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Fuentes ideológicas / Génesis tecnológica de la Corrupción específicamente democrática:
Libertad, Igualdad, Fraternidad / Democracia procedimental
[1] Aquí nos interesa considerar las fuentes {de corrupción} que sean ellas mismas características de la democracia. Y estas fuentes [como hemos dicho] hay que buscarlas en los principios más genuinos de la democracia, como pudieran serlo los principios de la Libertad, de la Igualdad y de la Fraternidad [765] […]
La democracia, en sentido moderno, implica un reanálisis de la sociedad política que, en lugar de determinarla en sus partes anatómicas, desciende hacia sus partes atómicas o individuales elementales, los ciudadanos [733-736]. […] Un análisis que denominamos holización [825].
La holización es un método que puede parecer natural, pero solo lo parece una vez que la sociedad está ya dada y en una situación histórica muy avanzada (nombres y apellidos individualizados, derecho de propiedad generalizado, instrucción escolar, etc.). La holización, una vez que se generalizó a todas las áreas de una sociedad (y no solo a las áreas que contienen a los ciudadanos varones con un cierto nivel de renta), se proyectó retrospectivamente a épocas prehistóricas y dio lugar a la metafísica del pacto social, que formuló Rousseau y que ha reformulado en nuestros días Rawls.
Pero estas proyecciones no son más que meras operaciones intelectuales a las que no corresponde una situación real originaria [889]. […]
El análisis o descomposición de una sociedad política que llamamos holización es una operación artificiosa cuyo regressus teórico es mucho más fácil de hacer (al menos en el terreno ideológico) que la reconstrucción (o progressus) en el terreno tecnológico, el que va de los elementos hasta las estructuras políticas más complejas.
En efecto, la holización habrá disuelto, entre otras cosas, las unidades familiares, sustituyéndolas por el conjunto de sus individuos; y para ello deberán haberse roto los lazos de identidad entre la esposa y el marido, entre los hijos y los padres y, por supuesto, entre los amigos o socios. Pero estos lazos siguen existiendo y por ello la holización es artificiosa o abstracta. Incluso sigue siendo una ficción jurídica el suponer que los clanes, las familias, las sociedades o los municipios pueden entenderse como meros agregados de individuos libres, cada uno de los cuales estuviese dotado, en la edad adulta, de juicio y voluntad propios. Porque (para elegir la razón acaso más profunda) los individuos que conviven en una ciudad tienen que poder hablar el mismo idioma; y esto no lo puede adquirir nadie guiado únicamente por su genoma […]. Necesita la acción de otros individuos humanos para adquirirlo. Luego no es posible pasar directamente de los individuos, a través de un imaginario contrato social, a la ciudad: antes es preciso enseñar a hablar a los individuos, y esta enseñanza debe ya anteceder al supuesto contrato social [885] que hubiera dado lugar a la sociedad política.
Ahora bien: la democracia política moderna (por oposición a la democracia procedimental antigua [829]) […] {deja} a estos individuos en libertad para [889] juzgar y obrar dentro del conjunto de sus iguales. Con la única condición (negativa) de que su acción no obstruya la libertad o la igualdad de los demás.
Sin embargo, es evidente que esa libertad, en cuanto “libertad de” [314], era algo totalmente indeterminado antes del grupo, así como también era totalmente indeterminada la igualdad [848]. […]
Pero, al margen de estas indeterminaciones de la libertad y de la igualdad, que mantendrán a los individuos separados o enfrentados e incompatibles entre sí, como los átomos de Epicuro antes del clinamen, se hacía preciso añadir un tercer principio ad hoc, es decir, un principio capaz de dar cuenta de que los individuos libres e iguales no permanecen en dispersión o en enfrentamiento, sino en unión real, aunque sea polémica. De este modo, se introdujo el principio de la fraternidad, no se sabe bien con relación a qué antepasados, si Adán o el australopiteco. Por ello la idea de fraternidad será sustituida, medio siglo después, por la idea de más abstracta de solidaridad [886-887]. Pero la solidaridad se afirma siempre contra terceros [470]. […]
[2] La metodología de las mayorías o la transformación de la democracia en democracia procedimental
Si la democracia se interpreta como una nueva construcción secularizada de la sociedad antigua, se intentará redefinir como una asociación de individuos átomos soberanos y absolutos que, tras la holización, confluyen en la sociedad civil, ya organizada históricamente como sociedad política, según la estructura de un Estado ya consolidado (que representamos, por nuestra parte, por un eneaedro resultante de la involucración de tres capas con sus tres ramas respectivas) [828].
