Universales (Cuestión acerca de los Universales, Disputa sobre los Universales, Problema de los Universales)
Reciben el nombre de universales los conceptos generales de género y especie en cuanto se oponen y al mismo tiempo engloban, subordinándolos, a los individuos. En tanto que son ideas o conceptos generales, poseen dos cualidades: a) Comprensión, en virtud de la cual son el resultado de la integración de un conjunto de notas. b) Extensión sobre un grupo de individuos, de tal manera que representan la esencia común a todos ellos, y por esto se pueden predicar de uno en particular, porque en cada sujeto individuado se realiza plenamente la esencia expresada por el universal.
Se denomina corrientemente “problema de los universales” el análisis de la aparente contradicción intrínseca que encierran las dos cualidades de los universales citadas anteriormente. En efecto: en la realidad corpórea y externa a nosotros, los objetos son todos unos, son individuos. ¿Es ésta la única realidad? O, en caso contrario, es decir, si existe una realidad intelectual superior a los individuos, ¿cuál será el tipo de existencia que corresponda a estos contenidos intelectuales? Aceptada la definición dada de los universales (los géneros y las especies en cuanto se enfrentan y subordinan a los individuos) el problema de los universales se reduce a lo siguiente: hallar qué tipo de realidad corresponde a los universales (sean éstos una simple palabra, un concepto o un objeto). Este problema, que tuvo un largo e intenso desarrollo en el transcurso de la filosofía medieval, no ha perdido en la actualidad importancia, toda vez que una interesante y trascendental serie de cuestiones metafísicas, epistemológicas, lógicas e incluso teológicas van involucradas en su respuesta.
Para resaltar más el alcance del problema, conviene citar las diferentes clases de universales existentes, en el bien entendido que todas ellas no son más que aspectos o facetas de una misma realidad. Son éstas: a) Universal “in essendo”, o tipo de ser realizado en distintos individuos; éste es el universal en su aspecto ontológico. b) Universal “in causando”, en virtud del cual los objetos universales (“in essendo”) son modelos arquetípicos o causas ejemplares de las cosas, de tal manera que nunca agotarán éstas el contenido y la fuerza ejemplar de sus ideas. c) Universal “in repraesentando”, designación de las representaciones universales de naturaleza intelectual que son el resultado de la captación de la esencia de los objetos (V. CONCEPTO). La posibilidad de existencia del universal “in repraesentando” viene garantizada por la existencia de universales ontológicos o “in essendo” que son también modelos (“in causando”) de las cosas. d) Finalmente, de la existencia de una representación universal (“in repraesentando”) se deduce la posibilidad de existencia de expresiones universales. Son éstas los universales “in significando”, voces, palabras generales que pueden nombrar a un conjunto de individuos.
El universal puede ser pensado como: a) una palabra (nominalismo); b) un concepto (conceptualismo); c) una realidad (realismo). Cada uno de estos conceptos ha sido suficientemente analizado en los correspondientes artículos de esta Enciclopedia, de manera que aquí se dará tan sólo una visión de conjunto del problema.
I. Una solución negativa: el nominalismo. Afirma que los universales son simples nombres, a lo sumo imágenes más o menos generales. Acepta así solamente el universal “in significando”, que posee un mero valor de símbolo o término usual (V. NOMINALISMO, TERMINISMO). Fueron nominalistas en la antigüedad los sofistas, en la filosofía medieval Roscelino de Compiegne (V.) y en la moderna toda la corriente empirista: Hume, Berkeley, Stuart Mill, &c. El nominalismo equivale a considerar la ciencia como pura palabrería, y es, por lo tanto, escepticismo.
II. Una solución intermedia: El conceptualismo. Es una corrección del nominalismo, ya que comprende que es imposible una palabra o término sin un concepto que garantice su contenido. El conceptualismo acepta, pues, el universal “in repraesentando” y explica muy bien el acto de predicación lógica. Sin embargo, el conceptualismo no da ninguna explicación sobre el origen objetivo del universal: niega todavía la existencia del universal ontológico, con lo cual un concepto no es más que una creación subjetiva del entendimiento. Esta doctrina fué creada en la Edad Media por Abelardo (V.), y restaurada en la Edad Moderna por Kant, con el cual el conceptualismo se inclina peligrosamente hacia el idealismo (V.).
III. Una solución extrema: el realismo a ultranza. Sostiene que los universales son res, cosas. Para uno de sus creadores, Platón (V.), el universal es la idea, que unifica el universal “in essendo” con el universal “in causando”. Los universales-cosas integran el mundo superior de las ideas, de las cuales el mundo sensible es una simple copia o manifestación. En la Edad Media esta doctrina fue defendida en su forma extrema por Guillermo de Champeaux, quien sostenía que en cada individuo se daba por completo el universal (Guillermo de Champeaux explicaba la transmisión del pecado original diciendo que Adán no era un hombre, antes bien la misma idea de hombre). El ultrarrealismo conduce así fatalmente al panteísmo, error en el que han caído todos los neoplatónicos (Escoto Eriúgena, Giordano Bruno, &c.).
IV. Una solución verdadera: el Realismo moderado. Tan sólo esta doctrina, que se remonta a toda una tradición aristotélica y tomista, da satisfactoria respuesta a todos y cada uno de los problemas que plantean los universales. Sostiene que los universales se dan en los individuos fundamentalmente. La realidad individual es así la fundamental, pero en ella se encuentra realizada el universal de carácter inteligible. A la realidad inteligible se llega por abstracción a partir de las cualidades sensibles de los cuerpos.