[ Rodolfo Gil Torres ]
El misticismo de los patriotas orientales de Asia
La guerra europea fue en Oriente la señal de un vasto despertar místico. Los millones de guerreros que al llegar a los campos de batalla occidentales se ponían bruscamente en contacto con la civilización actual, materialista y mecánica, comenzaron por sentirse orgullosos de ser indispensables para defender el territorio de sus dominadores, siguieron considerándose muy superiores a ellos, y terminaron horrorizándose ante la «Europa de Satán». Al ver la ambición de los hombres del Norte, el movimiento de resistencia tomó un carácter sagrado y los ojos de Asia se cerraron.
Los cristianos orientales, molestos por el recuerdo de las Cruzadas, que más que guerras de religión fueron empresas colonistas que hicieron nacer el odio entre los musulmanes, que se vengaban en los inocentes cristianos de Oriente, han tomado la dirección de la resistencia defendiendo a sus compatriotas de otras religiones. Dicen: «Los cursos de Historia, profesados oficialmente en las escuelas primarias, donde se resume la instrucción de las masas, apenas abordan el estudio de la civilización oriental. Se calla voluntariamente la influencia de esta civilización sobre el progreso, pues su conocimiento anularía la gloria que se atribuye Europa.» «Los árabes musulmanes hicieron conocer a Europa toda la antigüedad y las Universidades de Occidente vivían exclusivamente de sus libros. Material, intelectual y moralmente ellos han civilizado a Europa.»
Se perdonan a Europa muchos errores disculpables por la ignorancia de la cultura y la vida orientales, pero no se tolera la ley del embudo que hace llamar bandidos o «bicots» a los orientales. Es curioso observar que en Oriente está generalizada la creencia de que el levantamiento español del 2 de Mayo contra el imperio de Napoleón (el último emperador romano) fue la primera señal del despertar del Sur contra el Norte, que el fascismo, el Islam y los indios tratan de continuar en nuestros días. Los orientales podrían resignarse a ser dominados, pero nunca a ser considerados como inferiores. En Oriente y en Iberia la hidalguía, el honor, es antes que las ventajas materiales.
«¿Qué quedan material y moralmente de la obra colonial de los siglos precedentes? Un desquiciamiento gigantesco del mundo entero... la civilización no ha suprimido el vandalismo sino que lo ha refinado. No desconocemos los beneficios materiales de la civilización moderna, pero la cultura exterior es nefasta si olvida que es sólo un escalón para alcanzar la perfección moral.» Estas palabras de Ahmed-Riza-Bey, filósofo y político turco son corroboradas por Gandhi, el apóstol indio, quizás el hombre más grande del siglo actual: «Nuestro movimiento de no-cooperación no es anticristiano ni antieuropeo. Es una lucha entre la religión y la irreligión, entre la potencia de la luz y la potencia de las tinieblas. Estoy convencido de que la Europa moderna no representa el espíritu de Dios sino el de Satanás. Los que se dicen discípulos del divino Jesucristo, evalúan su progreso moral según sus posesiones terrestres.» «Cristo, mestizo de árabe y hebreo ha sido tan olvidado y no-escuchado como los demás orientales sus paisanos» dice por último Omar Benumeya.
Toda esta exaltación místico-étnico-patriótica culmina en la teoría india del Satyagraha. Su inventor Gandhi dice a la cabeza de su programa político: «Yo sólo busco la verdad de Dios y estoy seguro de que apoya el movimiento de Satyagraha, la no-cooperación; tengo la fe absoluta de que Dios se revela cada día a todo ser humano, pero que somos sordos a la pequeña voz silenciosa, yo siento su omnipresencia y cualquiera puede sentirla como yo.» «La crítica siente ver en mí a un político cuando esperaba que yo fuese un santo... si me ocupo de política es porque se enrolla en torno nuestro, como los pliegues de una serpiente... yo he introducido la religión en la política, no es la religión hindú, la mía, es el elemento permanente de la naturaleza humana que deja al alma absolutamente inquieta mientras no aprecia la parte que hay en ella del Creador... la Humanidad no debe ser uniforme, sino una agrupación de unidades muy diferentes que se confunda con el mundo entero.» (Es el «cada uno en su casa y Dios en la de todos» del proverbio castellano.)
Los caudillos orientales odian al populacho, la «mobocracia». Gandhi aconseja el empleo de la música en toda manifestación política, porque es el orden, el ritmo, pidiendo que se nacionalice la música y dando más importancia política a los orfeones que a las bayonetas; todo centro nacionalista debe llevar aneja una escuela de solfeo. Las manifestaciones populares son encauzadas y ordenadas, hay unos delegados voluntarios preparados para dirigir a las masas, prohibiéndose la presencia de niños. Los gritos patrióticos deben lanzarse ordenados y dirigidos con banderines y silbatos; el consejo nacional decide cuales han de ser los gritos permitidos en las manifestaciones públicas. «Los gritos discordantes son un derroche de energía y estropean los nervios de los caudillos.»
La instrucción nacionalista es mística. «La Universidad de Ahmedabad se alza para defender el honor nacional indio, representa una religión nacional que es la síntesis del Dharma hindú y el Islam mahometano; ella quiere bucear en las lenguas y culturas árabe, persa, sánscrita, poli y magahdi para descubrir las fuentes de fuerza para la nación. Será una yuxtaposición de culturas independientes y paralelas de las que brotará una suprema armonía... debemos buscar la unión en la diversidad; si los hermanos se casasen, la pureza de la familia se rompería y el amor sería falso.» Vivamos unidos y diferentes, dicen los patriotas árabes de todas las religiones, y un publicista musulmán andaluz añade: «Si todo el hombre fuese cabeza o vientre la vida sería imposible.»
