Filosofía en español 
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Cuestiones proemiales

[ 785 ]

Poiesis como destrucción: técnicas y tecnologías según el nivel de destrucción de las naturalezas

La producción de ingenios técnicos o tecnológicos, en su más amplio sentido, que no es una creación ex nihilo, sino una poiesis, no es tampoco una poiesis mimética de las naturalezas que actúan en el seno de la Naturaleza [69].

Y esto debido a que la producción humana, sin perjuicio de la amplia utilización de la imitación de las naturalezas de su entorno que ella lleva a cabo (Demócrito ya había sugerido que los hombres aprendieron a tejer imitando a las arañas y a cantar imitando a las aves), ha de comenzar por una fase o momento analítico, es decir, por un momento destructor o triturador de las mismas naturalezas que van a ser tomadas como modelos.

La poiesis humana, es decir, la producción habría que verla, según esto, por de pronto, como un proceso que comienza destruyendo las naturalezas que encuentra en la Naturaleza. Y este proceso tiene lugar según distintas escalas.

1. Técnicas o tecnologías de primer orden, que implican una destrucción absoluta. Poiesis o producción orientada a descomponer o triturar las morfologías naturales (molares, y después también artificiales), no ya en sus partes formales, sino en sus partes materiales [28], hasta alcanzar el nivel molecular. Entre las técnicas o tecnologías [177] pertenecientes a este orden primero, encontramos las técnicas primitivas de la caza (mediante las cuales se destruye al animal hasta llegar al nivel molecular, a fin de que pueda ser asimilado), de la cerámica, pero también de las tecnologías más recientes representadas por las bombas atómicas. Las técnicas o las tecnologías de la guerra (que muchas veces ha podido ser considerada como la “locomotora” del progreso técnico o tecnológico) son, pues, los mejores ejemplos de lo que llamamos “momento destructivo” de la poiesis humana, de la producción [784].

2. Tecnologías de segundo orden, que no llegan a destruir las morfologías naturales que constituyen sus materiales de partida, pero sí deben descomponerlas en sus partes formales, bien sea para sustituirlas por otras (las técnicas de reparación del “carro de cien piezas” o las técnicas de los trasplantes de órganos), bien sea para componer, con estas partes formales, por diamórfosis [94], morfologías nuevas (como ocurre con la composición musical, o con la composición arquitectónica).

3. Tecnologías de un tercer orden que, respetando, más o menos, el dintorno de las morfologías de partida, destruyen las conexiones que ellas mantienen con otras morfologías de su entorno [90] alterando así profundamente el estado de cosas originario y, a la larga, incluso las mismas morfologías conservadas. Este sería el caso de las técnicas de plantación de cereales, de hortalizas, o el caso de las técnicas de domesticación de animales. En general, mediante tecnologías de tercer orden, asistimos a un proceso susceptible de ser descrito como el “triunfo del hombre sobre la Naturaleza”, no ya por la vía de la destrucción absoluta, sino por la vía del “engaño”, o incluso, si puede hablarse así, de la ironía: la rueda de cangilones, que elevaba, mediante giros, el agua del Guadalquivir, no destruía la ley de la gravedad, que inclinaba a la corriente del río a ir hacia abajo; la combinaba con las leyes de la inercia de forma que, utilizando la misma energía fluvial, se consiguiese que parte importante del agua corriente fuese llevada a ascender impulsada por la misma fuerza. Una ironía similar se hará presente en los aparejos de las carabelas, que consiguen ceñir, es decir, aprovechar la fuerza del viento para desplazarse en contra de la dirección en la que él sopla. ¿Y qué otra cosa es, sino ironía sutil, el cepo etológico que los bantúes ponían al chimpancé para cazarlo? Unas avellanas, encerradas en una calabaza de cuello estrecho incitaban al animal a introducir la mano por él; pero una vez que había alcanzado y apretado con su puño los frutos codiciados, su propio instinto, que le obligaba a mantener el puño cerrado, le mantenía al mismo tiempo prisionero de la calabaza.

{Tv:AyV 197-199}

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