Filosofía en español 
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Población

Se entiende por población el número de habitantes de un país con relación a la extensión de su territorio. La población considerada bajo el punto de vista político, económico y social, ha dado margen a muchos problemas debatidos entre los estadistas y pensadores. Nosotros en el presente artículo nos limitaremos a examinar tres puntos, cuya apreciación envuelve las cuestiones principales suscitadas a este propósito. Estos puntos son: 1.º Cuáles han sido, en la historia, las vicisitudes de la población. 2.º Cuáles son las causas de su aumento o disminución. 3.º Qué relaciones hay entre la mayor o menor población y el bienestar de un pueblo.

Según los cálculos más probables, la Europa cuenta hoy 240.000.000 de habitantes, el Asia 500, el África 70, la América 35, la Oceanía 20, viniendo entre todas a componer un total de 900.000.000 próximamente, con relación a 6.000.000 de leguas cuadradas de terreno. Ahora bien: si tomamos como seguro este cálculo, resultará que por cada legua cuadrada de terreno se cuentan ciento treinta y tantos habitantes tomados todos en conjunto.

Por lo demás, siendo tan grande la diferencia entre terrenos y países, hallaremos que al paso que en Europa se pueden contar 450 habitantes por legua cuadrada, en Asia no pasan de 330 y relativamente vienen a tocar 66 a la Oceanía, 41 al África y 17 a la América. Esta misma diferencia se nota proporcionalmente en los varios pueblos de Europa: así la Inglaterra parece tener por cada legua cuadrada 1.490 habitantes, la Francia 1.080, la Alemania 923, el Austria 750, la España 450, la Turquí 357, la Rusia 170. Esto por lo que toca al estado actual de la población. Sentados estos preliminares; continuemos nuestro propósito.

En cuanto a las alteraciones que ha podido sufrir la población, en las diferentes épocas históricas, no puede formarse un juicio sólido y seguro. No falta quien afirme, y Montesquieu lo sentó muy seriamente, que la población en los tiempos modernos es diez veces menor que lo fue en los antiguos: otros, por el contrario, opinan que ha ido aumentando paulatinamente con la marcha de los siglos, y no falta quien crea que no ha variado considerablemente la población del globo tomada en conjunto por más que haya cambiado de regiones.

Los documentos que poseemos de la antigüedad no presentan ningún carácter de certidumbre; por lo cual todos nuestros cálculos deben ser hipotéticos. La verdad es, que países muy poblados en otro tiempo están hoy desiertos, y viceversa, se hallan hoy ocupados por una abundantísima población los que en otras épocas estuvieron desiertos. Ejemplos son Palmira de lo primero, y Lutecia de lo segundo.

Sin embargo, no se puede afirmar que no se altera el número de habitantes del planeta, porque así como cambian y se suceden las estaciones, el globo ha sufrido también, y probablemente sufrirá, profundas revoluciones que afectan por necesidad a la población. Por eso repetimos, no puede afirmarse sin temeridad que la población sea siempre la misma sin aumentar ni disminuir.

¿Cuáles son las causas que producen su aumento y su disminución? Stewart pretende que la abundancia de víveres es la medida de la población: porque donde el hombre no encuentra con facilidad su subsistencia se retrae y abstiene de la unión bisexual, y por consiguiente de la procreación. Esto es cierto en general, pero necesita una explicación más determinada y vamos a hacerla. ¿Por qué el obrero y el mendigo suelen tener por lo común dilatadísimas familias? Porque el obrero, se dice, consagra todas sus ganancias exclusivamente a la alimentación de sus hijos, y el mendigo a su vez no se cura ni de alimentarlos, supuesto que los confía a la caridad pública. ¿Por qué entre las clases elevadas, o por lo menos de posición social como sucede hoy entre abogados, literatos, empleados y otras gentes, pertenecientes a clases visibles y de influencia social, por qué, preguntamos, entre estas clases abundan tan poco los matrimonios y la procreación, sin embargo, de tener la subsistencia material asegurada? Porque la subsistencia social, se contesta, es decir, la satisfacción de las necesidades facticias y de lujo que la sociedad impone, no está completa en estas clases. Ahora bien: no es la abundancia de víveres materialmente lo que como dicen muchos influye en la población si esta abundancia no se encuentra acompañada de ciertas condiciones morales. La abundancia influye en el aumento de la población cuando un pueblo tiene costumbres morigeradas, cuando no hay lujo, cuando no se encuentra abrumado por el dominio de las necesidades facticias, en suma, cuando al bienestar material acompaña al bienestar moral. Considerad entre los tipos de nuestra sociedad moderna, a aquel empleado cuyo sueldo bastaría para alimentar y sostener diez familias de una provincia. No le falta por lo mismo el alimento, por el contrario, deja diariamente de sobra los más suculentos manjares, así en su casa como en las de sus infinitas relaciones, y en los más afamados convites. Y este hombre permanece soltero, y lo notable es que permanece soltero porque no se considera con medios para mantener a su mujer, cuando él mismo no puede mantenerse y necesita empeñarse, él cuyo sueldo repetimos bastaría para mantener diez familias en una provincia. Y este hombre, vive mal, vive inquieto, siente necesidades premiosas que no puede satisfacer; necesidades que le imponen sus relaciones, es decir que le impone con su tiránico e insensato imperio, la vanidad, la moda, el lujo, en suma el «que dirán.» ¿Como queréis que este hombre piense en buscar una compañera a quien sostener? ¿Cómo queréis, además, que pueda alimentar una pasión noble y expansiva un ser a quien su propio malestar moral concentra y repliega en sí mismo? ¿Y es esto falta de alimentación material, es hambre física? Es malestar moral, con el cual es incompatible hasta fisiológicamente todo movimiento de vitalidad hacia el exterior, todo arranque afectuoso, toda pasión expansiva.

