Filosofía en español 
Filosofía en español


Sección crítica

[ Las historias de la medicina de Chinchilla y Morejón ]

Entre las muchas producciones con que en estos últimos años se ha enriquecido la literatura española, figuran en primera línea dos obras apreciables de literatura médica, tanto por la buena opinión científica de ambos autores, como por la lectura de sus obras, que mayormente la cimenta: hablo precisamente de los Anales Históricos de la medicina en general y de la española en particular del señor don Anastasio Chinchilla, y de la Historia de la medicina española, obra póstuma del señor don Antonio Hernández Morejón.

Sensible en extremo es, que cuando hay tantos médicos eruditos en España, y cuando tanta boga y recomendación tienen para muchos las traducciones de las obras médicas del vecino reino, sensible es repito, no haya habido un español siquiera, que haya hecho un juicio crítico de estas dos producciones originales, y tanto más extraño cuanto que a ello han excitado algunos periódicos políticos, publicando el anuncio para la suscripción de dichas obras, y lamentándose de no poder hacer su juicio crítico por no ser jueces competentes en la materia. Todos estos motivos han movido mi ánimo para hacer un examen crítico de dichas obras, que si no puede corresponder a la bondad de ellas, al menos saque de la apatía en que yacen a muchos médicos ilustrados, para que con juicio más acertado y más erudición y severa crítica, alcancen lo que únicamente yo tendré la honra de haber comenzado.

A pesar de no haber criticado por buenas leyes, es decir, del único modo posible y legal, ambas obras, no han faltado empero disgustos y críticas, o con demasiada ligereza a ambas, o atribuyendo a uno lo que manifiestamente de la lectura de ambas aparece bien distinto para el juicioso observador, y he aquí una de las razones que me han impulsado para hacer este examen. No habiendo tenido la dicha de escuchar al señor Morejón, ni ser su discípulo, no participaré del entusiasmo, acaso exagerado, que sus discípulos le prodigan; y por otra parte no conociendo personalmente al señor Chinchilla, ni puedo estar decidido por uno, por amor de maestro, ni tampoco zaherir al otro por la emulación de condiscípulo; tan solo pues los juzgaré por lo que aparecen en sus obras, no por lo que pudieron ser, sino por lo que son; porque esa es la verdadera situación del crítico en esta ocasión en que tan divididos se encuentran los pareceres de profesores distinguidísimos.

Ocupándonos ya de dicho examen empezaremos por la obra del señor Chinchilla, por ser más vasto su plan, pues además de ser su objeto la medicina patria, lo es también la historia general de la medicina y cirugía hasta nuestros días. La utilidad de una historia razonada y filosófica de la medicina y cirugía, es indudable, y tanto más en España en que no hay absolutamente nada más que manuales, que que si bien son apreciables para las escuelas, no llenan la ambición del joven que se dedica al precioso ramo de la literatura; de consiguiente aunque otra ventaja no tuviera la publicación del señor Chinchilla, creo es la suficiente para que merezca el aprecio de sus compatriotas por tan ardua empresa.

En cuanto a la obra en general es de bastante mérito y exacta; el estilo claro y vigoroso cuando lo ha menester (expresamente en algunas notas en que el señor Chinchilla se deja llevar de su entusiasmo patrio y amor al estudio; pero siempre con el comedimiento de un historiador sensato y razonado) no es sin embargo henchido, ni busca circunloquios, antes más bien es fácil, correcto y como dogmático, que verdaderamente es el que corresponde a la historia literaria, que no se presta a las galas oratorias y vehemencia de las pasiones de la historia política. El juicio de los autores es bastante exacto, igualmente que el análisis de sus doctrinas y la suerte e influencia que debieron ejercer en la medicina, aunque creemos que debía haberse extendido algún tanto más en las biografías de los médicos extranjeros.

