente. En dichas conferencias del Salón de Otoño se pronunciarán hermosas oraciones ensalzando un ideal nuevo, para libertar la pantalla de la idiotez que hoy la ahoga. Serán bellas palabras latinas entusiastas y fogosas.
Pero el Salón pasará; su recuerdo poco a poco irá perdiéndose, olvidado por otros Salones y otras conferencias, y el “cine” francés continuará tal como hoy: muy artístico, muy refinado; pero dominado, oscurecido por el "film" de América, que ha invadido ya, en poderosa ofensiva comercial, la pantalla de Francia.
Comercialmente, la invasión americana, en el terreno cinegráfico, es más poderosa que la invasión teutona de 1914. Esta fue brutal, despótica, odiosa. Pero la invasión yanqui es tan habilísima, se presenta con una sonrisa en los labios tan diplomática..., ¿cómo lanzar el grito de alarma, cuando el “jefe” de la invasión se llama Perla Blanca, Charlot, Fatty, Mary Pickford y Douglas Fairbanks?
Estos “ases” del “écran” americano han visitado París recientemente. Mary Pickford y su marido, Douglas, se quedarán aquí por espacio de un año, por lo menos, para “filmar”.
¿Son estos viajes el deseo de conocer al pueblo francés lo que los motivaron solamente? No; son el resultado de una campaña de publicidad sabiamente organizada, brillantemente ejecutada.
Calculad lo que les hubiera costado a las casas editoras americanas publicar media columna diaria en los principales rotativos de París, ensalzando a las “estrellas” de Los Angeles y “alrededores”, a 20 francos la línea...
Atravesando el Atlántico, han obtenido una publicidad mejor, hecha a todo bombo; se han publicado interviús, fotografías, pormenores y detalles que han llenado columnas y más columnas de todos los grandes diarios de Francia, de todos los ilustrados semanales, y no solamente de Francia, sino de Inglaterra, de España, de... Europa entera, y la opinión pública del viejo continente ha sido dominada como un muñeco, sumisa a la influencia de la Prensa europea, y esta “reclame” formidable, nunca vista, ¿cuánto les ha costado a los editores americanos?
Humo de paja, flor de un día, pensarán algunos. No. Simultáneamente, a la llegada de Charlot, la casa Paramount ha infestado las estaciones del Metropolitano de París de unos carteles de cuatro metros por dos, anunciando sus películas, el nombre de los principales actores americanos, y ensalzando –naturalmente– el “cine” americano.
Con el viaje-propaganda, primero, y la tarea de todos los días, que los carteles van ejecutando, dentro de poco tiempo el público francés habrá olvidado el nombre de sus grandes actores del “écran”, y al hablar de “cine” no pensará más que en las películas de Norteamérica
¿Cuándo han hecho un esfuerzo semejante de publicidad los editores franceses? ¿Por qué se contenta este pueblo, tan refinadamente artista, con unas conferencias en el Salón de Otoño? No es suficiente.
Si no se preparan a una lucha denodada, a un esfuerzo supremo para contrarrestar los efectos de esta propaganda americana, los resultados de la invasión de allende el Océano serán tan poderosos, tan definitivos, que el “cine”, arte bella, creación latina, obra francesa, no servirá más que para el deleite refinado de unos cuantos intelectuales reunidos en su torre de marfil de la Belleza.
Que el “film” americano, invada a España; que no crea, no sabe o no quiere producir una pantalla española, pase; pero que invada a Francia, cuna del cinematógrafo... ¡Luchad, galos, luchad por el renombre de la raza latina!
Ángel Dant
París, octubre 1921.