Universidades
Se llama así a un cuerpo de profesores establecido por la autoridad pública, para enseñar las ciencias, la literatura y los idiomas antiguos y modernos, aunque lo más general es que la enseñanza que se da en las universidades esté distribuida en cuatro facultades, que son: teología, jurisprudencia, medicina y artes. Han sido muy notables muchos de estos cuerpos académicos de enseñanza pública, los que han disfrutado de muchos privilegios e inviolabilidades, teniendo una legislación especial que favorecía extremadamente a los escolares, y estas ventajas y el natural deseo de conservarlas, han ocasionado disputas y aun luchas muy encarnizadas. La enseñanza que se da en las universidades es llamada superior, porque sirve para poseer una ciencia especial y también habilita a los que como profesores luego han de enseñarla. El estudio de las cuatro facultades ya citadas, previo el grado de bachiller en filosofía se hace en varios años o cursos académicos que nunca pasan de siete y que se determinan en los programas de estudios y reglamentos vigentes. En las universidades se estudian también las asignaturas que se requieren para aspirar al grado de doctor, que es ya el último en las respectivas carreras que supone la última perfección en ellas y que habilita para varias profesiones. Esta multitud y variedad de materias de enseñanza, se aviene muy bien con el nombre de universidad que trae su origen de cosa universal, y que se aplica no solo al conjunto de los estudios, sino al cuerpo facultativo encargado de la enseñanza y hasta se designa con el nombre de universidad el mismo local de los estudios.
Los antiguos no conocieron lo que nosotros entendemos por universidad. En Grecia la educación era pública y común, y en Roma, durante los primeros siglos de la república, el estudio de las ciencias y la literatura era considerado como inútil y solo más adelante se fundaron escuelas para la enseñanza de la retórica y la filosofía. Bajo el imperio estas escuelas se multiplicaron en todas las provincias sometidas a la dominación romana. La dirección de estas escuelas estaba confiada a un jefe que tenía autoridad sobre maestros y discípulos y que estaba ayudado por vigilantes encargados de dirigir la educación física de los jóvenes, vigilando sus hábitos y costumbres. La disolución de la sociedad antigua acarreó la ruina de las clases, que hicieron lugar a las escuelas eclesiásticas establecidas en las metrópolis, cerca de las iglesias, bajo la protección de los obispos que no se desdeñaban de enseñar, hasta que las escuelas eclesiásticas a su vez, después de haber brillado tanto, cayeron en la oscuridad y la ignorancia prevaleció. Carlo-Magno fue el primero que hizo algunos esfuerzos para disipar las tinieblas en que estaba sumergido el Occidente, a excepción de algunos monasterios aislados. Llamó a su lado a todos los sabios extranjeros y con la ayuda de Alcuino, de Clemente y de Juan Scoto, con otros discípulos de Beda, consiguió reanimar el estudio de las ciencias y la literatura en las Galias y la Italia. Alcuino a quien Carlo-Magno se complacía en llamar su maestro, fue puesto a la cabeza de la escuela palatina que seguía al príncipe por todas sus residencias, y por eso los antiguos historiadores han atribuido a Carlo-Magno la fundación de la universidad o más bien de las universidades, pero ya se sabe que es preciso llegar a una época más cercana a nosotros para hallar el origen de esos grandes centros de instrucción que tanto han influido en los destinos del género humano. Los sucesores de Carlo-Magno mantuvieron las escuelas que él había fundado, y entre los discípulos ilustres que salieron de la escuela de París, se cita a Gerbert que fue papa con el nombre de Silvestre II y que había pasado a adquirir la ciencia a Córdoba y a Sevilla entre los árabes de España. Hacia fines del siglo XII comenzó a manifestarse una revolución en las escuelas europeas y continuó en el siglo XIII, época en que se constituyeron y organizaron las más célebres universidades como las de Italia, Inglaterra y París. El origen de todas las universidades fundadas en la edad media, es una escuela libre a la que los príncipes toman bajo su protección, a la que enriquecen con sus dones y a la que