El Adelanto Diario político de Salamanca
Salamanca, sábado 23 de diciembre de 1899
 
época 2ª, año XV
número 4465, página 1

[ Fernando Felipe Martín ]

Los salarios altos

«Todo lo que se detenta de la vida de nuestros semejantes,
es antropofagia, porque es nutrirse desnutriendo a los demás,
es enriquecer la parte empobreciendo el todo, y es el absurdo,
la representación morbosa, de una industria robusta con obreros flacos
y de un Estado pictórico en una nación anémica.» Rafael Salillas.

Por esto la situación de España no puede ser próspera mientras la manera de producir y repartir los productos no varíe; porque no pueden hacer una nación fuerte unos obreros mal alimentados, una clase media cuyo único producto son unos estudiantes que nada saben, y una aristocracia que no conoce más que la poltronería o el movimiento de las mandíbulas.

No son exageraciones, son verdades cuya exactitud puede comprobar todo el mundo. «Aquí no hay viso de verdad más que el pueblo que no bulle, el que no mete ruido en la prensa, el que no va a las manifestaciones de bullanga, el que trabaja y espera y tiene fe en su redención. Es el único que tiene hambre y sed de saber y de instruirse, porque es el único que posee el verdadero principio de la sabiduría que es «saber ignorar».

Esto lo confiesan muchísimas gentes y hasta lo dicen algunos en los periódicos; pero en cuanto se trata de aprovechar esa vitalidad del obrero, en cuanto se le quiere elevar, poniéndole en situación de servirse mejor a sí mismo y, como consecuencia, a la sociedad, todos, aun los mejores, llaman iluso, utopista, visionario, al que tal se propone.

Diga usted y repita que no trabaja sólo por el bienestar del obrero, sino que trabajando por el bienestar del obrero se consigue el bienestar general, y se ríe la gente.

No hemos pasado todavía de «¿quién es tu enemigo? quien tiene tu oficio mismo».

Y por eso, por vivir en este aislamiento (suicida), es por lo que no llegaremos a ser nunca nada; por olvidar eso hace ya tiempo, es por lo que tanto han progresado algunos pueblos.

El patrón de aquí, el burgués (el amo), no se ocupa más que de tener obreros que trabajen para él, sin ver cómo trabajan. ¿Qué el obrero trabaja a regañadientes, qué las condiciones que se le exigen son imposibles? el patrón cree que eso no le importa y que lo mismo trabajarán a gusto que violentados por las necesidades. El error no puede ser mayor. Entre el obrero que trabaja porque ve en el salario la remuneración aproximada (no puede ser completa existiendo el salario) de su esfuerzo y el que trabaja porque las necesidades se lo imponen, hay la misma diferencia que entre el ciudadano que forma parte de un Estado porque le reporta ventajas o tal cree, y el súbdito que a la fuerza acata el Estado que sobre él pesa.

El que se somete por fuerza, no procura más que encontrar un hueco por donde salir y siempre sirve mal, porque sirve a disgusto.

Los patronos de Salamanca pagan a sus obreros todo lo menos que pueden y estiran las horas de trabajo cuanto les es posible. Creen sacar así más utilidades. Yo espero que algún día saldrán de este error.

Un caballero que ha visto los países en que la industria y el comercio tienen vida lozana, que ha visto Inglaterra, los Estados Unidos, Francia, (si quiera sea en el mapa como a mi me ocurre) dice un día a los patronos: «En todos los países adelantados, gana más el obrero que aquí, trabaja menos horas que aquí y los productos son más baratos. Comparen ustedes los salarios de otros sitios con los de aquí y verán cómo son más altos, y comparen ustedes las fortunas de los archimillonarios de fuera con las de aquí y verán la diferencia.

¡Estupefacción! ¿Pero es que estrujando mucho al obrero no se gana más que haciéndole trabajar como una persona? Nó, señor, consulte usted la Estadística y se convencerá.

¿Que cómo se explica eso? Pues perfectamente; como se explica uno, estudiándolas, muchas cosas que parecen contradictorias.

«Los pueblos condenados a largas jornadas y bajos salarios, ofrecen, como las sociedades serviles, trabajadores de poca energía en parte por necesidad fisiológica y en parte por aversión psíquica, resultando sumamente hábiles para no trabajar y ahorrar aquellos recursos vitales que el patrón ha creído haber comprado.»

La necesidad fisiológica nace de que, comiendo mal (como tiene que comer el que gana mezquino salario), no pueden tenerse las energías necesarias para el trabajo. Y la aversión moral nace del convencimiento que tiene el obrero de que no trabaja para él y sí para el amo. Y esta idea de sumisión, esta conciencia de que el esfuerzo no le produce nada, hace que economice sus fuerzas cuanto le sea dable.

«Los antiguos decían que la esclavitud quita al hombre que trabaja la mitad de su alma.»

Cuando el obrero consigue aumentar el salario y reducir la jornada de trabajo, empieza por considerarse persona y como tal, cumple sus compromisos. Cuando se le considera como una bestia, su egoísmo le hace mirar por sí exclusivamente, en contra de los derechos del patrón y del mundo entero.

* * *

Notas semanales

Los carpinteros

Además de los canteros y zapateros ya asociados, han constituido agrupación los carpinteros. El reglamento hecho por la junta directiva auxiliada de una comisión, fue aprobado por unanimidad, acordando presentarlo al gobernador para la aprobación.

Aunque las gentes dicen que los obreros no saben, la última junta general de carpinteros fue modelo de cordura y buen sentido. Mucho ánimo, señores, que ustedes saben dónde les duele.

* * *

Los albañiles

Parece piensan asociarse, y hasta me han dicho hoy, (de parte de uno), que haga una convocatoria para una junta general. No la hago, por no saber cuándo quieren reunirse, ni a qué hora, pero la haré con gusto, cuando me faciliten datos. Una vez decididos, sin prisas se hacen mejor las cosas.

* * *

Frutos capitalistas

Hace dos o tres días, ha muerto un panadero que trabajó en una acreditada panadería. Aunque sólo ha estado enfermo tres días, sus pobres hijos están ya pidiendo una limosna. ¡Trabajadores a defenderse!

Pepe Rey.

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