Filosofía en español 
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Causalidad

[ 139 ]

Causalidad finita / Causalidad infinita

La modificación que el determinante causal X [137] determina en el esquema material y procesual de identidad H [136], determina también necesariamente alguna modificación de X por H, lo que implica que el efecto Y sólo pueda ser pensado conjuntamente con un co-efecto en X. Pero si la conexión de X con H no estuviese, a su vez, acompañada de una desconexión de X respecto de otros procesos reales, no podría haber relación causal, puesto que en cada proceso causal habría que iniciar un regressus de concatenaciones ad infinitum, que haría intervenir la totalidad del universo, en contra del principio de discontinuidad que está implícito en el axioma platónico de la symploké [54]. Mario Bunge, ignorando este principio, y desechada la primera causa, se ve por ello obligado a aceptar la regresión infinita. Lo que equivaldría a entender la función de la causa en términos puramente subjetivos, relativos a los cortes artificiosos dados por el cognoscente en la infinita cadena de causas. Es preciso, por tanto, si no se quiere disolver la propia causalidad finita, no ya iniciar el regressus ad infinitum para detenerlo en un punto ad hoc (la causa primera de los tomistas, con las dificultades consiguientes del concurso previo a las causas segundas) que comprometa su misma posibilidad causal sino evitar su iniciación, para lo cual habrá que incluir a X dentro de un contexto A tal (llamado “armadura de X”) que determine, no solamente la conexión de X con H sino también la desconexión de H con otros procesos del mundo que, sin embargo, sea principios suyos.

Por ejemplo, si tomamos como efecto el levantamiento Y de una piedra H mediante una barra-palanca X, el regressus ad infinitum se produciría al tener que pasar de la barra que levanta la piedra al brazo que presiona la barra, o al ATP almacenado en los músculos que mueven el brazo, a los alimentos que suministra la materia del ATP, al Sol que produce los alimentos, etc.; para evitar esta concatenación universal infinita que, por vía análoga a los argumentos de Zenón contra el movimiento, haría imposible hablar de que la barra es causa instrumental del levantamiento de las piedras, consideraremos el concepto de armadura de la fuerza X comunicada por el brazo a la barra, en tanto ésta funciona como un automatismo, una suerte de dispositivo conmutador, capaz de neutralizar, por sustitución, los canales que alimentan X, por otros diferentes. La desconexión operada por A ya no ha de entenderse, por tanto, como una interrupción energética (existencial) de X, lo que sería absurdo, cuanto como una segregación esencial [63]. En el ejemplo, la armadura estaría constituida por la barra A(X) en tanto traduce la fuerza F (antropomorfa) aplicada a su momento (F b), es decir, en tanto estimamos dada la transformación de X en una cuantía y dirección determinada por la estructura de la barra y de su movimiento. En efecto, el momento indica que hay una recomposición objetiva interna de la fuerza F aplicada que depende no ya tanto de la génesis específica (humana) de F sino de la estructura de la barra que segrega “lo humano” de F de cualquier otro origen y, por tanto, desconecta esencialmente del origen antropomórfico y permite su conmutación por otro origen de F que puede aplicarse a b (puesto que b está sinecoidalmente [37] vinculada a F). Diremos, según esto, que no es la fuerza F del brazo aquello que mueve la piedra por medio de la entidad vital comunicada al instrumento, sino que lo que mueve a la piedra es el momento de F, al cual le es indiferente esencialmente que F proceda del brazo o de un motor mecánico. {FGB 224-225}

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