confieren numerosos privilegios. Así sucedió en las más antiguas universidades de Europa; la de Bolonia tan célebre por el renacimiento del derecho romano fue fundada en 1111 por la célebre condesa Matilde; la de Oxford, cuyo origen se remonta a las escuelas creadas en el siglo VIII por Alfredo el Grande. Estas escuelas todavía florecientes en el reinado de Eduardo el Confesor, decayeron con la conquista de Inglaterra por los normandos y solo recobraron su brillo en el reinado de Esteban. Una porción de soberanos imitaron a porfía la conducta del rey de Francia con la universidad de París, pues el impulso estaba dado, y en el siglo XIII se fundaron nuevas universidades; la de Padua y Nápoles en Italia, las de Tolosa y Montpelier en Francia, y la de Cambridge en Inglaterra. Las universidades de Alemania solo datan del siglo XIV, y las más antiguas son las de Praga, de Viena, de Bolonia y de Heidelberg. Las dos principales universidades de los Países Bajos, las de Lovaina y de Lieja, fueron fundadas en el siglo XV y a todos estos establecimientos se puede decir que sirvió de modelo la universidad de París. Los estudiantes concurrían a las universidades con un ardor indecible y hacia fines del siglo XIII, la de Bolonia contaba diez mil alumnos. Había veinte mil en Oxford y veinte y cinco mil en París en 1461 a la muerte de Carlos VII. Esta universidad de Paris pasó por la más célebre y la más importante y se hizo digna de los favores y los privilegios que se le otorgaron por el progresivo impulso que dio a los estudios y por los doctores famosos que en las diferentes facultades, atraían a sus lecciones considerable número de alumnos, siendo la facultad de teología la que más se distinguió por las sanas doctrinas que enseñaba y que defendía en los concilios. Las universidades de Alemania y de Inglaterra, han conservado su forma primitiva y sus constituciones curiosas de estudiar, presentan al observador uno de los últimos restos de la edad media en medio de nuestra civilización moderna. Hay una diferencia fundamental entre las costumbres universitarias de la Alemania y otras naciones de Europa: el cuerpo de profesores antiguo y numeroso, forma una clase aparte que ejerce en el país grande influencia y lo mismo el cuerpo de estudiantes, cuyo género de vida, difiere esencialmente del que tiene el resto de la juventud alemana. Las universidades inglesas abrazan todos los conocimientos humanos, pero como las cátedras son debidas a fundaciones particulares, no hay aquella unidad de enseñanza que se advierte en otras universidades. Por lo demás, las costumbres de estos colegios, la disciplina, la duración de los estudios, todo, hasta el traje un poco monacal, conservado por los maestros y los discípulos, recuerda el tipo y las instituciones del tiempo pasado y sobre todo caracteres distintivos de la edad media.
En la actualidad se conocen en España con el nombre de universidades los establecimientos públicos de enseñanza en que además de la facultad general de filosofía, se estudian una o más facultades superiores, y en los que se confieren los tres grados académicos.
Diez son las universidades del reino. La que entre todas ellas obtiene la primacía es la central de Madrid, la única en que se enseñan todas las facultades y la única en que se recibe el grado de doctor, como que solo en ella se hacen los estudios necesarios para recibirle o sean los del tercer periodo de cada facultad. Las otras nueve universidades de distrito existen en las ciudades de Barcelona, Granada, Oviedo, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valencia, Valladolid y Zaragoza.
Hubo mayor numero de universidades en la Península, y con dificultad se hallará país en que más universidades hubiese en proporción al número de los habitantes. Para probarlo reproducimos la noticia de la fundación de las principales universidades del reino, que ya hemos insertado en el tratado especial de universidades, de los ciento que comprende la instrucción para el pueblo.
Universidad de Alcalá, actualmente central de Madrid, fue fundada por el famoso cardenal Cisneros en Alcalá, poniéndose la primera piedra en 26 de febrero de 1498, e inaugurándose en 26 de julio de 1508. Empezó a trasladarse a Madrid en 1836 y concluyó en 1842.
