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Religión natural o Fase de la religión natural
La larguísima época histórica –centenares de milenios–, en la que se prepara el primer período de la religión positiva [363], podría ser llamada la época de la proto-religión o de la religión natural. No cabe hablar de religión positiva –como tampoco cabe hablar de “hombre” en el sentido de la Antropología filosófica. Antes de la cristalización de la religiosidad, en su primer período, no parece que pueda hablarse de hombres. Por ello, comenzamos por referirnos a las relaciones de los protohombres con los animales, en cuanto premisas sobre las cuales habrá de desarrollarse la conducta religiosa ulterior, como relaciones constitutivas de la religión natural.
El concepto de una religión natural, tal como se dibuja en la Historia de la Filosofía de la religión, nos remite a una forma de religiosidad superior, a saber, aquella en la cual la deidad ha sido despojada de todos sus atributos imaginativos, para ser reducida a los términos estrictos “de la razón”. Desde el punto de vista de nuestra filosofía, el concepto ilustrado de religión natural pertenece más bien a las fases avanzadas de las religiones terciarias, aquellas en las cuales la religión se autodisuelve (“el deísmo es una ateísmo cortés”). Por consiguiente, y siempre que se acentúen estas connotaciones, no resultará enteramente gratuito desarrollar el concepto de religión natural de tal suerte que pueda tomar los valores que le hemos asignado. En efecto:
(1) El concepto de religión natural es una construcción filosófica, que no denota ninguna religión positiva e incluso se postula al margen, y aún en contra, de toda religión positiva.
(2) Es un concepto que ha sido ya aplicado a los hombres en cuanto son pensados fuera del curso de la civilización histórica (“buen salvaje”). Pero el “buen salvaje”, en perspectiva evolucionista, está más cerca del Pitecántropo y aun del Australopiteco, que del vicario saboyano.
(3) La religión natural es el concepto filosófico que la filosofía clásica de la religión desarrolló precisamente para ofrecer un fundamento de verdad a la vida religiosa de la humanidad. Este es justamente el servicio que nosotros creemos puede rendir la nueva versión de este concepto, la religión natural del Paleolítico superior, la religión (que no es religión positiva) de un hombre (el “buen salvaje”) que no es hombre todavía.
(4) El concepto filosófico de religión natural desempeña el papel de un horizonte necesario para que pueda aparecer como problema el concepto de la religión positiva, que es la religión simpliciter.
Desde este horizonte en el que se nos aparecen los precursores del hombre primitivo, es decir, los hombres cazadores, rodeados de animales que no son todavía numinosos, el problema filosófico de la génesis de la religión podría ser planteado en estos términos: “¿Cómo puede explicarse la transición de la figura de los animales que rodean al hombre primitivo en la figura de los animales numinosos?” Este problema de génesis presupone una teoría sobre la estructura de la religión nuclear: “Los númenes son animales”. Pero, aquí, es la estructura lo que nos conduce a la cuestión genética, como cuestión inversa: ¿cómo los animales llegan a ser númenes? Es decir: ¿cómo se constituye la religión primaria?
La respuesta a esta pregunta depende de la consideración de múltiples factores intermediarios que, hoy por hoy, es imposible dominar en su conjunto. Destacaríamos, muy principalmente, el factor lingüístico estricto, el lenguaje fonético articulado. La razón es obvia: difícilmente podemos concebir la formación de símbolos capaces de establecer una distanciación con las referencias empíricas animales, y, a la vez, de mantener un alto grado de persistencia social, si no es a través de los símbolos lingüísticos fonéticos, distanciación necesaria para la consolidación de ulteriores procesos del relato, de la interpretación mítica: los mitos o relatos narrados en las largas noches de las cavernas son seguramente el complemento indispensable de las figuras animales pintadas en sus paredes e iluminadas por antorchas. Es entonces cuando la religión natural habrá podido transformarse en religión positiva. Ahora bien: si el lenguaje fonético articulado no puede atribuirse al hombre de Neanderthal (según la teoría del P. Lieberman), entonces habrá que concluir que la religión primaria positiva no es anterior a Paleolítico superior y que la época del Musteriense-Neanderthal es, a lo sumo, una fase intermedia entre la religión natural y la positiva. {AD2 241-245}