Filosofía en español 
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Cuestiones preambulares

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Metafísica climacológica: Dialéctica Ideas Puras / Realidades

1. “Metafísica climacológica” (de klimax, acos, escala de gradas, escalera) es cualquier tipo de concepción del mundo que considera sus diferentes contenidos no ya como una masa caótica o desordenada, sino como un cosmos en el que los seres (átomos, moléculas, organismos, vegetales, animales, homínidos, hombres primitivos, hombres civilizados, ciudadanos del futuro…) están ordenados según una escala jerárquica de grados de perfección y valor creciente. Los procedimientos de la metafísica o cosmogonía climacológica están en el fondo de la Idea de Progreso.

Unas veces (Aristóteles), esta ordenación climacológica del universo tomará la forma de una disposición eterna (“estática”), de un cosmos también eterno, y en el que no cabe esperar transformación en la dirección de un “progreso global”. Porque el “progreso global” es una expresión que carece de todo sentido; el progreso solo tendría significado dentro de regiones particulares de la realidad, es decir, de un progreso particular; “progreso global” es una construcción tan absurda como “hierro de madera”: cabrá hablar de progreso especial en la sucesión de motores de explosión, según sus rendimientos, pero carecería de todo sentido intentar siquiera establecer una relación de progreso o de regreso entre el motor de explosión más perfecto hasta el presente y la perfección poética inigualable, según algunos, del primer soneto de Los mansos de Lope de Vega (vid. Gustavo Bueno, “Poemas y Teoremas”; “Poesía y Verdad”, El Catoblepas, núm. 88 y 89).

Otras veces, la ordenación climacológica del universo (de sus demiurgos y de sus obras), tomará la forma de un progreso dinámico, evolutivo, desde los grados más bajos hasta los más altos, ya sea por vía inmanente, ya sea como efecto de causas trascendentes, generalmente asociadas a demiurgos creadores. También hay que tener en cuenta las ordenaciones climacológicas de signo regresivo, las ordenaciones degeneracionistas utilizadas ampliamente por los neoplatónicos, y que gozan de gran actualidad entre los pesimistas, catastrofistas y apocalípticos de nuestros días, tanto en el terreno biológico como en el cosmológico.

De cualquier modo, podemos afirmar que la ordenación de los demiurgos (por ejemplo, los legisladores, o los pueblos que legislan), según su capacidad creadora, es una ordenación distributiva [24] en grados de perfección de su poder demiúrgico a partir de sus obras. La perfección creciente en estas capacidades creadoras solo podría explicarse a partir de un límite superior, puesto que solo una causa eficiente infinita podría dar cuenta de esa disminución gradual de la causa material en los diferentes grados de la escala ascendente. De otro modo, nos encontramos de lleno, y sin pretenderlo, utilizando una vez más, y por vía causal, la regla áurea de lo divino que, sin duda, se utilizó también de otras muchas maneras, por ejemplo, de una manera esencial y no causal. La regla que Aristóteles consignó en su Sobre la filosofía, se interpretará, en efecto, antes en el terreno de la esencia (platónico, suele decirse) que en el terreno de la causa: “Siempre que hay algo mejor, hay algo óptimo. Mas puesto que entre las cosas que son, una es mejor que otra, habrá también una cosa óptima, y esta será divina”. También Cicerón, en el Libro II De natura deorum, y por boca de Balbo, o Séneca en sus Cuestiones naturales, utilizaron el criterio de Deus mihil majus cogitari potest en un terreno esencial. Pero cuando hablamos de lo mejor en el sentido de la mayor perfección de un demiurgo (por ejemplo, de un legislador) y le atribuimos a Dios, por la regla áurea, su condición de creador, estamos indicando al mismo tiempo cómo la causa de los grados de perfección más altos o más perfectos que otros dados han de tener su causa en otros grados más altos (y no más bajos).

Sin embargo, todos estos procesos de conformación de series climacológicas conducentes a un ser perfectísimo, cuanto a sus capacidades demiúrgicas, y perfectísimo porque es definido como causa creadora (como podía serlo el pueblo capaz de darse a sí mismo su Constitución democrática), ¿son algo más que meras ordenaciones ideales sin más trascendencia real que la que pueda tener una ordenación de los polígonos regulares por el número de lados en una sucesión infinita cuyo límite, que habría que situar más allá de la sucesión, fuera el polígono de infinitos lados? Es decir: ese Dios perfectísimo (ese Pueblo, Voz de Dios, que anuncia la Humanidad futura) como causa de los grados de perfección demiúrgica que actúan debajo de él, ¿es algo más que el polígono de infinitos lados?

