Filosofía en español 
Filosofía en español


Al Caballero Puig, luego de haber cantado, acompañándose él mismo con el piano, un ária de Marino Faliero, ópera de Donizzetti

Improvisación

Gracias, artista, gracias.

Cinco minutos de vida después de un año de muerte, cinco minutos de cielo después de un año de infierno, cinco minutos de inspiración después de un año de escepticismo... y vida y cielo e inspiración, todo te lo debo a tí, artista!,... gracias, gracias.

¡Oh! si de detrás del cembalo, donde aparecías sentado como Calderón en su bufete, como Velázquez frente de su caballete, como Dios en su trono, tus ojos hubiesen acertado a fijarse en los míos perdidos entre la muchedumbre,... oh! entonces mi cabeza erraba también como la tuya por los espacios luminosos, separada del tronco material por el resplandor de los cirios, por las respiraciones ardientes y los aromas de las bellas, por los aplausos arrebatados de la multitud, entre los cuales ofrecíasele tu voz como la melodía de un coro de ángeles al través de las nubes de incienso de los mortales. Para tu cabeza la melodía del coro de ángeles la formaban los aplausos que como a mi se te ofrecían al través del aliento abrasado y del aroma de mil bellas, de las luces deslumbradoras, al través de los ecos encantados de tu voz los cuales debían serte gratos y anonadarte aun a tí, como son gratas al poeta y hacen hervir su frente y ojos las estrofas que acaba de echar de su imaginación, como el pintor sonríe y ladea el cuerpo para ver en escorzo las pinceladas que acaban de trazar sus manos.

Porque nada se resiste a la obra más magnífica del creador, porque como la chispa eléctrica prende en un cuerpo ya exánime, el ARTE toca en el punto mas céntrico del corazón del más frío materialista y viene a recordarle con vergüenza de su rostro que debajo de sus carnes existe algo de espiritual, algo de aéreo, algo que escapa al sardonismo de sus cálculos. Y yo he visto en tí la personificación del Arte –he visto más– he visto en tí el bello ideal de la belleza, el Arte cual se imagina en los sueños, con todos los accesorios de naturaleza y de voluntad... Rossini y Bellini, Shakespeare y Dumas, Dios y el hombre. Y tu voz me ha recordado también las vagas ideas de belleza física que concibiera un día contemplando el retrato del autor de tu ária, unas ideas que nadie puede sujetar a la pluma y que ve sin embargo en relieve cualquier poeta cuando contempla un rostro prolongado y pálido, un mirar fijo a un tiempo e incierto, una frente prominente y despejada, tocada apenas por el cabello que naturalmente quiere irse atrás, como yo he contemplado en un retrato de Donizzetti... Oh! gracias por uno y otro, gracias!

Artista, Puig, predestinado de mi patria Barcelona; tú no me conoces a mí, yo tampoco a tí, pero somos muy amigos, yo lo sé –por mi parte las horas de ventura positiva, aquellas horas en que algunos hombres dejan de serlo en fuerza de acercarse a la Divinidad, mis horas de poesía serán todas tuyas y para tí...

J. Ll.