Volviendo a Gandhi, vemos que el Swarayy (nacionalismo indio) se define así: «No temer a la muerte, los cobardes no tienen derecho a la independencia... el alma de los muertos y el alma de los vivos no son más que una, el movimiento eterno de creación y destrucción se continúa sin interrumpirse, nada hay en él que deba transportarnos de alegría o lanzarnos en la desesperación. Si queremos ser dignos del Swarayy debemos mostrarnos serenos ante la muerte y la vida.» Cuando el populacho, la «mobocracia» pierde los estribos, cometiendo algún acto violento y xenófobo, los jefes nacionalistas ayunan como penitencia y ejemplo para preparar al pueblo a su futura misión. «La India es la nación Cristo» que debe salvar a la Humanidad entera. A su lado están Persia, donde el patriotismo y la religión xü se confunden; Egipto, que trata de ser el centro espiritual y nacional de todo el Islam con su universidad y seminario Az-Zahar, centro del panarabismo; Israel, cuyo sionismo no pretende la posesión de un territorio nacional fijo, con sus fronteras bien marcadas y sus leyes del Estado, sino que centraliza su actividad en torno al Monte Scopus, donde la Universidad Hebrea es una escuela de ideal para toda la Humanidad. Todos comparten con la India el santo horror al «homo europæus» materialista y egocéntrico.
Terminaré lanzando una ojeada a las nuevas teorías políticas indias del Satyagraha y el Swadeshi: «El Satyagraha difiere tanto de la resistencia pasiva como el Polo Norte del Polo Sur. La última admite la fuerza y la violencia físicas; el primero no... etimológicamente significa Fuerza de Verdad y también fuerza de Amor. La busca de la verdad no admite que se recurra a la violencia contra el adversario, porque lo que parece verdad a uno puede parecer error a otro. La nueva doctrina viene a representar que no se defiende la verdad haciendo sufrir al adversario, sino sufriendo uno mismo.»
«En el dominio de la política, luchar en interés del pueblo consiste en combatir el error manifestado bajo forma de leyes injustas. Cuando por peticiones habéis fracasado en vuestra tentativa de demostrar al legislador que se equivoca, no os queda otro medio, si no queréis someteros al error, que sufrir vosotros mismos; el Satyagraha es una desobediencia civil, el que lo practica se muestra respetuoso a las leyes del Estado a que pertenece, no por miedo a las sanciones, sino porque las considera necesarias para el orden de la sociedad. Pero a veces la ley es injusta y obedecer parecería un deshonor, entonces abiertamente y civilmente afirma su protesta, rompiendo las relaciones con los culpables de la ley injusta.»
«Cuando un hombre pretende ser no-violento, no debe irritarse contra quien le ha ultrajado, ni desearle el mal; la no-violencia comprendida así debe extenderse hasta los animales, es el amor puro la ley esencial de las Santas Escrituras (los Vedas indios, el Evangelio, el Talmud y el Corán)... el dominio de sí mismo es la ley de nuestro ser, la mayor perfección demanda el mayor dominio, el sufrimiento es así el símbolo de la especie humana... la satisfacción se encuentra en el esfuerzo hecho, no en el resultado obtenido, en el esfuerzo absoluto se encuentra la victoria absoluta... la sanción definitiva de una Liga de Naciones verdadera debe ser la no-cooperación, la ley del amor.»
«El día en que una energía nueva es captada y dirigida, los capitanes do las energías antiguas la tratarán de poco práctica; podemos tener la certidumbre de que el mercader de caballos se burlaba del ingeniero que puso en movimiento la máquina de vapor. La sanción de no-cooperación internacional sería un progreso hacia la solución verdadera que es el amor internacional... perdonar es más viril que castigar, pero la abstención no tiene sentido si procede de la impotencia; no se puede decir que la rata perdona al gato cuando se deja devorar... la fuerza no depende de la capacidad física sino de una voluntad indomable... nosotros los indios nos damos cuenta de que es imposible que 100.000 ingleses espanten a 320.000.000 de seres humanos; un perdón completo afirmará nuestra fuerza... la no-violencia es una espada que debe oponerse a la espada del imperialismo.»
Al apostólico Satyagraha se añade el Swadeshi (empleo exclusivo de los productos del país), especie de boicotage místico, que sintetiza y concentra todas las actividades materiales de la nación dentro de las fronteras; no es proteccionismo, sino economía y eliminación de lo superfluo, una idea clara y seca de estilo dórico. La teoría india fue adoptada en Egipto por el Wagf en Febrero 1920, haciendo el vacío en torno a la Misión Milner, y poco a poco va corriéndose por todo Oriente.
A propósito de la bárbara rebeldía rifeño-yeblí alguien pronunció la palabra «Nacionalismo.» Es un error confundir esta salvaje xenofobia con el misticismo de Gandhi, Rabindranath-Tagore y Zaghlul-Baja. Además los cabecillas orientales identifican el triunfo de su causa con la idea de Iberia. Los árabes de América que dirigidos por el Dr. Habib Estéfano dan su sangre por el triunfo de la causa hispano-americana; los indios que paran una huelga nacionalista para no disgustar al gobernador portugués de Goa, que podía interpretar mal la huelga; el entusiasmo de Egipto, que sintetiza el resurgir del Oriente alrededor de su país y de Andalucía, cuya tradición cultural árabe es admirada en todas partes; los musulmanes de todas las razas que trabajan en Filipinas para salvar nuestra lengua y nuestra cultura, son los verdaderos nacionalistas que arden en amor a nuestra Patria y nuestra Raza. Es un ejemplo españolista que conviene enseñar a nuestros protegidos marroquíes para que aprendan a amarnos.