2. Consideraremos como ilustración dialéctica entre las Ideas puras y las realidades empíricas envuelta por ellas, desplegada en los procesos climacológicos progresistas, a cuyos esquemas suele acogerse los análisis, por ejemplo, de la democracia y del comunismo [854-875], y de modo muy sumario, dos ejemplos de muy diversa naturaleza (a fin de confirmar la independencia de nuestro análisis histórico sociológico de los ejemplos políticos que venimos considerando): la historia del cristianismo y la historia de los motores de vapor o de explosión.

1. Cristianismo eterno y cristianismo temporal (“realmente existente”). He aquí una distinción inspirada en los fundamentos de la fe.

A) Desde su propia perspectiva (emic) los cristianos parten del Cristo de la fe, de un Cristo que procedente de lo eterno, del Cielo, de la Segunda Persona de la Trinidad, descendió a la Tierra y se encarnó en el hijo de María.

a) Los cristianos militantes, que no pueden perder el contacto con su fundamento, por tanto los cristianos fundamentalistas, verán el cristianismo necesariamente como una revelación histórica, en su decurso temporal, iniciado por la persona de Jesús, pero eterno en sus contenidos religiosos (con sus implicaciones éticas y también, generalmente, morales y aun políticas).

b) Pero en el curso de su existencia histórica, abriéndose camino en medio de la Ciudad terrena, el cristianismo (y aun la misma biografía más prosaica de Jesús) habrá debido cruzarse con otras múltiples realidades a las que habrá tenido que enfrentarse, sortear o plegarse. Y estas circunstancias habrán determinado deformaciones, eclipses, desviaciones y hasta corrupciones de la Iglesia eterna, reconocidas por los mismos cristianos católicos; los protestantes, y hoy también muchos católicos, que vuelven sus ojos a la Iglesia primitiva, a la mítica Iglesia de Jerusalén, considerarán como línea de fractura más profunda el “pacto” con el Imperio de la Iglesia constantiniana, que habría alienado a los cristianos más genuinos, transformándolos en ciudadanos de una Iglesia demasiado interesada por las circunstancias temporales y terrenas (Lutero llegó a considerar al Papa León X como el Anticristo, a la manera como Trotski llegó a ver en Stalin el Demiurgo destructor del comunismo).

c) Sin embargo, y aun reconociendo que no es fácil exponer el desarrollo del cristianismo histórico (que no podría desprenderse de sus obispos guerreros, de sus inquisidores siniestros, de sus fieles prevaricadores) como si fuera un despliegue luminoso y sin sombras del cristianismo eterno, los cristianos militantes que no sean integristas podrían seguir viendo, desde sus fundamentos, la historia de la Iglesia realmente existente en el que se mantiene la fe viva, dejando a los teólogos la profundización de los “misterios de la Encarnación” y la delimitación de los ocultos designios de la Redención mediante la presencia continua de Cristo en el interior mismo de la Iglesia pecadora.

B) Pero, desde una perspectiva etic, no cristiana militante (como pueda serlo la perspectiva de un judío, un musulmán, o un “racionalista”, por no hablar de la perspectiva de un brahmán) las cosas podrían verse de otro modo.

a) Por de pronto, no se partirá ya del Cristo de la fe, sino del hijo de María, que vivió una determinada situación entre los judíos dominados por Roma; de las tradiciones hebreas, de los grupos políticos más radicales, de los zelotes, de los esenios… y se buscará al Jesús histórico, en la medida en que ello sea posible, investigando en los grados que alcanzó su instrucción en las prácticas mágicas, analizando sus parábolas, su pasión y su muerte. Pero también se hablará del desarrollo y transformación de los recuerdos de los evangelistas, especialmente, san Juan, y de los Apósteles, sobre todo de san Pablo, considerado por muchos cristianólogos como el verdadero creador del cristianismo.

b) La historia del cristianismo, durante los siglos posteriores, ya no tendrá por qué analizarse como la historia sobrenatural o sagrada del misterio de una pasión, repleta de los “misterios” de la constantes caídas, unidas a momentos de insurrección; sino como una historia natural de las vicisitudes de unas sectas o iglesias en su lucha por la vida frente a otras iglesias, sectas o imperios políticos; historia natural que nos irá mostrando cómo se entrecruzan sus prestaciones mutuas, doctrinales o rituales, etc.

