La biblioteca de Felipe II en El Escorial
El 1.º de junio de 1886 se hizo entrega a los padres Agustinos de las misiones de Filipinas, que hoy residen en el monasterio de El Escorial, de la espléndida biblioteca fundada en él por el Rey Felipe II, y donde se atesoran tantas riquezas en peregrinos códices árabes, griegos, latinos y españoles, ediciones de la mayor rareza y todo género de primores de las artes auxiliares del libro y de la imprenta.
El jefe de aquella dependencia es el P. Pedro Fernández, el cual, con un celo digno de todo encomio, no sólo ha procedido desde el primer momento a la rectificación de los inventarios, a la catalogación de impresos y manuscritos y a la clasificación de monedas y medallas, sino que hallándose desprovista la biblioteca de obras de la literatura y de la ciencia modernas, y careciendo la comunidad de recursos para atender a su provisión, se ha dirigido a los presidentes de las Academias, al Ministerio de Fomento y Dirección de Instrucción pública, a los Presidentes del Congreso y del Senado, al Director de la Biblioteca Nacional y a cuantas personas y centros son poseedores de libros destinados a las bibliotecas públicas, en solicitud de ejemplares con que seguir enriqueciendo aquel establecimiento de nombre universal.
El Sr. Conde de Cheste, Presidente de la Academia Española; el Sr. Cánovas del Castillo, que lo es de la de la Historia; el Sr. Marqués de Barzanallana, como individuo de la comisión interior del Senado, y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, el señor Navarro Rodrigo, y otras dignas personas, se han apresurado a corresponder tan espléndidamente a la invitación del P. Fernández, que ya con las obras regaladas por éstos y por algunos particulares, suben a 415 los volúmenes ingresados de nuevo y consignados en el registro de entradas. De esperar es que los demás centros contribuyan del mismo modo y con igual magnificencia a una obra que no titubeamos en reputar de honor nacional.
La Biblioteca de El Escorial casi constantemente se halla concurrida por literatos nacionales y extranjeros que van a hacer en ella importantes estudios, principalmente en el arsenal opulento de sus soberbios Códices. Desde 1886 [sic por 1876] han trabajado en éstos los extranjeros Mrs. Phil, Heïnebrann, Cruset, Ballaqui Aladás, Hermann Knust, Jules Berioz, Dr. Regel, Theodore Ouspenks, Brunne Keil, Rodolph Beer, Amedée Pagés y Albert Martín, y entre otros españoles, los Sres. Fernández y González (D. Francisco), Amador de los Ríos (D. Rodrigo), Felipe Benicio Navarro, Eduardo Mier, Juan Cuesta y Armiño, Juan Pérez de Guzmán, Jesús Monasterio, Joaquín de Olmedilla, Aznar, Oteyza, Padilla, Amorós, Peña, Fabié, Melgares, Macorra, Iglesias, Maura, Fuentes, &c. En cuanto a los PP. Agustinos, son muchos los que constantemente acuden a consultas, habiendo sido los más continuos fray Tirso López, fray Marcelino Gutiérrez, fray Eustaquio Uriarte, fray Tomás Rodríguez y otros.
Ayudan al P. Fernández en sus trabajos, como auxiliares, los PP. fray Eustasio Esteban, fray Ignacio Monasterio y fray Manuel Fraile, con cuyo concurso se han hecho ya 5.500 papeletas nuevas de impresos y van clasificadas 2.093 monedas, de las que sólo quedan por clasificar parte de las griegas y todas las árabes.
Es indudable que, terminada la catalogación de libros y manuscritos, y la clasificación numismática, a lo que habrá que agregar el catálogo iconoclástico, aunque no muy numeroso, ni rico en grandes obras de arte, se publicará ese trabajo que tanto ha de facilitar los que emprendan los estudiosos. Para esta publicación se impetraría el apoyo de la Real Casa.