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Postulado de corporeidad holótica:
totatio / partitio / disociabilidad / separabilidad
Este postulado declara que la idea de totalidad, o si se quiere, las totalidades (y, por tanto, sus partes) son corpóreas; lo que significa que aquello que no sea corpóreo no podrá asumir (dentro de nuestra axiomática) los papeles de todo o de parte (sin que ello implique que cualquier entidad corpórea, de por sí, haya de tener que desempeñar papeles de todo o de parte).
El fundamento que atribuimos aquí al postulado de corporeidad holótica es de índole gnoseológica. Nos obligamos a manternerlo cuando suponemos que todos y partes son figuras resultantes de operaciones específicas (aunque no se reduzcan a ellas) y cuando suponemos que las operaciones son “quirúrgicas”, [68] (en su sentido primitivo de operaciones genéricas manuales; sólo en la época helenística, “quirúrgico” se especializó para la medicina). Según esto, las operaciones podrán obtener resultados cuando se supongan actuando sobre un material fisicalista, corpóreo, tangible. Por consiguiente, una totatio es, en el fondo, una operación (diferentes operaciones) sintética que consiste en aproximar o componer cuerpos; una partitio [48] es una operación analítica que consiste en separar, dividir o repartir cuerpos. En la medida en que las operaciones de re-partir y com-poner sean mutuamente inversas, podemos dar cuenta de la razón en virtud de la cual un todo T repartido –es decir, que ha desaparecido como tal, al ser des-integrado– puede ser considerado tal: porque puede recomponerse, sea él mismo, sea un equivalente de su misma clase (es decir, por tanto, parte de un todo (𝔗). Es la misma razón por la cual puede considerarse a algo un todo T1 respecto de partes aún no actualizadas, pero que tienen sus equivalentes en otro todo T2, siendo T1 y T2 partes distributivas de un todo 𝔗. Esta constatación nos impone la necesidad de reconocer la presencia constante, en las operaciones, de morfologías de términos dadas “a escala quirúrgica”, sin que por ello tengamos que limitar los términos operables a esta escala: la llamada “nanotecnología” se mueve a escala atómica, no manipulable [un nanómetro es una milmillonésima de metro; es sólo diez veces mayor que el amstrong: por ejemplo un átomo de aluminio alcanza el tercio de un nanómetro], pero las operaciones con estas magnitudes nanométricas se llevan a cabo desde términos dados a escala “quirúrgica” (como pueda serlo el tubo de cerámica piezoeléctrica).
Lo que precede nos obligará a reinterpretar, en cada caso, como “apariencias”, las operaciones de composición y de división con términos “incorpóreos”, es decir, por tanto, a reinterpretar los aparentes todos y partes incorpóreos que se nos presenten. Reinterpretación que puede seguir caminos muy diversos: desde la simple negación de su pertinencia (por ejemplo, Dios no tiene partes, ni el punto ni el instante son partes, pues no son corpóreos ni pueden componerse), hasta su reducción a un campo corpóreo que pueda serles asociado: una hora, como unidad de una multiplicidad de movimientos sucesivos, no será un todo en tanto no es corpórea; sin perjuicio de lo cual, podré aplicarle las categorías de todo y parte –por ejemplo media hora, un cuarto de hora– no ya directamente, sino a través del cuerpo del reloj por el que se desplazan las agujas (media hora será “media esfera” recorrida, tal como la percibe el reloj) o a través de su propio movimiento no totalizable.
El postulado de corporeidad holótica permite establecer criterios operatorios (no meramente metafísicos o intencionales) en la cuestión de la distinción. Nos atendremos al criterio de la disociabilidad entre las partes, en tanto son partes extra partes del todo corpóreo, sin necesidad de exigir la separabilidad [63] mutua de las partes. La separabilidad puede reducirse a la condición de caso particular límite de la disociabilidad. La disociabilidad del término c en el contexto Q [a,b,c,d] es la capacidad (aptitud, virtualidad) que a c cabe atribuir como terminus ad quem de una acción o intervención –procedente del entorno de Q o del interior de Q– que modifique las circunstancias previas de c sin que determine una trascendencia uniforme a los demás términos del contexto (lo que equivale a decir que c puede tomar valores distintos en Q sin necesidad de una separación “física” o existencial de ellos). Es obvio que el máximo de disociabilidad es la sustituibilidad de c en Q por c'. La cuadrícula de una baldosa de dibujo cuadriculado es una parte del todo, aunque no esté separada, no ya porque sea una parte separable, o “parte en potencia” –puesto que entonces también la baldosa debía serlo en potencia, en cuanto todo, es decir, no sería baldosa– sino porque es disociable en operaciones tales como taladrar, pintar, etc.; una barra ferromagnética es un todo respecto de los dominios magnéticos que pueden considerarse partes suyas (partes microscópicas, pero con hasta 1025 unidades) porque dentro de cada dominio los momentos de los electrones giratorios son paralelos entre sí (cuando la barra se imanta los dominios magnéticos desaparecen, sin que por ello la barra pierda su condición de totalidad, dado que sus átomos siguen siendo disociables).
Como corolario de este primer postulado de corporeidad podemos afirmar que el todo y las partes han de considerarse limitados (en su magnitud). Una parte infinitamente pequeña deja de ser parte (la suma de infinitésimos es un infinitésimo; una parte infinitamente pequeña es sólo un límite que tiende a cero). De donde se deduce que un Universo concebido como ilimitado (en sentido ampliativo o progresivo), aunque se suponga corpóreo, no puede ser tratado como un todo (si el Ser de Parménides es un todo es porque es corpóreo y finito; Aristóteles-Einstein postulan justamente la finitud del Universo físico a fin de atribuirle la función de todo respecto de sus partes). De lo anterior no se deduce que no pueda introducirse en los cuerpos la idea de un infinito (ampliativo, abstracto y puramente matemático) y, desde luego, la idea de un infinito regresivo acotado en un intervalo. Se comprende que la aplicación de la idea de todo al ser (al modo eleático) representa una aproximación hacia el monismo. Y aquí advertiremos también el motivo por el cual la teología tendería a retirarle a Dios el “nombre” de totalidad (aplicar a Dios la idea de totalidad nos pone en las proximidades del pan-teísmo).
{TCC 515-518}