Sección Universitaria
Contestación
Madrid 12 de marzo de 1854
La redacción va a hacerse cargo de las comunicaciones de algunos señores rectores de Universidad, porque se ha propuesto indeclinablemente combatir lo que no cree conforme, sea cual fuere la investigadura bajo la cual asome el semblante.
Las comunicaciones de que hablamos están concebidas en los siguientes o parecidos términos:
«Muy señores míos de mi mayor consideración: He procurado fijar la atención de estos catedráticos en el primer número del Círculo, que VV. han tenido la bondad de remitirme, aunque sin disminuir en lo más mínimo la libertad de acción en cada uno de ellos, porque tal es mi sistema en todo lo que no es de disciplina universitaria. Creo con esto haber satisfecho, en cuanto me es posible, los deseos de ustedes, siendo los míos ofrecerme a sus órdenes como su afectísimo S. S. Q. B. S. M.»
Vamos a examinar algunos puntos.
Primero. «Sin disminuir en lo más mínimo la libertad de acción.»
Respuesta. Ni esta redacción ha solicitado que los señores rectores de Universidad disminuyan en lo más mínimo la acción de los señores catedráticos de su jurisdicción escolástica, ni la ley ha puesto en mano de los rectores el arbitrio de hacerlo. Esta Redacción no ha podido tener la pretensión de un doble absurdo, un absurdo moral y otro legal; ya porque esto no cabe en su buen sentido, ya también porque semejante conducta haría un imposible de su propósito, precisamente cuando aspira al rejuvenecimiento de la opinión.
La Redacción del Círculo científico y literario tiene obligación de haber aprendido por qué y cómo quiere, y no habiendo demostrado nadie hasta ahora que ha dejado de ser justa, no ha dado a nadie la facultad de que la conteste con un alarde de justicia.
Segundo. «Porque tal es mi sistema en todo aquello que no es de disciplina universitaria.»
Respuesta. La disciplina universitaria, como todas las disciplinas del mundo, tiene por fundamento necesario el bien; ese bien que quiere decir justicia y verdad; esa verdad y esa justicia en que el espíritu humano se desarrolla perpetuamente, como la luz se desarrolla perpetuamente en el espacio. Pues a ese bien aspira el Círculo; por ese bien trabaja, influye y sacrifica el Círculo. El Círculo pretende verdad para la escuela; pretende justicia para los olvidados ministros de esa escuela; pretende bien para todos los españoles, porque a todos los españoles mira de frente la opinión de su patria. El Círculo toca a la disciplina universitaria, no en su figura, no en sus intereses de ayer o de hoy, sino en su estructura esencial, sino un sus intereses de razón y de porvenir, sino en ese algo divino que marca un sendero a todos los estatutos posibles. –¿Quién ha dicho que no se relaciona con la disciplina universitaria: que no es disciplina universitaria el mejoramiento universitario? ¿Quién ha dicho hasta hoy que no toca al hombre la perfección del hombre? ¿Quién ha dicho que todas las piedras de un alcázar no se relacionan con su cimiento? ¿En qué lugar del mundo se levantan edificios sin base? ¿En qué lugar del mundo no es monumento la estatua de mármol que consagra la memoria de un héroe? ¿Quién ha dicho que no es disciplina universitaria la inteligencia que refiere a un pueblo, a una gran clase y a un fin sagrado las necesidades de una generación? ¿No es una clase grande el profesorado nacional? ¿No es un fin sagrado el desarrollo del pensamiento, la disciplina inalterable de la enseñanza, el hombre propio que lleva un día de trabajo al hogar de su espíritu? ¿Nada hay que llevar a la casa de la ciencia? ¿Nada hay que llevar a la casa de ese profesorado? Sí, mil veces sí.
Quien de otro modo juzgue, no comprende quizá lo que es disciplina universitaria.
Tercero. «Creo con esto haber satisfecho, en cuanto me es posible…»
Respuesta. La Redacción no acepta tampoco estas palabras. El jefe de una universidad puede y debe representar de otra manera el interés del Círculo; es decir, los intereses de la escuela como doctrina y como forma, como idea y como profesión: en una palabra, como libro y como hombre. El Círculo científico y literario anuncia un bien para los hombres y para los libros: un bien pequeño, muy pequeño; pero un bien. Quizá ese bien pequeño no se alcance; pero el jefe de una universidad ha recibido de su carácter público la imprescindible obligación de querer lograrlo, de trabajar y sacrificar por que se logre; así como el Círculo trabaja y sacrifica para que se inicie en la conciencia de la opinión, para que se inocule en la sangre de todos; porque sangre de todos es la opinión de un bien. Tal vez el catedrático gane poco; pero ninguna ley confiscará sus triunfos al hombre moral. ¿Y después? Después sucederá que el mundo podrá no existir; pero la predestinación del mundo existirá siempre.
Quien así no juzgue, falta esencialmente a la disciplina universitaria.
Cuarto. «Creo con esto haber satisfecho, en cuanto me es posible, los deseos de VV.»
Respuesta. El Círculo científico y literario no tiene deseos. El deseo del Círculo es el deseo del profesorado, el deseo también de los señores que firman las cartas, el deseo del bien, de la razón, del sacrificio; el deseo de una ola del mar que se junta a otra ola del mar; el deseo de una piedra que quiere sostener una estatua. El Círculo no tiene deseo suyo, porque nunca fue suyo el deseo universal de la verdad y de la justicia. El deseo del Círculo es el deseo de España, el deseo del mundo como moralidad y como inteligencia, el deseo de la disciplina.
Los redactores del Círculo científico y literario no se prometen un porvenir del periódico; los más de ellos no tienen necesidad de escribir, y los que de escribir tienen necesidad seguramente ganarían más para su fama y para su plato arreglando comedias.
Los señores a quienes contestamos, estarán satisfechos de su proceder: la Redacción del Círculo no tiene que quitar nada del suyo, ni de su proceder, ni de su conciencia, ni de su corazón.
¡Cuántos peligros tiene el decir verdad; pero cuán venerable es su sacerdocio!