Universidad de Santiago. Fue fundada por el arzobispo don Alonso de Fonseca en 1532.
Universidad de Oviedo. Fue fundada por don Fernando Valdés, arzobispo de Sevilla, que estableció diez y siete cátedras y murió en 1568.
Universidad de Valladolid. Fue fundada en el año de 1346 por don Alonso XI, con bula que obtuvo del pontífice Clemente VI, habiendo llegado esta universidad a ser la tercera en estimación en España. El colegio mayor llamado de Santa Cruz, fue fundado en el año de 1480 por don Pedro González de Mendoza, cardenal y arzobispo de Toledo, y habiendo otro colegio llamado de los Velardes, por haber sido fundado por don Juan Velarde para que en él entrasen y se educasen todos los de esta familia. Eran rectores alternativamente de la universidad los graduados y los colegiales mayores, aunque no fuesen graduados.
Universidad de Palencia. Fue fundada por el rey don Alonso IX de Castilla en el año de 1200, y en ella estudió Santo Domingo de Guzmán, así como San Julián, obispo de Cuenca. Fundada la universidad de Salamanca, se trasladaron a ella las escuelas que había en Palencia.
Universidad de Salamanca. El rey don Alonso empezó a fundar la universidad de Salamanca para que sus súbditos no tuviesen necesidad de acudir a Palencia, y estas mismas escuelas de Palencia fueron trasladadas a Salamanca por la comodidad del sitio, por el santo rey don Fernando en 1243. Don Alonso el Sabio colmó de privilegios y rentas a esta universidad, y los pontífices Alejandro IV y Clemente V también la concedieron sus gracias, siendo muchos los pontífices y reyes que han consultado y hecho aprecio de esta universidad, que tenía cátedras de todas facultades, y privilegio de ser uno de los cuatro estudios generales del mundo. Los otros tres son los de Bolonia, París y Oxford. La solemnidad de los actos públicos, la reputación de los maestros, y el renombre de los varones que han salido de las escuelas de Salamanca, han hecho a esta universidad célebre en todo el mundo.
Universidad de Ávila. Fue fundada en el colegio de dominicos de Santo Tomás por fray Tomás de Torquemada, inquisidor general, en 1482.
Universidad de Tarragona. Fue fundada por el cardenal arzobispo, don Gaspar Cervantes, en el año de 1572.
Universidad de Lérida. Fue fundada por el rey don Jaime II en el año de 1300, y en ella se graduó y fue catedrático don Alonso de Borja, que después fue el papa Calixto III.
Universidad de Oñate. Fue fundada en 1543 por don Rodrigo Marcado y Zuazoła, virrey de Navarra, y arzobispo de Santiago.
Universidad de Valencia. Se empezó a fundar por parecer de San Vicente Ferrer en el año 1411, después se perfeccionó e instauró, siendo confirmada por el pontífice Alejandro VI en el año de 1499. Constaba de cinco colegios, y en ella enseñó San Vicente las letras sagradas. El rey don Fernando el Católico concedió muchos privilegios a esta universidad.
Universidad de Zaragoza. Hay quien hace remontar la fundación de esta universidad al año de 1474, en que prometió la fundación don Pedro Cerbuna, obispo de Tarazona, pero el verdadero carácter de universidad no le tuvo hasta el año de 1543 en el que bajo los auspicios del emperador Carlos V, se aumentaron cátedras y rentas, habiendo ido en aumento después hasta pasar de veinte y dos las cátedras establecidas. Fue confirmada por los sumos pontífices Lucio III y Paulo IV.
Universidad de Cervera. Fue fundada por el rey don Felipe V, que la dotó con muchos privilegios y con suntuosas aulas, de modo que obtuvo nombradía a pesar de estar situada en una población de segundo orden. Todo fue porque Cervera se conservó en la obediencia del rey durante las guerras de sucesión.
Universidad de Barcelona. Fue fundada por los antiguos reyes de Aragón. Según Rui Méndez se fundó en el año de 1346, y se amplificó en 1561. Esta universidad decayó en la guerra de sucesión, y fue refundida en la de Cervera por Felipe V, quejoso de los habitantes de Barcelona.
