Filosofía en español 
Filosofía en español


bibliografía medica española
Gómez Pereira

Uno de los médicos españoles mas notables del siglo XVI fue el insigne Gómez Pereira, médico ciertamente de Medina del Campo y no solo, según todas las apariencias, como dice la Biografía médica publicada en París. El célebre médico francés Bordeu en sus Investigaciones sobre la historia de la Medicina dijo de él lo siguiente: «Pereira, médico español del siglo XVI, fue uno de los primeros que supo sobreponerse a las preocupaciones reinantes en favor de Galeno. Era en aquel tiempo dar una prueba la más decidida de valor el atreverse a contradecir al tirano o usurpador bajo el cual gemía la Medicina catorce siglos había. Pereira se inmortalizó por haber presentido los inconvenientes de las opiniones galénicas que habían avasallado a los médicos hasta el punto que las obras de los más famosos de entre ellos son insoportables por la vulgaridad de los elogios dados a Galeno. No era permitido contradecirle, porque había tenido la buena fortuna de juntarse a Aristóteles que se había hecho el oráculo de las escuelas aún entre los cristianos.» En efecto, Pereira fue uno de los ilustres españoles que con el inmortal Luis Vives y otros filósofos y médicos fueron seguramente en Europa los primeros que osaron y supieron sacudir el tiránico yugo del peripato y del galenismo, aunque también habían sido los que supieron mejor apreciar las buenas máximas y útiles doctrinas de Aristóteles y Galeno. Pereira refutó a este último, particularmente sobre su doctrina de la naturaleza, causas y diferencias de las calenturas, no de paso en sus escritos, sino expresamente en una obra en folio, titulada: Novae veterisque medicinae experimentis et evidentibus rationibus comprobatae. Empieza su prólogo por decir que conoce bien cuan difícil empresa es el combatir las doctrinas de unos autores tan celebrados como Aristóteles y Galeno y tan estimados en su tiempo, pero que por tales dificultades no desiste; añadiendo: Sum enim adeo captus effraeno quodam amore docendae veritatis et hujus superstitionis extirpandae ab universae Europae Scholis, jam annos ferme retro quinquaginta in professores scientiarum subrepentis et jam nunc publice grassantis, ut de me vere dici illud Ovidianum valeat: Nec capiunt inclusas pectora flammas. Y para que se vea más que si acometió tan ardua y aún peligrosa empresa no fue por petulancia ni por espíritu de novedad, sino por un ardiente amor de la verdad, por convicción y por su gran experiencia, véase el siguiente pasaje en que refutando dos asertos de Hipócrates referidos por Aecio, dice: Nos autem utrumque falsum esse frequentissimis eventibus novimus, neque me pelulantem esse, qui hoec legeris, existimes, quod adeò clarè mentiri Hippocratem fatear; nam (meam conscientiam testor) audaciae aut temeritati meae id non adscribendum, sed ne juvenes et indocti senes decepti tanti viri auctoritate fidem verbis Hippocratis (si ejusem sunt) dent, et decepti ita eventurum ut ipse dixit, credant.

Mas esta obra, bien que muy singular y ahora poco conocida, no es la que ha dado más fama a nuestro Pereira, pues junto con la desmedida autoridad de Aristóteles y Galeno se han ofuscado también los nombres de sus más doctos impugnadores. La obra que principalmente ha inmortalizado a Pereira es la que de los nombres de sus padres tituló Antoniana Margarita, y que también en folio, a más de una nueva doctrina sobre la materia y las formas sustanciales, contiene y expone extensamente su famoso sistema del automatismo de los brutos, probando con muchas razones que estos carecen de sentido. El licenciado Miguel Palacios, catedrático de teología en la universidad de Salamanca, puso unas objeciones a muchas de las que él llamó paradojas de la Antoniana Margarita; pero luego Pereira respondió a estas objeciones con una enérgica Apología.

