Radioactividad
Los átomos (ver) de algunas sustancias (de cuerpos o elementos simples) son capaces de desintegrarse; cuando esto ocurre, del núcleo del átomo se desprenden algunas de sus partes constituyentes (por ejemplo, una corriente de las llamadas partículas alfa) y, además, es irradiada una clase determinada de rayos (los llamados rayos gamma), semejantes a los rayos de Roentgen, aplicados, por ejemplo, en la medicina para la radiovisión. Esta radioactividad (o actividad de “rayos”) está acompañada de una constante separación de energía en forma de calor y de la transformación de la sustancia radioactiva en otras sustancias: así, el radium termina por convertirse en helio y plomo; se efectúa una transmutación natural de los elementos que dislocan su unidad. En su desintegración, el radium separa una enorme cantidad de energía, considerablemente más elevada que la energía que se obtiene en los habituales fenómenos químicos. Pero el radium se desintegra con lentitud, y los intentos de acelerar esta desintegración (de la misma manera como aceleramos la combustión en los hornos) no han dado hasta ahora resultado alguno. La fuente de energía del radium es la energía intra-atómica, relacionada con los movimientos de la materia que se efectúan dentro de los átomos del radium. Además del radium, existen otras sustancias radioactivas, que forman en lo fundamental tres series radioactivas: las series del uranio, del torio y del actinio: el radium pertenece a la serie del uranio, puesto que se forma en la Naturaleza a consecuencia de la desintegración de los átomos del uranio. La duración de la descomposición intra-atómica es muy variada, desde varios miles de millones de años (para un elemento débilmente activo) hasta una fracción de segundo. Son conocidos ya otros elementos débilmente activos, como, por ejemplo, el potasio, el rubidio, &c. En el fondo, la radioactividad debe considerarse como un fenómeno general en la Naturaleza, pero sólo en un grado muy variado. Hasta 1934, los físicos conocían solamente la radioactividad que tiene lugar en la Naturaleza independientemente del hombre y que se efectúa con una determinada rapidez que no estaba sujeta a ninguna influencia por parte de los físicos. Desde 1934 ha cambiado radicalmente la situación: se han hallado los modos de provocar artificialmente la radioactividad de diversos elementos; esto se logra mediante el “bombardeo” de los átomos de los elementos con una corriente de micropartículas, como son los núcleos de los átomos del hidrógeno (protones y deutones) o neutrones, &c. Los elementos radioactivos artificiales son distintos de los naturales, y su desintegración se efectúa en forma algo distinta; por ejemplo, las micropartículas arrojadas en la desintegración son distintas que las de la desintegración de elementos radioactivos naturales. En un solo caso se ha logrado obtener artificialmente un elemento radioactivo natural, con sus habituales propiedades. Los elementos radioactivos artificiales han hallado ya su aplicación práctica; así, el radionatrio es utilizado en medicina para la curación (por medio de sus rayos) del cáncer, de la úlcera, &c. La radioactividad artificial es un caso particular de la transmutación artificial de elementos alcanzada en la época actual por los físicos, y en la que en una serie de casos se logra obligar a los núcleos de los átomos de la materia a arrojar las enormes reservas de energía que contienen.
Diccionario filosófico marxista · 1946:258-259