Filosofía en español 
Filosofía en español

Materialismo ontológico

[ 50 ]

Totalización sistática / Totalización sistemática / Sujeto operatorio corpóreo / Sujeto metafísico incorpóreo

Las totalizaciones sistáticas (de systasis = constitutio) son totalizaciones atributivas [24] de partes que se codeterminan (causal o estructuralmente) según una “ley interna” (una totalización sistática se distingue de un mero “agregado”). La unidad de las totalizaciones sistáticas procede de la interacción o intersección, según ley, de las partes atributivas (y en esto se opone la unidad sistática a la unidad hilemórfica de los aristotélicos, que postula una forma única como raíz de la unidad per se entre las partes del todo).

Las totalizaciones sistemáticas son totalizaciones (en gran medida distributivas) de partes que no se codeterminan causalmente ni se intersectan estructuralmente (una totalización sistemática se distingue de una mera “colección”).

Llamaremos sistáticas a totalidades (estructurales o procesuales) tales como:

  1. La configuración “estructural” geométrica “circunferencia” (cuya expresión analítica puede ser x2+y2=a2) o “elipse” (x2/a2+y2/b2=1).
     
  2. La configuración “procesual” física “átomo de helio estable” con un número determinado A de nucleones (A=Z+N), 2He4 (también es una totalidad sistática un isótopo del helio como 2He³).
     
  3. Una molécula de cloruro sódico (Na+Cl-) es una totalidad sistática: partes suyas son el ion sodio y el ion cloro (procedentes de los átomos respectivos del tercer período de la tabla de Mendeléiev, con tres capas K, L, M; átomos a su vez constituidos por núcleos de 11 y 17 protones con sus correspondientes orbitales electrónicos, etc.) codeterminados por un enlace de tipo iónico.
     
  4. Los seis cuadrados que forman las caras de un hexaedro (intersectando sus lados por sus aristas) constituyen una totalidad sistática.

Llamamos sistemáticas a totalidades tales como:

  1. El sistema funcional de las cónicas (cuya expresión analítica puede ser: ax2 + by2 + cxy + dx + ey + f = 0)
     
  2. El sistema “matricial” resultante de totalizar todos los nucleidos naturales o especies nucleares (cuyo número se evalúa en unos 340, de los cuales 70 son radiactivos) en un sistema plano de coordenadas en cuyas abscisas se representen los números atómicos Z y en sus ordenadas el número N de neutrones.
     
  3. El tercer periodo de la tabla de Mendeléiev es una totalidad sistemática que está formada por los elementos químicos que se extienden entre los números 11 y 18 de la serie (entre ellos se encuentran el Sodio 11 y el Cloro 17). Entre las partes de esta totalidad (subtotalidad) sistemática no median, en cuanto tales partes, codeterminaciones o interacciones causales.
     
  4. Los cinco poliedros regulares (sin necesidad de ninguna intersección de sus vértices o aristas) forman una totalidad sistemática (el “sistema de los poliedros regulares”).
     

Conviene hacer notar que la Teoría general de los sistemas de von Bertalanffy ni siquiera distingue entre sistemas y sistasis; en todo caso, la mayor parte de los sistemas que considera son, en realidad, sistasis.

Por lo demás, las totalidades sistáticas y las sistemáticas pueden desarrollarse entretejidas en estructuras peculiares (como pueda serlo la estructura de un dado exaédrico, en tanto un dado no se reduce a su “soporte físico” constituido por un cubo de madera o de hueso).

Tanto las totalidades sistáticas como las sistemáticas son construcciones gnoseológicas, aunque acaso llevadas a cabo según diversos modi sciendi [222]. En los ejemplos propuestos, las totalidades sistáticas se ajustan, más bien, al modo de las definiciones o al de los modelos; las totalidades sistemáticas serían clasificaciones (la ecuación de las cónicas puede interpretarse como una clasificación de curvas -puesto que al poder anularse los coeficientes, las operaciones aritméticas de adición desempeñan el papel de operaciones lógicas de alternativa). Manteniéndonos en el ámbito de nuestro “postulado de corporeidad holótica” [38-39], nos inclinamos a poner la diferencia entre las totalidades sistáticas y las sistemáticas de suerte que las segundas puedan ser presentadas como efectos de una “recurrencia reflexiva” de las primeras, como resultados de un proceso de retotalización, a otro nivel, de las totalidades precedentes (partiendo de las sistáticas, como totalidades de primer orden). Las totalidades sistáticas (aunque sean terciogenéricas) quedarán referidas inmediatamente al plano fenoménico (las circunferencias a los “redondeles”; el átomo de uranio a “este mineral”) -es decir, serán términos-, mientras que las sistemáticas (de primer grado al menos) habría que referirlas al plano terciogenérico de las relaciones [190], por tanto, no separables (no jorísmicas).