La universidad de Granada fue fundada en el año de 1531 por el invicto emperador Carlos V. La de Pamplona en el año 1608 por el rey don Felipe III, y la de Gandía por San Francisco de Borja, cuarto duque de Gandía, en 1549, habiendo sido más o menos célebres las de Sevilla, Toledo, Tortosa, Sigüenza, Orihuela, Osuna y Baeza, sin contar con la célebre universidad de Huesca, fundada por Sertorio para estudio de letras latinas y griegas, setenta años antes de Jesucristo.
Todas las universidades del reino poseen fincas, rentas y censos, cuyo producto anual varía, pero que arroja un año con otro la notable suma de veinte y seis mil duros distribuidos del modo siguiente, según los datos que remitidos por el gobierno obran en la comisión de desamortización:
Barcelona… | 38.000 | reales |
Madrid… | 250.000 | |
Oviedo… | 3.000 | |
Salamanca… | 90.000 | |
Santiago… | 86.000 | |
Sevilla… | 8.000 | |
Valladolid… | 25.000 | |
Zaragoza… | 20.000 |
Faltan los datos de la universidad de Valencia y de Granada; pero a pesar de esto, de los derechos de matrículas, y de otros productos eventuales, la instrucción pública se sostiene principalmente con las cantidades que figuran en los presupuestos generales del Estado que cada año deben aprobar las cortes.
Los distritos universitarios en que está dividida la Península son los siguientes:
Distrito de Madrid. Comprende las provincias de Madrid, Ávila, Guadalajara, Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Segovia.
Distrito de Barcelona. Comprende las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida, Tarragona e Islas Baleares.
Distrito de Granada. Comprende las provincias de Granada, Málaga, Almería y Jaén.
Distrito de Oviedo. Comprende las provincias de Oviedo y León.
Distrito de Salamanca. Comprende las provincias de Salamanca, Cáceres y Zamora.
Distrito de Santiago. Comprende las provincias de la Coruña, Orense, Pontevedra y Lugo
Distrito de Sevilla. Comprende las provincias de Sevilla, Huelva, Córdoba, Cádiz y Badajoz.
Distrito de Valencia. Comprende las provincias de Valencia, Alicante, Castellón, Murcia y Albacete.
Distrito de Valladolid. Comprende las provincias de Valladolid, Soria, Santander, Burgos, Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Palencia.
Distrito de Zaragoza. Comprende las provincias de Zaragoza, Huesca, Teruel, Navarra y Logroño.
Las islas Canarias forman un distrito particular, cuyo jefe es el gobernador de la provincia. En los demás distritos los jefes natos son los rectores de las respectivas universidades.
Así como en la universidad central se enseñan todas las facultades, en las universidades de distrito solo se enseñan aquellas facultades que se determinan en el real decreto de 28 de agosto de 1850.
Del número de escolares que atendida la población concurren a las universidades, pueden dar idea los números siguientes:
En la jurisdicción escolástica de Madrid recibieron la segunda enseñanza oficial directa, o con intervención del gobierno 2.630 jóvenes en la forma siguiente durante el curso académico de 1853 a 54:
Institutos universitarios… | 949 |
Institutos provinciales… | 392 |
Escuelas pías… | 289 |
Colegios particulares… | 730 |
Enseñanza doméstica… | 270 |
2.630 |
He aquí el número de cursantes, o a lo menos de matriculados, que tuvieron las cuatro secciones de esa facultad heterogénea llamada filosofía, y que, no obstante su título, entre treinta asignaturas solo cuenta una de filosofa propiamente dicha:
1.ª Literatura… | 142 |
2.ª Administracion… | 241 |
3.ª Ciencias físico-matemáticas… | 58 |
4.ª Ciencias naturales… | 61 |
502 |
Adviértase, sin embargo, que la inmensa mayoría de estos escolares siguen al propio tiempo los cursos de otra facultad; resultando de ello consecuencias harto poco satisfactorias para la solidez de los buenos estudios.