El punto más difícil de entender en esta construcción ideológica de la democracia es el punto de la conexión entre la asociación de los individuos iguales y libres y su confluencia política en el Estado que acoge a tales individuos. ¿Cómo establecer la conexión entre los principios de la democracia de los ciudadanos (Libertad, Igualdad, Fraternidad) y la metodología de su confluencia?
Desde el principio se hizo presente un canal preferencial: el que pasa por las mayorías. La mayoría demostró prácticamente (técnicamente) ser un criterio con capacidad para canalizar las confluencias de múltiples corrientes individuales que buscaban la libertad y la igualdad. Para ello, y ante todo, estas múltiples corrientes tendrán que clasificarse en grupos, facciones, tendencias, corrientes o partidos políticos. De este modo, las confluencias podrán racionalizarse y aun aritmetizarse (cuantificarse, contarse) [882], pero a costa de que la democracia tome la forma de una democracia procedimental [880]. Y esto lo damos por hecho.
No entramos aquí en las causas por las cuales la democracia procedimental [888], es decir, la democracia organizada según el criterio de las mayorías [891], ha prevalecido hasta el punto de constituir el verdadero modus operandi de la democracia [878]. […] En cualquier caso […], la doctrina explicativa de la canalización de los principios democráticos en democracia procedimental habrá de ser profundamente oscura, y aun contradictoria [890]. […]
Ahora bien: la canalización metodológica de la democracia como democracia procedimental puede tener lugar de dos modos:
(1) O bien directamente o inmediatamente, es decir, incidiendo directamente sobre el conjunto o multiplicidad de ciudadanos que se mueven por los principios de la libertad y de la igualdad (y tanto si estos individuos se consideran como si actuasen al margen del Estado, es decir, como elementos de una sociedad civil [836] que se guía por principios democráticos, como si estos ciudadanos se consideran ya integrados, al menos en el eje pragmático en su dirección ascendente, en la sociedad política: la línea fronteriza entre una y otra perspectiva es muy sutil, pero no meramente subjetiva).
(2) O bien mediatamente, es decir, a través de las capas y ramas que distinguimos en el Estado [597]. […]
[3] La génesis de la corrupción específicamente democrática hay que ponerla en la metodología de la democracia procedimental
Pero, es en estos procesos de transformación de los principios democráticos en los métodos propios de la democracia procedimental en donde podemos advertir los gérmenes de la corrupción democrática. Gérmenes que, cuando nos atenemos a los principios, tan solo será posible procesar en la forma de contradicciones abstractas.
En efecto, ocurre como si las impetuosas corrientes que fluyen de las multitudes a través de los individuos que las componen y que se mueven por principios democráticos, y que necesitan ser canalizados para evitar las confluencias turbulentas y catastróficas, no encontraran compuertas alternativas suficientemente firmes. En rigor, no podrían encontrarlas jamás, puesto que la fuerza necesaria para establecerlas y mantenerlas no puede proceder de los mismos principios democráticos que por hipótesis mueven a los individuos, sino de alguna instancia exterior; por ejemplo, el Estado mismo.
Sin embargo, no hay duda de que las compuertas existen, en la medida en que las alternativas que pueden tomar las corrientes democráticas son objetivas y diferentes: unas serán adecuadas o buenas; otras serán inadecuadas o malas. Pero, en todo caso, se tratará de compuertas flojas y débiles, que pueden ser forzadas por las propias corrientes.
En el momento en que estas corrientes, movidas por los principios democráticos (que, en sí mismos, como hemos dicho, no tienen criterios objetivos previos para discernir cuáles sean las compuertas adecuadas y cuáles las inadecuadas), empujen a las compuertas inadecuadas o malas, que puedan ser rebasadas como puntos débiles, podremos reconocer el comienzo germinal de una corrupción en la democracias, de una corrupción social o política.
Nos referiremos brevemente a cada una de las clases de corrupciones que se nos manifiestan en la capa conjuntiva:
[a] Corrupciones específicas facilitadas por la democracia [771], generadas desde la directa e inadecuada aplicación de los principios democráticos a la sociedad civil o política, de acuerdo con la metodología de la democracia procedimental.
[b] Corrupciones institucionales de la democracia [772], generadas por la aplicación inadecuada de los principios democráticos canalizados a través de los cauces institucionalizados en la capa conjuntiva de la sociedad política.
{FD 375-383 /
→ FD 155-188, 367-396 / → PCDRE: OC2 231-312 / → TbyD / → ZPA}