Filosofía en español 
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Ética y moral

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Etica / Moral

La diversificación inmediata del principio fundamental de la sindéresis [464], según las dos formas del deber [465-466], se coordina puntualmente con la diversificación de los deberes en deberes éticos y deberes morales; al menos así, tenemos la posibilidad de aplicar un criterio de distinción entre ética y moral que no es de todo punto arbitrario. Los términos ética y moral, sólo superficialmente pueden considerarse sinónimos. Algunos pretenden, sin embargo, que estamos ante dos nombres distintos (acaso con connotaciones expresivas o apelativas muy diferentes) para designar la misma idea –algo así como cuando hablamos de oftalmólogo y de oculista–. Otros redefinen gratuitamente el término “ética” para designar con él al tratado de la moralidad. De este modo, entre “ética” y “moral” habría la diferencia que existe entre la “geografía” y el “territorio”, o bien entre “gramática” y “lenguaje”, o entre “biología” y “vida”. Ética sería el estudio de la moral (“la investigación filosófica del conjunto de problemas relacionados con la moral”, dice Günther Patzig en su libro Ética sin metafísica, 1971). Tenemos que rechazar semejante distinción entre ética y moral a pesar de que ella se haya propagado ampliamente en España a través de muchos representantes de la llamada “filosofía analítica”. Los motivos de nuestro rechazo son de dos tipos:

(1) El primero tiene que ver con la consideración del carácter meramente estipulativo (gratuito) de la asignación de los términos moral y ética a los significados de referencia (“contenidos de las normas o instituciones morales” e “investigación filosófica del conjunto de problemas relacionados con la moral”). Si partiéramos de términos sin historia nada habría que objetar. Pero la etimología y la historia semántica de estos términos nos advierten que ethos alude a aquel comportamiento de los individuos que pueda ser derivado de su propio carácter (esta raíz se conserva en su derivado más reciente, “etología”), mientras que mos, moris alude a las “costumbres” que regulan los comportamientos de los individuos humanos en tanto son miembros de un grupo social. En cualquier caso, el motivo principal de nuestro rechazo sería el siguiente.

(2) Al asociar la “investigación filosófica de la moral” a la Ética, en cuanto ocupación de un gremio, cofradía o “comunidad” (la autodenominada en España “comunidad de filósofos morales”) se está muy cerca de presuponer que la conducta moral (incluyendo aquí lo que llamamos conducta ética) puede tener lugar al margen de toda reflexión filosófica, de acuerdo con aquella recomendación de Wittgenstein: “No pienses, mira.” Como si dijera: “No pienses, actúa.” (Unamuno había recomendado muchos años antes: “Primero dispara, y luego apunta.”)

Ahora bien, desde nuestra perspectiva, ni la conducta ética ni la conducta moral pueden tener lugar al margen de una mínima intervención filosófica (“mundana”) destinada a establecer incesantemente las conexiones entre los comportamientos personales éticos y morales dentro de algún sistema de fines o de valores mejor o peor definidos, a través de los cuales puedan “reabsorberse” los conflictos entre las normas de diversos tipos que se entrechocan invariablemente en la vida real. En el uso ordinario del español el término “moral” supone, de algún modo, la presión de unas normas vigentes en un grupo social dado (mores = costumbres) como lo confirman los sintagmas: “moral burguesa”, “moral tradicional” o “moral y buenas costumbres”; mientras que quien declara: “esto lo he hecho por motivos éticos”, está aludiendo vagamente a un deber que supone que ha emanado de la “propia intimidad”, de su conciencia subjetiva, y no de la inercia y, menos aún, de alguna presión exterior. Ahora bien, si los deberes morales fueran meramente normas sociales, no serían transcendentales; si los deberes éticos fuesen dictados de la conciencia, tampoco serían transcendentales a las más diversas acciones y operaciones de la persona, porque la conciencia, si no va referida a una materia precisa, es una mera referencia confusa, asociada a una metafísica mentalista (que podría elevar a la condición ética la conducta inspirada por la “íntima conciencia” de un demente). {SV 59-60}

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