Filosofía en español 
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Amena literatura

Odas sáficas

A MI AMIGO EL LITERATO,
autor de los viajes.

I
La Virtud.

 

¡Qué almo deleite al corazón herido
Envuelto viene en las tranquilas auras
De clara noche de frescor vestida,
      Lejos del mundo!

Aquí el derrumbe de torrente hinchado,
Bronco mugiendo sobre crespas rocas
Y reflejando el cristalino y terso
      Cielo esplendente;

De las estrellas el lucir sereno
Que, como lluvia de ligera plata,
Sobre los valles adormidos cae
      Trémulo y blando;

El plañir tierno de avecilla amante
Entre las ramas de bullente selva
En cuyo fondo solitario brilla
      Blanco tugurio…

Una dulzura misteriosa envían
A mi sensible entristecido pecho…
¡Todo del bien a la suprema fuente
      Mi ánimo eleva!

Yertas las flores del pensil divino
Que, con su aroma delicioso y puro,
Vida prestaba a la esperanza mía…
      ¡Astro caído!

¡Ay!… a lanzarme en pesadilla eterna,
Mas insondable de dolor inmenso,
Iba, arrastrado de letal delirio…
      ¡Mísero joven!

Sombra y gemidos por doquier!… Entonces
Desde la cumbre celestial, risueña,
Fue la Virtud sobre celajes frescos,
      Fue a sostenerme;

Y arrebatóme en sus nevadas alas,
Rápida hendiendo el tenebroso caos,
Y en estos campos do el Señor sonríe
      Vino a posarme,

Y al son del arpa que me dio, ceñida
De negras violas y azulados lirios,
Entregó en paz al vaporoso viento
      Cántico alegre.

¡Oh! yo te adoro cariñosa virgen
Que del consuelo la fragante copa
Me ministraste en mi aflicción sombría,
      Diva azucena!

Tú me dijiste en ideal acento
Que de placer mi corazón henchía,
Tú me dijiste al revolar al cielo,
      Casta doncella:

«Yo soy la estrella que a los hombres guía.
De la existencia sobre el mar inquieto…
¡Ay del que cierre a mi lucir los ojos!
      ¡Sígueme siempre!»

Sobre este césped que a mis plantas gime
Ven, oh Virtud, a coronar mi sueño
Y tu sonrisa mis nublados ojos
      Selle amorosa.

Vela a mi lado; en ilusiones de oro
Mis pensamientos hasta Dios sublima,
Y mis recuerdos al umbroso olvido
      Pía despeña.

¡Cómo se ensancha el corazón y late
Plácidamente so tu blanca mano
Que con esencias del edén le riega!
      Vela a mi lado.

Gumersindo Laverde Ruiz.