Filosofía en español 
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Nacionalsocialismo

Doctrina política de carácter totalitario (aspectos político, militar, racial, religiososocial), difundida en Alemania después de la guerra de 1914-1918, y triunfante en el poder a partir de 1933. Ha sido llamada también abreviadamente “nazismo” o “nacismo”, y sus partidarios y seguidores, “hitlerianos” o “hitleristas” nombre derivado del de Adolfo Hitler, que fue su caudillo. Por sus tendencias estatales y absorbentes, y por su oposición a las ideas católicas, esta doctrina fue condenada por el episcopado alemán, en 1930, del propio modo que Roma condenó en 1926 el nacionalismo integral de la “Action Française”. En su programa, el partido nacionalsocialista declaraba: “Exigimos la libertad de todas las confesiones religiosas en el Estado, mientras ellas no pongan en peligro su existencia”, pero los jefes del nacionalismo contaban precisamente a la Iglesia católica entre las confesiones declaradas “peligrosas” para el Estado. Las doctrinas nacionalsocialistas alemanas insistían: “Exigimos la libertad de todas las confesiones religiosas en el Estado, mientras no ataquen el sentimiento de la moral y de la disciplina moral de la raza germánica”. Pero ésta se basaba en unos postulados que predicaban el odio a todas las razas extrañas a la raza germánica, y en general el desprecio hacia todo cuanto no fuera exclusivamente alemán. Todo esto es completamente inadmisible para un católico y para un cristiano, ya que la moral de Cristo es universal y vale para todos los tiempos, para todos los lugares y para todas las razas. Lo que querían los jefes del nacionalsocialismo era un Dios alemán, un cristianismo alemán y una Iglesia alemana. Feder había dicho: “Ciertamente el pueblo alemán hallará una forma para su confesión de Dios, su experiencia de Dios, como lo exige su sangre nórdica: ciertamente entonces será completa la trinidad de la sangre, de la fe y del Estado”. Rudolf Jung propugnaba especialmente por una “Iglesia Nacional”, que en el fondo no era más que la adoración al Estado convertido en religión oficial. El propio Jung no ocultaba que debería substituirse el cristianismo por el culto a Wotan renovado o restaurado. El neopaganismo de Ludendorf, las ideas destructivas de Rosenberg, iban acompañados del más feroz de los pragmatismos y de la más brutal de las disciplinas.

Con relación a todos estos extremos, Mayer, obispo de Maguncia, escribía en septiembre de 1930: “Por su concepción de la religión, los nacionalsocialistas adoptan una posición hostil a la Iglesia católica; he ahí por qué en las reuniones populares los oradores nacionalsocialistas habían expresado varias veces esta idea: Combatimos contra Judá y Roma. Sin duda, Hitler, en su libro Mein Kampf, expresó palabras de reconocimiento para la religión cristiana y las instituciones católicas. Pero ello no nos induce a error acerca de la contradicción que existe entre la política cultural del socialismo nacional y el cristianismo católico. Las explicaciones precedentes responden a la pregunta: ¿Un católico puede ser miembro inscrito en el partido de Hitler? ¿Un sacerdote católico puede admitir que los miembros de este partido asistan en grupo a funerales eclesiásticos o a ceremonias de este género? ¿Un católico que confiese los principios de dicho partido puede ser admitido a los sacramentos? Nos debemos responder: No”. V. Alemania.