Las demás facultades tuvieron en dicho curso la matrícula siguiente:
Farmacia… | 316 | alumnos |
Medicina, cirugía, &c.… | 472 | |
Jurisprudencia… | 869 | |
Carrera de notariado… | 396 | |
2.053 |
Estas cifras presentan un ligero aumento sobre los correspondientes al año académico anterior, exceptuando la de medicina, facultad que tiene ochenta y cinco alumnos menos que en 1853.
En el presente curso la estadística escolar arroja los siguientes resultados en el distrito universitario de Madrid: que comprende por consiguiente los colegios particulares e institutos de la provincia.
Latín y humanidades… | 1.500 | matriculados |
Filosofía elemental… | 914 | |
Literatura… | 108 | |
Administración… | 269 | |
Ciencias físico-matemáticas… | 49 | |
Ciencias naturales… | 27 |
En las restantes facultades, o sean las llamadas mayores, aun con el restablecimiento de la facultad de teología, verificado últimamente en las universidades de Madrid, Santiago, Sevilla y Zaragoza, todavía no pasa la matrícula en el distrito de Madrid de los números siguientes:
Farmacia… | 303 |
Medicina y cirugía… | 398 |
Jurisprudencia… | 841 |
Notariado… | 322 |
Teología… | 41 |
Total… | 1.905 |
Como se infiere por la anterior estadística las universidades son cabezas de distrito y a ellas respectivamente están incorporados para los efectos conducentes, al buen gobierno de la instrucción pública y para incorporación de cursos de los escolares, aquellos institutos y establecimientos de enseñanza en que se dé esta con todos los requisitos y extensión que previene el plan de estudios vigente. Este es el principal motivo de que todo el territorio de la monarquía se halle dividido en los distritos llamados universitarios, de que ya queda hecha mención y que corresponden a la universidad de quien toman el nombre.
Para la dirección, gobierno interior y administración de las universidades hay en primer lugar un rector jefe único y exclusivo que dirige bajo su responsabilidad, sin más sujeción que a los reglamentos y órdenes del gobierno los que debe cumplir y hacer cumplir y muy particularmente todo lo prevenido en el plan general de estudios, vigilando el cumplimiento de las obligaciones de los decanos, catedráticos, dependientes y alumnos. Solo los rectores pueden seguir correspondencia oficial con el gobierno, consultarle, dirigirle informes y datos estadísticos, &c. Pero las obligaciones de los rectores no se concretan al establecimiento de su inmediato cargo: siendo jefes natos de los distritos universitarios y de los establecimientos de enseñanza en ellos comprendidos, les corresponde visitarlos, formar su estadística anual, decidir dudas que en el orden académico se susciten e informar al gobierno de todo. Están encargados, además, de la recaudación y distribución de caudales, debiendo formar al principio de cada mes y para elevarlo a la Dirección de instrucción pública el presupuesto de los gastos que calculen necesarios para el mes siguiente.
Los decanos dirigen sus facultades respectivas en lo relativo a la enseñanza y régimen interior, con sujeción a los reglamentos y a las disposiciones del rector, pero cuidan principalmente del orden literario de los estudios, explicaciones y asistencia de los profesores, subordinación y compostura de los alumnos. Los decanos son los que tienen a sus órdenes a los bedeles, porteros y dependientes destinados al servicio de sus respectivas facultades.
El bibliotecario que hay en cada universidad custodia los libros, cuida de su buen arreglo y clasificación, forma los índices y procura el aumento de la biblioteca, haciendo presentes sus necesidades.
El secretario general extiende las actas de los actos públicos y reuniones del claustro, instruye los expedientes, expide las certificaciones y lleva los libros y registros con orden y claridad, siendo personalmente responsable de la recta instrucción de los expedientes y de la veracidad de los documentos que en ellos obren.
El rector de cada universidad y el decano de cada facultad son nombrados por S. M. entre los catedráticos de la universidad; pero el profesor que fuere nombrado rector deja de ser catedrático.