Es sabido que el célebre Descartes sostuvo mucho tiempo después esta misma opinión de ser los animales unas meras máquinas, opinión que pudo muy bien haber tomado de Pereira. «Descartes, no deja de decir la Biografía médica francesa, ha sido acusado de haber bebido en este libro y de haberlo hecho imprimir, siendo por lo demás muy raro.» El expresado Bordeu sigue hablando así de nuestro autor: «Pereira supo también hacer brillar su talento creador y superior a las ideas comunes, avanzando una especie de paradoja que se ha hecho famosa. Quitó todo conocimiento a las bestias, y las redujo al estado de puras y simples máquinas. Era atacar la parte más numerosa de la antigüedad o acusarla de no haberse explicado exactamente sobre este punto; era abrir una nueva carrera; y de este sistema tan cacareado en el siglo pasado, es del que nacieron en parte algunas locas hipótesis sobre el materialismo. Luego después que Descartes hubo publicado su sistema sobre el alma de las bestias y procurado probar que no eran sino verdaderas máquinas, los críticos tuvieron cuidado de acusarle de haber copiado las ideas de Pereira. Esta imputación, es preciso convenir en ello, no era sin fundamento, y Descartes fue tan grande de su propia gloria que no ha de temerse que se disminuya, volviendo a los otros lo que les pertenece. Sin duda es honroso para la Medicina que haya podido suministrar modelos a Descartes y abrirle el camino en sus descubrimientos. Nada eleva y ennoblece tanto nuestro arte como las cosas que con la mayor frecuencia han tomado de él los mejores talentos. Si Pereira hubiese podido saber que Descartes adoptaría su sistema, lejos de tener envidia, se hubiera creído en el colmo de la gloria. La opinión de Pereira, puesta a la moda por la aprobación de Descartes, fue una de las causas de la revolución que hizo este filósofo en la Medicina como en la Física.» Sería fácil citar otros autores franceses que hacen el mismo honor a Pereira, cuya Antoniana Margarita es una obra ciertamente original por varios motivos. Concluiremos por copiar lo que nuestro esclarecido abate Lampillas dice de Pereira. «Después de Vives y antes que los italianos Cardano y Bruno, abrió nuevo sendero a la filosofía el español Gómez Pereira. Él, ante el establecido imperio del peripato, tuvo valor de publicar un nuevo sistema de física contrario al de Aristóteles. Sacudido el yugo no menos de los antiguos filósofos que de los médicos, se rebeló contra Aristóteles y Galeno: contra el primero en su libro que para honrar los nombres de sus padres tituló Antoniana Margarita. En este estableció nuevos principios opuestos a la materia y formas sustanciales que hasta entonces dominaban en las escuelas. En él, muchos años antes que Descartes, quitó el alma a los brutos, haciéndolos volver otras tantas máquinas privadas de sentido; opinión después adoptada e ilustrada por Descartes, si bien los franceses pretenden que este filósofo no la ha tomado de Pereira, lo que de otra parte podrán difícilmente probar, cuando es cierto que setenta años antes que Descartes la publicó el Español. De este sistema dice Daniel Huet en su censura de la Filosofía cartesiana: Nemo doctrinam hanc vel tradidit apertius, vel fusius propugnavit, quam Gomezius Pereira. Que además Pereira haya sacudido el yugo de los antiguos primero que aquellos dos italianos, lo prueba lo que él dice en su libro impreso en 1554, esto es, que había más de treinta años que fabricaba sus nuevos sistemas. Esto basta para hacer ver cuan falso es que fuese reservada a los dos italianos la gloria que pretende el abate Tiraboschi; y que si este español no es digno de inmortal alabanza por sus nuevos inventos, lo es por lo menos más que aquellos italianos, pues no manchó su nombre con fanática superstición, ni con detestables impiedades.»

Las obras de Gómez Pereira se imprimieron la primera ves en Medina del Campo, y en folio: la Antoniana Margarita en 1554: las Objeciones de Palacios con la Apología de Pereira en 1555; y la Novae veterisque Medicinae en 1558. A mas de alguna edición extranjera, se reimprimieron todas en Madrid por Antonio Marín en 1749 y en dos tomos en folio.

F. J.