Filosofía en español 
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Cuestiones preambulares

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Morfológico / Lisológico en el materialismo filosófico: materia y forma

En el sistema del materialismo filosófico [1], tanto las ideas de materia ontológico general (M) como las ideas ontológico especiales de los géneros de materialidad (M1, M2, M3) y la misma Idea de Ego trascendental (E) se mantienen a escala lisológica [818]. Los géneros de materialidad y E proceden, cabe decir, de un lisado de las morfologías del Mundus adspectabilis; la materia ontológico general M procede de un lisado de los lisados ontológico-especiales previos.

En cambio, son morfológicas las ideas de las categorías, entendidas como totalidades atributivas (tales como “campo gravitatorio” o “campo electromagnético”, de la Física; “sistema de los elementos”, de la Química; “biosfera”, de la Biología; asimismo son morfológicas las categorías tecnológicas y artísticas tales como “arquitectura”, “música”..., sin perjuicio de que estas categorías morfológicas, en relación con las lisológicas de rango trascendental, admitan también un tratamiento lisológico de rango categorial). También son morfológicas las plataformas categoriales constitutivas de la Scala Naturae. Resulta pertinente subrayar aquí, que la ontología del materialismo filosófico mantiene una perspectiva diametralmente opuesta a la del sistema hegeliano: la Materia ontológico general, en efecto (que, desde el punto de vista “sintáctico”, podría coordinarse con el Ser de la Lógica hegeliana) [819], no tiene como referencia el Mundus adspectabilis (la Naturaleza y el Espíritu de Hegel), aunque sólo pueda llegarse a ella a partir de este mismo mundo, y aunque pueda volverse al Mundo a título de “límite revertido”.

Acaso el criterio más preciso que pueda ofrecerse para determinar, en el materialismo filosófico, cuándo prevalece la perspectiva lisológica y cuándo la morfológica, sea el criterio hilemórfico: cuando se tratan cuestiones que implican internamente el hilemorfismo (la posibilidad de distinguir, en cada caso, entre materia y forma) la perspectiva es inequívocamente morfológica; cuando esto no ocurre, la perspectiva es lisológica.

Por supuesto, el hilemorfismo del que hablamos no es el hilemorfismo tal como lo concibió Aristóteles, quien lo formuló sistemáticamente y, por cierto, sobre modelos artificiales (la estatua, como “ejemplo” escogido para exponer la teoría de las cuatro causas). El hilemorfismo de Aristóteles puede ser interpretado como un análisis positivo (no metafísico) de las transformaciones que tienen lugar (en el terreno de la técnica, de la tecnología, del arte) en las instituciones; el sesgo metafísico que el hilemorfismo aristotélico tomó en seguida (y que es el que ha prevalecido como consecuencia de la metafísica escolástica de la sustancia) deriva de la aplicación de la doctrina de las cuatro causas a las transformaciones naturales, como consecuencia de la consolidación de la doctrina de las formas sustanciales (orgánicas o inorgánicas) y de la consideración de la sustancia como categoría primera (para el materialismo filosófico la sustancia no es una categoría separable de los accidentes, sino un invariante de las transformaciones, en el sentido del actualismo [648]). La materia y la forma [65], interpretada desde la perspectiva de la conjugación de los términos no se corresponde con la idea de “compuesto sustancial” o sistema hilemórfico natural, resultante de la aplicación del “esquema de fusión”, en tanto éste pueda considerarse como uno de los esquemas alternativos dados en la conjugación de conceptos [53].

La distinción entre la escala morfológica y la escala lisológica, en tanto afecta tanto a los Conceptos como a las Ideas [783], es uno de los seis criterios fundamentales a los que apela el materialismo filosófico para establecer una clasificación de las disciplinas filosóficas.

{EC65 / → EC28}

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