Detallando ahora las bellezas de la obra, lo haremos por partes, en el orden siguiente:

1.º Medicina general: En la primera sección de esta parte de su historia, habla de la medicina de los pueblos más antiguos, trata de todo lo que es de interés y de erudición relativamente a la medicina mitológica, habiendo reunido en estrechos límites, cuanto los autores más recomendables han averiguado acerca de este punto, siendo más ventajoso su juicio para el que quiera estudiar esta parte, que el del inmortal Sprengel, que si bien manifiesta una gran erudición, también es cierto que cansa con sus muchas citas, textos y pruebas, en que apoya su opinión, de modo que omitiendo todas esas citas ha hecho mucho favor el señor Chinchilla, en mi concepto, y no merece se le moteje, como algunos hacen.

Pero donde merece una gran atención el señor Chinchilla, y en lo que en mi concepto ha aventajado al mismo Sprengel, es en el famoso artículo de Hipócrates, pues no solo hace la crítica de las obras de este grande hombre, sino que pone todos los juicios críticos de hombres célebres y eruditos, acerca de las obras genuinas o apócrifas, y no contento con esto, hace un extenso análisis de cada una de ellas; en fin, considera a Hipócrates bajo el aspecto no solo médico-práctico, sino sus virtudes, su moral médica &c. &c.; siendo tantas las bellezas y el tino que dicho señor emplea en este artículo, que solo él a falta de otros títulos sería capaz de asegurar una reputación bien merecida. En el resto de la obra es exactísimo adoptando casi con bien poca diferencia a Sprengel, suprimiendo algunas digresiones que al autor tudesco le habían parecido capaces de embellecer su obra, y que sin duda prueban su erudición; pero que nada utilizan a los que simplemente se dedican a la literatura médica. Finalmente, en la exposición de los sistemas está bastante exacto, pues ha trazado los que dominaron en las escuelas y dominan hasta nuestros días; de consiguiente en este punto el señor Chinchilla ha superado nuestras esperanzas, pues ha vertido en nuestro idioma cuanto bueno existía en la famosa obra de Sprengel, añadiéndola o más bien continuándola hasta nuestra época, y rivalizando con el inmortal tudesco, por lo que merece nuestra alabanza.

A pesar de todo, no debe pasar desapercibido que en una de sus últimas entregas y hablando de la fisiología de Lorenzo Martini de Turín, pone el señor Chinchilla que está escrita en latín, cosa que evidentemente no es así, pues si bien es cierto escribió un tratadito de fisiología en latín, tampoco lo es menos que su gran fisiología, es decir, la que le dio reputación literaria, está escrita en idioma italiano; y una de las cosas que siento entre otras, es, que no haya hecho un análisis de ella dicho señor, cuando se ocupó muy detenidamente de otras, que ni con mucho pudieran compararse con la del elocuentísimo Martini, con la del Cicerón italiano.

2.º Historia de las operaciones quirúrgicas. En esta parte no desdice el autor de la que acabo de examinar: expone las operaciones, los diferentes procederes, anotando con mucha oportunidad los descubrimientos debidos a los españoles, y que por orgullo o pasiones menos dignas dejaron y dejan en silencio los autores extranjeros; a diferencia de los españoles, que es suficiente que una cosa venga de la nación vecina para que se acoja con entusiasmo. Bien puede sentirse en gran manera, que haya cesado el señor Chinchilla, y que haya en esta parte omitido las láminas representando los instrumentos; pero las razones que alega son por desgracia demasiado ciertas, para que no sintamos el vernos privados de ese timbre que honraría mucho a nuestra cirugía y al redactor que del olvido había sacado tan preciosos documentos.

3.º Historia española. La medicina Española nos gustó sobre manera, y a pesar de que este es uno de los monumentos de gloria del señor Chinchilla, sentimos en el alma haya habido personas y aun acaso amigos de dicho autor, que digan no son debidos a sus desvelos los preciosos documentos que presenta, y sí fruto de los de su maestro, de quien nos ocuparemos después; cosa en verdad, que a ser cierta desmiente algún tanto el prestigio literario del autor; y nosotros más imparciales diremos, que si bien el señor Chinchilla, como estudioso y aplicado, pudo aprovecharse de las lecciones de un maestro, no es menos cierto que consumió mucho tiempo y un inmenso capital en una gran librería, así como haber registrado, según nos consta, los archivos reservados de varias bibliotecas; finalmente, podemos decir que en la parte biográfica, y más aún en el análisis crítico, es más extenso que su maestro, porque no solo indica en general de que trata un autor, sino que minuciosamente lo hace de los capítulos más interesantes.

