Amena literatura
Odas sáficas
III
Dos tórtolas.
Cierta mañana del sereno estío,
Tórtolas dos con delicioso arrullo
Se acariciaban sobre verde almendro
Lleno de flores;
Cuando al pasar un cazador aleve
Las vio, y el arco previniendo luego
Hacia ellas tiende la certera flecha,
Víbrala al punto.
Cayó la una; temblador quejido
Soltó, inclinando al dolorido seno
La débil frente; y en aérea hallóse
Tumba de aromas.
El duro joven prosiguió cazando,
Mientras en torno de su muerta esposa
La otra avecilla desolada y triste
Vuela y suspira:
Y los gemidos que su pecho exhala
Mustias rebatan las lozanas flores
De aquel almendro que desnudo queda,
Seco el follaje.
¿Y sollozando tortolilla sigues
Cabe ese tronco descarnado y mudo?
¡Ay!… en su copa suspendida yace
Tu compañera!
Mas aquí vuelve el cazador mancebo…
Viene sin duda a recoger su hermosa
Víctima fría… pero dos encuentra….
¡Goza y sonríe!
——
Halewa… ¿gimes?… Delicado llanto,
Como el rocío en las purpúreas rosas
Que el aura mece, en tus mejillas puras
Lánguido oscila.
¡Tal vez comprendes que ese triste cuadro,
Que en mis palabras ofrecerte quise,
Es de mi yerto corazón trasunto…!
¡Ay! que es muy cierto!