Teoría filosófica (gnoseológica) de la ciencia
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Ciencia según el materialismo gnoseológico
El “materialismo gnoseológico” ve a las ciencias como construcciones “con las cosas mismas” (por la intricación entre las ciencias y las técnicas o tecnologías). Incluye en los cuerpos científicos a los componentes objetuales (objetos, aparatos, libros, laboratorios), que no serán interpretados como meros “instrumentos”, “referencias”, o “soportes” del conocimiento subjetivo: un microscopio no desempeñará tanto el papel de simple “auxiliar” del ojo, cuanto el de un operador objetivo, puesto que transforma unas configuraciones dadas en el campo en otras distintas; una balanza no será un “instrumento de comparación al servicio del sujeto”, sino un relator interpuesto él mismo entre contenidos del campo. Tampoco los libros serán intepretados como meras “expresiones” de conceptos mentales, como ayudas de la memoria, etc., sino como contenidos objetivos o conceptuales ellos mismos, o, a lo sumo, antes como representaciones de objetos que de conceptos. El materialismo gnoseológico incorpora a los propios “objetos reales” en el cuerpo de la ciencia. Como si dijéramos: son los propios astros reales (y no sus nombres, imágenes o conceptos), en sus relaciones mutuas, los que forman parte, de algún modo, de la Astronomía; son los electrones, los protones y los neutrones (y no sus símbolos, o sus funciones de onda) –en tanto, es cierto, están controlados por los físicos en aparatos diversos (tubos de vacío, ciclotrones, etc.)– los que forman parte de la Física nuclear. Sólo así podrá liberarse de la concepción de la ciencia como re-presentación especulativa de la realidad y de la concepción de la verdad, en el mejor caso, como adecuación, isomórfica o no isomórfica, de la ciencia a la realidad. ¿Acaso la ciencia química no incluye internamente, más allá de los libros de Química, a los laboratorios, y, en ellos, a los reactivos y a los elementos químicos estandarizados? ¿Acaso la ciencia geométrica no incluye en su ámbito a los modelos de superficies, a las reglas y compases? ¿Acaso la Física no cuenta como contenidos internos suyos a las balanzas de Cavendish, a los planos inclinados, a las cámaras de Wilson o a los pirómetros ópticos?
Las ciencias positivas son entidades supraindividuales que no pueden reducirse a los “actos de conocimiento” de los científicos que las cultivan, ni siquiera a la conjunción de los actos de conocimiento de todos los miembros de la comunidad científica. El análisis de las ciencias comporta su descomposición en partes a una escala tal que se haga posible la recomposición de esas partes según una forma que tenga que ver con la verdad científica [207, 214-217]. Las partes podrán trazarse según dos escalas: escala de las partes formales y escala de las partes materiales. Así, podremos descomponer el cuerpo científico en el conjunto de proposiciones contenidas en sus discursos, a título de proposiciones gramaticales; como también podríamos descomponerlo en el conjunto de sus aparatos, a título de invenciones o de ingenios tecnológicos, semejantes a otros no científicos; o bien el conjunto de sujetos operatorios (considerados a título de trabajadores, con todo lo que esto comporta: relaciones laborales, sindicación…); etc. Importa hacer constar que el análisis lógico-formal de las ciencias se mantiene en la escala genérica de una estructura de partes materiales; otro tanto se diga del análisis sociológico, del análisis informático, etc.
Para el materialismo gnoseológico la escala de las partes formales mínimas de una ciencia son los teoremas, entendidos como las unidades mínimas de una teoría científica (lo que no significa que puedan darse aisladamente, como una sustancia). El cuerpo de una ciencia, como todo cuerpo efectivo, es una totalidad atributiva [24] de partes materiales y de partes formales [28]. La heterogeneidad de estas partes impone su clasificación. Los contenidos del cuerpo de una ciencia se clasifican en: contenidos subjetuales (los múltiples sujetos operatorios, los científicos, las comunidades científicas), contenidos objetuales (también múltiples, puesto que la ciencia no tiene un objeto, sino un campo) y contenidos significativos o simbólicos. Sobre todo: el cuerpo de una ciencia [176], en lugar de mostrársenos “descompuesto” en dos mitades (subjetual y objetual) se nos dará como inmerso en el espacio tridimensional que llamamos espacio gnoseológico [190] y que ya no podrá construirse sobre una supuesta distinción previa entre el sujeto y el objeto. [87-89]
{QC 37, 40-45 / → TCC 97-184, 1335-1371}