Filosofía en español
(del griego ἰδέα: forma, imagen, idea). Característica de la conciencia humana; se basa en la contraposición gnoseológica de la conciencia a lo material, a la materia. La conciencia es ideal pues constituye el reflejo del mundo material en imágenes subjetivas, en conceptos, en ideas. La significación y el sentido de las imágenes y de los recursos de lenguaje, con cuya ayuda se produce el reflejo ideal de la realidad, no es algo material, pese a que la conciencia sólo funciona con ayuda de determinados recursos y procesos materiales (actividad práctica de la sociedad, fisiología del sistema nervioso central, recursos señalizadores de la comunicación por medio del lenguaje, &c.). Operando no con las cosas mismas, sino tan sólo con sus imágenes, con sus significaciones y sentido, que aparecen en calidad de “sustitutos” de las cosas, en calidad de sus modelos, la conciencia puede reflejar la esencia de las cosas reales, puede investigar las leyes objetivas y, basándose en ellas, establecer proyectos de lo futuro, de lo aún no existente. La conciencia puede también crear representaciones y conceptos ilusorios que tergiversen la realidad objetiva. Este es el motivo de que el conocimiento científico contraponga y compare siempre lo que se sabe de los objetos con los objetos mismos, aclarando así con qué exactitud y plenitud se refleja la esencia objetiva de las cosas y fenómenos en el conocimiento, o dicho con otras palabras: hasta qué punto nuestro conocimiento es verdadero.
Diccionario filosófico · 1965:228
Imagen subjetiva de la realidad objetiva, que surge en la actividad racional del hombre; “lo ideal no es más que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del hombre” (C. Marx y F. Engels, t. 23, p. 21). Antes de Marx, la filosofía materialista consideraba a las cosas como algo externo y opuesto al sujeto en forma de objeto de la contemplación y no de la actividad. De ordinario, los idealistas subrayaban el carácter suprasensorial de lo activo, considerando lo ideal como manifestación de una substancia inmaterial específica: la “Razón Universal”, &c. Con la particularidad de que absolutizaban el papel que lo ideal desempeña en la actividad humana, viendo en él el punto de partida, el principio universal de esta última (idealismo clásico alemán). Desde el punto de vista de la filosofía marxista lo ideal son formas (imágenes) del ser, que no depende del hombre, y todo el conjunto de las significaciones sociales de ellas, significaciones que constituyen las finalidades y los motivos de la actividad consciente del hombre. Estas imágenes, además de reflejar los objetos y fenómenos realmente existentes, llevan la impronta de las relaciones de los individuos, los hábitos y modos de su actividad y comunicación. La conciencia, aunque funciona únicamente con ayuda de determinados medios y procesos materiales (actividad práctica de la sociedad, fisiología del sistema nervioso central, medios signalizadores de la comunicación idiomática, &c.), no se reduce a ninguno de ellos. Al operar no con las cosas realmente existentes, sino con sus imágenes y con sus significaciones y sentido lingüísticos, que intervienen como “sustitutos” de las cosas, como modelos, lo ideal es capaz de investigar las leyes objetivas y, sobre su base, crear los proyectos del futuro. Puede también crear representaciones ilusorias que deforman la realidad objetiva. Por eso, en el proceso de la actividad se confrontan constantemente las imágenes de las cosas con las cosas mismas y se aclara cuán exacta y plenamente se refleja en dichas imágenes la esencia objetiva de dichas cosas. Lo ideal son imágenes creadas por la historia de la humanidad y con cuya ayuda el mundo no sólo se concibe, sino también se transforma.
Diccionario de filosofía · 1984:218-219