Esta parte de la obra del señor Chinchilla es en nuestro concepto superior en la parte biográfico-bibliográfico-analítica a las dos partes anteriores, y no vacilamos un momento en darle la preferencia sobre ellas, sintiendo solo que no salga con más velocidad.

En cuanto a la parte material, es edición lujosa de tamaño de cuarto prolongado, impresión de a dos columnas y hermosa tipografía, lo cual hace muy apreciable la obra del señor Chinchilla, siendo de sentir su demasiado coste, lo cual depende de su extensión y de la calidad de su papel, lo cual hace que muchas personas se retraigan de inscribirse.

Historia de la medicina española del señor Morejón. La reputación colosal de este insigne español, su constante adhesión al estudio y encantador lenguaje, recomendaban de suyo cualquier producción de hombre tan benemérito. ¡Pero cuánto mas no debía recomendarle entre los médicos, su constante afán de escribir la historia de la medicina española!

En efecto, todos esperaban la publicación del señor Morejón, pero la muerte nos le arrebató sin que pudiera dar la última mano a sus manuscritos, cosa que en efecto debemos sentir los amantes de las glorias españolas.

La historia publicada por la biblioteca, que es la obra póstuma del Sr. Morejón, es de un mérito extraordinario, no solo por la parte de la medicina sino por varias cuestiones que dilucida, por la vasta erudición que manifiesta en ciencias accesorias, y finalmente por lo que ella misma se recomienda es por el lenguaje sublime, pulido, esmerado en extremo, elocuentísimo y lleno de fuego más de una vez, sin perder nunca el aplomo que tanto importa al historiador. Es indudable que si el señor Morejón hubiese publicado en vida sus manuscritos, hubiera rebajado mucho la reputación de su digno discípulo el señor Chinchilla, o al menos hubiesen sido dignos émulos, mientras que hoy a las leyes de la razón crítica queda superior el maestro en el lenguaje, en las imágenes, en la erudición de ciencias accesorias; pero también superior es sin duda el discípulo en la parte analítica de las obras, pues como la historia crítica no solo se refiere al nombre de la obra y pálido bosquejo, sino a toda la extensión, aquel que más detalla y prueba los defectos y las bellezas, ese es el superior en la parte crítica, porque decir que una cosa es mala o buena, no es la razón crítica, puesto que esta es discutir y probar la verdad o el error de la doctrina; de modo en fin, que mientras el señor Chinchilla aparece como más penetrado del pensamiento crítico, el señor Morejón aparece más dispuesto a dar a conocer los nombres de los autores y sus obras.

Bellezas hay en el señor Morejón inimitables, especialmente en la crítica médica del Quijote; en su plan de medicina legal, y más que todo, donde hace brillar dicho señor todo el fuego de su ingenio y su vasta erudición, es en el examen general que hace de cada época y circunstancias, y muy particularmente en el que precede a la de los árabes, en que demuestra su tolerancia, sus ideas liberales y su profundo amor al estudio por la pérdida de los manuscritos que tanta gloria nos pudieran reportar.

La parte material es hermosa, buen papel, buena tipografía, su tamaño en octavo.

Después de haber hecho el análisis de estas obras, debo advertir a mis lectores, que si viesen que mi juicio se inclina mas bien a este que al otro, en cualquiera de los puntos que llevo indicados, no nace de adulación, condescendencia o amistad, pues repito, que estoy a igual distancia de ambos autores y aun de sus allegados, siendo solo lo que mi corto ingenio me ha sugerido después de la detenida lectura de ambas obras, las cuales creo dignas de ocupar la biblioteca de un médico instruido, y deseando que las partes que faltan, tanto a uno como a otro, correspondan completamente a las que van publicadas, en cuyo caso les rendirá el debido tributo de admiración y gratitud por la gloria que supieron dar a la medicina patria el mas ínfimo de sus comprofesores.

Dr. Ildefonso Martínez.