Filosofía en español 
Filosofía en español


[ Antonio Aparisi y Guijarro ]

Pensamientos religiosos

El que se siente herido lleva continuamente su mano a la llaga; el que se apodera fuertemente de una idea revuelve sobre ella mil veces; y he ahí por qué oímos por todas partes y por qué nosotros en todas partes repetimos: ¡Siglo es este de transición, siglo de espantable magnificencia! Por ello quien hoy se emplease en escribir hermosas bagatelas, flores que brillan y mueren, halagan pero no alimentan, semejaría al insensato que bailase riendo en el borde de un volcán, o al imbécil que puesto en pie en la cumbre de los Andes mirase a tierra, mientras tenía un Océano que contemplar extendido a sus pies, y todo un cielo desarrollado sobre su cabeza.

Ahora, en la época presente, que existe un gran combate en el mundo político y en el mundo moral, que se despliega a nuestros ojos un horizonte inmenso, que la humanidad al parecer va a dar un paso y a transformarse, ahora es cuando debemos principalmente los hombres ocuparnos en graves y profundas meditaciones.

¡La religión y la historia! He ahí los estudios importantes, y por excelencia sublimes. La religión explica la historia, la historia prueba la religión.

¡Cuán hermoso es, a la manera que los antiguos agoreros buscaban lo futuro en las entrañas de la víctima, buscar en las entrañas de los siglos que han pasado la historia de los siglos que han de venir! ¡Cuán sublime, preguntar los principios que vivifican el mundo moral al mismo autor del hombre y de la sociedad!

¡Esas revoluciones que arrebatan a algunos reyes sus coronas, y mudan las costumbres de los pueblos, tremendo espectáculo! ¡pasmosas transformaciones! son sangrientos juguetes del acaso, ¿qué es la filosofía del ateísmo, o son obra meditada de la Providencia, qué es la filosofía de la religión? ¿Esa religión divina que bajó del cielo cuando Dios hizo el mundo, que ha atravesado los siglos, ilustre vencedora de Diocleciano, que la perseguía a nombre de todos los dioses, y del siglo XVIII que la acometió a nombre de la nada, hizo en efecto libres al hombre y a la sociedad, esclavos aquel de pasiones sin freno, y esta de leyes atroces, consecuencia necesaria del politeísmo? ¿Tiene en sí propia esa religión bastantes elementos con el conocimiento y amor de Dios, la esperanza y temor de una vida futura, y los principios que abriga en su seno de todas las ciencias sociales para ser poderosa, si se la conoce y observa cual es debido, a mejorar el corazón, e ilustrar el entendimiento del hombre hasta el punto de darle la perfectibilidad de que es susceptible la humana naturaleza? Si la sociedad es obra de Dios, si como tal ha debido recibir precisamente de su mano leyes eternas, o lo que vale lo mismo, elementos necesarios para vivir y perfeccionarse, ¿cómo acontece que hollándolas, o bien se despedaza la autoridad, o bien se ahoga la libertad, naciendo de aquí el despotismo o la anarquía? ¿De qué forma, y merced a la luz y al fuego santo de la religión de Jesucristo, y apoyados en su altar, se mejorará e iluminará el entendimiento y corazón humano, y andarán juntos el orden y la libertad, llegando por fin a alcanzar sus gloriosos destinos la progresiva humanidad?

Ved cuestiones altamente importantes y sublimes: para nosotros que nada vemos fuera de la religión, y vemos en ella, o por ella, cuanto hay de magnífico y de hermoso, están resueltas en el fondo esas cuestiones. Pero si acometiésemos demostrarlas, sentiríamos al instante que no éramos ingenios favorecidos del cielo, y se nos caería la pluma de la mano, asombrado el ánimo con su grandeza.

A. Aparici.