Voltaire, Diccionario filosófico [1764]
Sempere, Valencia 1901
tomo 3
páginas 75-76

Conciencia
II. Si un juez debe juzgar según su conciencia o según las pruebas

Tomás de Aquino; sois un gran santo y un gran teólogo; ningún dominico os venerará tanto como yo; pero decidís en [76] vuestra Suma que el juez debe proceder según las alegaciones y según las supuestas pruebas contra un acusado, cuya inocencia reconoce. Pretendéis que las declaraciones de los testigos, que precisamente han de ser falsas; que las pruebas que resulten del proceso, que precisamente han de ser impertinentes, deben prevalecer sobre el testimonio de los ojos del juez, que vieron que otro cometió el crimen, y en vuestra opinión, debe condenar al acusado cuando su conciencia le dice que es inocente. En vuestra opinión, pongo por caso, si el juez mismo hubiera cometido el crimen de que se trata, debía condenar al hombre a quien se lo imputan.

Pero yo, siguiendo los impulsos de mi conciencia, creo ilustre santo, que os habéis equivocado del modo más absurdo y más horrible. Es muy extraño que, poseyendo el derecho canónico, desconozcáis el derecho natural. El primer deber del magistrado consiste en ser justo, antes que en ser buen legista. Si fundándome en pruebas que no pueden pasar de ser probabilidades, sentencio a un acusado cuya inocencia me consta, me consideraría un necio y un asesino.

Por fortuna, todos los tribunales del universo piensan de otro modo que Santo Tomás, Ignoro si Farinacius y Grillandus son de esa opinión; pero si encontráis en el otro mundo alguna vez a Cicerón, a Ulpiano, a Triboniano, al canciller de L'Hospital y al canciller de Agnesseau, pedidles que os perdonen el error en que incurristeis.


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