Todo esto sin perjuicio de que el nuevo nivel “reflexivo” pueda ser presentado a su vez, en diagramas análogos espaciales corpóreos (los puntos y las líneas). Sólo que estos diagramas no los interpretaremos (y ésta es una tesis central de la teoría del cierre categorial) como “ideogramas” que simbolicen Ideas. Y ello porque tenemos en cuenta que el contenido de estas ideas supuestas es precisamente el ideograma, la relación entre sus términos (las órbitas elípticas de los planetas, o la línea diagonal de los nucleidos). “Júpiter” es una totalidad sistática de primer orden, percibida en el telescopio; su órbita elíptica es una totalidad sistemática de primer orden, que totaliza sus posiciones sucesivas proyectadas en un plano o diagrama: las elipses keplerianas no resultan, por tanto, de la “proyección” de las curvas de Apolonio a los cielos –ésta es la perspectiva kantiana–. Tal proyección daría además un resultado incorrecto, porque ni siquiera puede decirse que los planetas “describan elipses en el cielo” (sino “líneas de Universo”) en un espacio/tiempo que excluye precisamente la curva cerrada elíptica). La elipses keplerianas resultarán de la proyección de las posiciones de una trayectoria espacio temporal en el plano (corpóreo: papel, pantalla de ordenador) en el que la elipse pueda conformarse; son las posiciones espacio-temporales de los planetas las que se reflejan en ese plano, como las oscilaciones del péndulo “se reflejan” en la línea sinusoidal que, sobre una cinta que se desplaza uniformemente, traza la aguja grabadora acoplada. Estas elipses gráficas, que son totalizaciones sistemáticas de primer orden, pasarán a integrarse en nuevas totalizaciones sistemáticas de orden superior (por ejemplo, las que se despliegan en la “ley armónica” o tercera ley kepleriana, o en las totalizaciones de trayectorias astronómicas por medio del sistema de las cónicas de Apolonio). Es “sobre el papel” en donde se revelan las “más profundas estructuras terciogenéricas”; de suerte que podría decirse que hasta que esa “revelación” no se haya producido, las leyes sistemáticas permanecen ocultas.

Generalizando: las estructuras sistemáticas que la Naturaleza “guarda ocultas” no se revelan “a la mente o a la conciencia” que las descubre sino a los dispositivos gráficos, a los aparatos de registro (incluido aquí el papel o la pantalla) manipulados, es cierto, por la conciencia de un sujeto operatorio [155].

Desde nuestras coordenadas las operaciones tienen siempre lugar en la escala macroscópica de nuestro cuerpo; de nuestros diagramas y aparatos; y la escala microscópica no “interactúa” (Bohr) con ellos (lo que equivaldría a hipostasiarla) sino que resulta de un regressus dialéctico a estructuras sistemáticas que, como el punto geométrico, dejan de ser corpóreas en sentido macroscópico. Son, por tanto, las estructuras macroscópicas, eminentemente las geométricas o matemáticas, ligadas al espacio operatorio del sujeto corpóreo [68], en tanto son trascendentales [460] (en el sentido positivo de este término, por recurrencia) por su capacidad sistematizadora, a las diversas regiones de la experiencia, la fuente de posibilidad de nuestras construcciones científicas. El idealismo trascendental kantiano podría considerarse, desde este punto de vista, como una primera aproximación (metafísica) a esta concepción gnoseológica (“metafísica”, porque la fuente de la trascendentalidad es atribuida por él a un sujeto incorpóreo que, a priori, impone sus formas de intuición y sus categorías). Si en vez de apelar a un sujeto incorpóreo metafísico, erigido en fuente o “condición de posibilidad” de las leyes trascendentales científicas, a una conciencia trascendental, residuo de la conciencia divina, del dator formarum, nos desplazamos hacia el sujeto operatorio corpóreo, que manipula diagramas y aparatos, encontraremos la plataforma positiva para una trascendentalidad a posteriori. Una trascendentalidad que se funda en la misma capacidad de propagación o recurrencia de sus estructuras en el mundo experiencial y, por tanto, en la posibilidad de reabsorber ese mundo (aun segregando todo lo que no pueda ser asimilado) en tales estructuras operatorias. El fundamento gnoseológico del llamado “principio antrópico débil” habría de ser buscado en esta misma dirección.

Los sistemas son totalidades establecidas a partir o en función de totalidades sistáticas (“previamente dadas”) que constituyen las bases (B1, B2, B3) sistáticas del sistema o totalidad sistemática. Por tanto, un sistema no es un conjunto de elementos porque en lugar de elementos han de figurar siempre totalidades sistáticas, en cuanto tales. Una totalidad sistática, en efecto, consta de partes heterogéneas (b1, b2, b3) de las cuales unas son integrantes, otras son determinantes y otras son constituyentes. La totalización sistemática no se forma a partir de las bases sistáticas (Bi) tomadas como elementos, sino a partir de esas bases en cuanto constituidas, a su vez, por partes (bi) que se componen, ordenan o combinan con otras partes de las bases del sistema. Los sistemas se clasifican en sistemas de primer orden (por ejemplo, el sistema periódico de los elementos químicos) y sistemas de segundo orden (por ejemplo, el sistema solar).

{TCC 545-549 / SV 422 / BS28}

<<< Diccionario filosófico >>>