La reunión de los catedráticos de cada facultad forma el claustro de la misma y la reunión de los doctores de todas las facultades forma el claustro general, convocado y presidido por el rector. Los catedráticos son nombrados por S. M., generalmente por oposición y previos varios requisitos que se marcan en los reglamentos. El profesorado constituye una de las carreras más distinguidas, en la que los catedráticos ascienden y ganan sueldo, según su antigüedad en la enseñanza y su categoría en la carrera, que forma tres clases, de entrada, de ascenso y de término. Para estos efectos los profesores están inscritos en un cuadro general formando escala y además los méritos contraídos por los catedráticos en la enseñanza son recompensados con plazas correspondientes en las demás carreras del Estado, pero el cargo de catedrático es incompatible con cualquiera otro destino que tenga sueldo del Estado y que requiera asistencia personal que perjudique a las obligaciones de la enseñanza: también es incompatible con toda profesión que desdiga del lustre de tan distinguido cuerpo y con el cargo de enseñanza en establecimientos privados. Los catedráticos propietarios no pueden ser removidos sino por justa causa, probada en expediente gubernativo.
En todas las universidades hay un Consejo de disciplina compuesto del rector presidente, de los decanos de las facultades, de dos catedráticos, un juez de primera instancia y dos padres de familia, nombrados anualmente por el gobernador de la provincia. Este consejo se reúne cuando lo manda el gobierno para algún caso especial, o cuando el rector le somete algún hecho para que sobre él resuelva lo que haya lugar con arreglo a las penas que permite el reglamento de estudios. El juicio es verbal; pero el secretario, que es el mismo de la universidad, extiende el acta, que firma y de que remite copia a la Dirección general para su conocimiento o aprobación del gobierno.
Los diversos títulos del profesorado se obtienen mediante varios ejercicios entre ellos los de oposición y aun después de obtenidas cátedras en propiedad todavía hay que hacer oposición para ascender en categoría, porque hay catedráticos de entrada, de ascenso y de término, siendo tres años los que se han de servir en cada una de estas clases, antes de ascender a la siguiente. El nombre de catedrático no se da precisamente al que está habilitado para la enseñanza de una o más asignaturas en su respectiva facultad, sino al que desempeña en propiedad alguna cátedra. Las oposiciones para obtener cátedras y para ascender en categoría se verifican en Madrid y para los últimos ascensos se necesita el grado de doctor.
Hay una junta de clasificación compuesta de varios profesores, presididos por un vocal del consejo de instrucción pública y esta es la que lleva el escalafón general del personal de la enseñanza y la que clasifica a los profesores según su antigüedad y su categoría, evacuando los expedientes que sobre esto se suscitan y teniendo siempre a la vista las hojas de servicios y relaciones de méritos de todos los empleados de real nombramiento que hay en los establecimientos de enseñanza.
Los grados académicos son tres; el de bachiller, el de licenciado y de doctor y para obtenerlos se necesita haber hecho los estudios especiales señalados en el plan vigente de estudios, ser aprobado en exámenes y ejercicios y pagar los derechos establecidos. Los ejercicios para el grado de bachiller en filosofía pueden hacerse en los institutos; pero los grados de bachiller y licenciado solo se confieren en las universidades donde exista la facultad a que corresponda el grado que se reciba, y el grado de doctor, sea la que quiera la facultad, solo se confiere en la universidad central de Madrid. La investidura de los grados siempre se confiere solemnemente por el ministro, por los rectores de las universidades, o por el decano de la facultad respectiva, cuando el grado es de bachiller. El título de doctor se expide por el ministro, el de licenciado, por la Dirección de instrucción pública y el de bachiller por el rector de la universidad.
En la actualidad se espera algún cambio y aun mejoras favorables en el ramo de enseñanza pública, y organización de las universidades, teniendo ya terminados sus trabajos la comisión nombrada para revisar o más bien formar el plan de estudios con arreglo a las necesidades de la época, trabajo que discutido a su tiempo en el seno de la representación nacional, obtendrá, es de esperar, la perfección necesaria, comunicando a los ramos del saber, el debido impulso.