c) Según esto, el cristianismo realmente existente será, desde luego, el cristianismo histórico positivo, empírico, porque no existe otro. El cristianismo eterno tendrá que ser explicado a partir del cristianismo realmente existente y no al revés; tendrá que ser explicado como una resultante de las confrontaciones diaméricas entre las diversas Iglesias cristianas que se reprochan mutuamente sus traiciones, pero que siguen enfrentadas contra otras religiones no cristianas o con ideologías no religiosas.

2. Motor perpetuo y motor temporal (realmente existente).

A) Desde la perspectiva emic del “creyente” en la posibilidad de fabricación, y aun en la realidad del móvil perpetuo:

a) Se comenzará por establecer la Idea de este móvil, su estructura fundamental, incluso sus especificaciones esenciales (móvil perpetuo de primer especie y móvil perpetuo de segunda especie). Inspirado por esta Idea, docenas de presuntos inventores han ensayado diferentes “modelos” o prototipos tecnológicos, muchos de los cuales han sido presentados (no siempre admitidos) en las oficinas de patentes para su registro correspondiente.

b) Se constatará que los motores reales, incluso los modelos prototipos patentados, no son móviles perpetuos.

c) Se concluirá que el móvil perpetuo realmente existente estará “parcialmente realizado” en algún móvil concreto que incorpora al motor parte de la energía de su movimiento; no exigirá, como si fuera un integrista, que el móvil concreto, realmente existente, deba incorporar la energía total necesaria para que su motor siga moviéndose de un modo recurrente. Y como podemos poner en serie creciente los motores ordenados según su potencia, podrá el creyente suponer también que todos estos motores son aproximaciones más o menos lejanas al móvil perpetuo.

B) Pero cuando miramos a la serie de estos motores positivos desde una perspectiva ajena (etic) a la del ideólogo fundamentalista del motor perpetuo, entonces:

a) Podemos considerar los motores reales, ya estén ordenados o no según el número de sus caballos, como motores construidos con total independencia de la Idea del móvil perpetuo que, en consecuencia, dejará de ser la Idea del móvil fundamental. Estos motores no se han fabricado a título de participaciones deficientes de la Idea de motor inmóvil, ni son tampoco motores inmóviles realmente existentes.

b) Ni la historia de los motores positivos la interpretaremos como una realización empírica y progresiva de la Idea del móvil perpetuo.

c) Lo que no eximirá de la necesidad de analizar el origen de la Idea de móvil perpetuo, y de su función. Por supuesto, la Idea de este móvil habrá de ser considerada no como anterior o inspiradora de los motores positivos, sino como la Idea que deriva de ellos. Y precisamente de su confrontación, cuando se los dispone en serie de creciente rendimiento. El móvil perpetuo es el límite de esta serie; un límite que el segundo principio de la termodinámica impide alcanzar. Por ello, será preciso detener, por anástasis, la serie infinita de motores cada vez más perfectos (anástasis [103] equivale a una detención o involución dialéctica de un proceso antes de que alcance su límite). Pero esto no nos permitirá concluir que único motor perfecto y el más fuerte sea el motor perpetuo (porque sería inmóvil, según demostró Aristóteles). Por tanto, rechazaremos la Idea de que los motores reales sean débiles o imperfectos, con déficit, porque ningún motor puede ser más débil que el motor que no existe.

En conclusión: los motores reales, los motores realmente existentes, los motores temporales, no habrán de verse como realizaciones deficitarias de un móvil perpetuo y, sin embargo, no por ello la idea de un perpetuum mobile es inútil cuando se la utiliza como límite revertido a los motores positivos o empíricos. La Idea límite nos permite, sobre todo, volver a los motores positivos, establecer las diferencias entre los funcionamientos deficientes atribuibles a la estructura de cada motor y los límites máximos de funcionamiento, que ya no podrán ser atribuidos a la imperfección de todo motor realmente existente cuanto a su propia perfección, y a su dependencia de los componentes y condiciones materiales de la máquina. Es la confrontación diamérica de estos motores con la idea de motor inmóvil previamente limitada la que puede dar lugar a resultados útiles.

{PCDRE 58-65 / → PCDRE 15-83}

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