Filosofía en español 
Filosofía en español


Estado de algunos Institutos

Hablamos para la razón científica y literaria de nuestro país. Ni más permite la actitud legal de nuestro periódico, ni otro espíritu puede caber en el círculo de sus naturales aspiraciones. El que presuma que nos lleva el placer de contradecir o de murmurar, se engaña mucho. El que se permita la presunción de que obramos para adular al Profesorado, se engaña no menos. El que comprenda que escribimos para hacer de nuestro porvenir un día de gala, se engaña más. Quisimos ayer, queremos hoy y querremos mañana que se dé consideración y decoro a la escuela: la consideración y el decoro que la escuela merece: queremos que el cuerpo del Profesorado español se levante grande como él es, y nos muestre en el pecho el escudo de sus prerrogativas como institución madre del estado, porque es el mismo estado en su original poderío. Quisimos ayer, queremos hoy y querremos siempre que una idea ilustrada y un sentimiento culto eslabonen un alma a otra alma, y que sea cumplido el gran ministerio de dar al hombre el algo sublime del hombre. Así obramos ayer, así obramos hoy, así obraremos mientras haya manera de obrar, porque tal vez no nos es dado vivir de otro modo.

La conciencia de un gran deber y de una gran necesidad tiene sus palabras: por boca de ese gran deber y de esa gran necesidad habla el Círculo científico y literario: aquellas palabras son nuestra cabeza y nuestro corazón, el corazón y la cabeza de España toda, el corazón y la cabeza de todo el mundo, porque cada cual dirá lo que le plazca; pero Dios ha querido que este mundo haya de ser una esperanza de perfección y una creencia.

Entiéndase, pues, que nos dirigimos exclusivamente a la idea de doctrina, que buscamos humanidad para los hombres, empezando por nosotros mismos, que buscamos lo que nos parece mejor, y muy buena debe ser nuestra causa cuando a nosotros que somos tan pequeños, nos da alientos para acometer una empresa tan grande.

Ahora llamamos la atención del Gobierno acerca del particular que sirve de epígrafe a este artículo.

Hemos entendido con suma extrañeza y no menor disgusto, que a ciertos Institutos no se les ha otorgado en este año ninguna suma por concepto de gastos de escritorio y suscripción a libros útiles. ¿Mas para qué se han fundado las bibliotecas si no han de tener libros? ¿Para qué han de vivir si no han de tener vida? ¿Será decoroso, ya que no queramos hablar de lo razonable, que los señores profesores de aquellos Institutos vayan a leer en casa del vecino, o que destinen a su mejoramiento como catedráticos una parte de su modestísima posición como hombres?

Este hecho que parece a primera vista insignificante, es causa, empero, del cansancio que se deja ver en el siguiente párrafo de la carta con que nos ha favorecido un hombre celoso y benemérito. «Y figúrese V., nuestro estimado amigo –dice– si un alma calenturienta y jadeante a la vez debe sufrir cuando ve yacer a nuestra patria en esa especie de letargo: en esa degradante indolencia que opone una fuerza, muy poco menos que invencible, a las más generosas intenciones y a todas las empresas científicas mejor meditadas. ¿Qué mucho que desolados por el amargo convencimiento del presente, depongamos el ideal del porvenir, nos sintamos ineficaces y melancólicos, y dirijamos a nuestros hermanos de pensamiento las terribles palabras del Dante: lasciate ogni speranza? Solo un talento eminentemente organizador y una mano enérgica pudieran transformarnos.»

Ved aquí como el desaliento hace de nuestras fuerzas una momia. ¡Ay de aquellos pueblos en donde muchas momias se pasean por las calles! Líbrenos el cielo de creer que nosotros seamos ese genio organizador de que habla nuestro amigo: harto nos agobia la realidad de que no lo somos, para que nos empobrezcamos con la vanidad de querer serlo; no. El Círculo científico y literario –hablo a nombre de mis distinguidos compañeros de redacción– es una voluntad deliberada que quiere, que influye, que trabaja, que sacrifica: que está decidida a querer, a influir, a sacrificar. ¿Pero por qué? Porque cree en el prestigio de las ideas: porque cree en la utilidad de la gloria: porque cree y quiere creer que no se llega antes por los senderos de la tierra que por los senderos del alma: porque cree y quiere creer que hay un elemento imponderable que está pasando un día y otro día sobre la cabeza de los hombres. Piérdase en hora buena la esperanza; pero no escondamos el semblante a la providencia de la razón. Si el instituto de la doctrina está olvidado, piérdase en buen hora la esperanza; pero trabajemos por hacer de un olvido una vida.

Esto es lo que el círculo quiere.

No falta quien pregunte: ¿lo alcanzará?

Nosotros decimos: ¿deberá alcanzarlo? – Creemos que sí, y también creemos que si no lo alcanza, el tiempo hablará.

Autor de los viajes.