Se suelen señalar muchos hechos como causas de disminución de la población o por lo menos como condiciones para que se conserve; pero todas son por lo común relativas.

La forma de gobierno es una de las circunstancias cuya influencia se ha exagerado más. Sin duda que un régimen de terror, un gobierno tiránico puede influir pasajeramente con sus exacciones y sus arbitrariedades, y disminuir el número de sus súbditos: pero estos son casos excepcionales, y por regla general las formas políticas en sí mismas ninguna relación guardan con la población. Lo mismo puede decirse de las diferentes religiones. Se ha declamado contra el catolicismo porque santificaba el celibato, sin advertir que condenaba el libertinaje y que llevaba sus atrevidas previsiones hasta penetrar en el lecho conyugal y prescribir los deberes más íntimos del matrimonio. Por lo demás la permisión y aun la apología del celibato no puede seriamente considerarse contraria a la población para quien concienzudamente estudie los elementos múltiples de una sociedad.

En suma, la abundancia y baratura de víveres, la morigeración y frugalidad, un bello cielo, un clima saludable, una vida pacífica son condiciones que naturalmente contribuyen al aumento de los matrimonios y a la multiplicación y mantenimiento de la población. En nuestra misma España nos ofrecen un ejemplo de esto algunas provincias del Norte que rebosan en habitantes, y de las cuales salen anualmente para diferentes puntos muchos miles.

¿Pero es necesario para la felicidad de un pueblo que este sea muy numeroso? Este es un error que, sin embargo, han sostenido muchos economistas. A veces los pueblos padecen por el exceso mismo de su población.

Aquí debemos hacer mérito de una de las obras más notables sobre la materia objeto de este artículo, y cuya publicación ha levantado los más vivos debates y producido animadísimas polémicas en el mundo económico y político: hablamos del Ensayo sobre el principio de la población por Tomás Roberto Malthus.

Examinando la historia del género humano, dice Malthus, puede asegurarse que en todos tiempos y en todas las situaciones en que ha vivido el hombre se han realizado los mismos fenómenos que pueden formularse en las proposiciones siguientes: 1.ª el acrecentamiento de la población está limitado necesariamente por los medios de subsistencia: 2.ª la población crece con los medios de subsistencia, como no lo impidan obstáculos particulares fáciles de conocer: 3.ª los obstáculos que detienen la población bajo el nivel de las subsistencias son la repugnancia moral (moral restraint), el vicio, y la miseria. Así Malthus halla el vicio de las sociedades en la condición miserable y degradada de las clases bajas. En su concepto la naturaleza, lo mismo vegetal que animal, tiende a multiplicarse indefinidamente. Una sola semilla cubriría rápidamente la superficie del globo, como una sola pareja sería capaz de poblarle en muy poco tiempo: pero la naturaleza pone su límite en la falta de medios de sustentación. Malthus pretende que la especie humana se propaga y aumenta en razón geométrica, al paso que los medios de alimentarla sólo se aumentan en razón aritmética. De aquí se sigue forzosa y lógicamente que los alimentos han de faltar a la población, y que esta ha de contener su indefinido aumento ante la miseria, cualquiera que sea la forma en que se presente. Será la repugnancia o el desvío por el matrimonio, serán las enfermedades, serán en suma las mil consecuencias que engendra la pobreza. Si así no fuese los alimentos faltarían y se padecería el hambre en su más genuina y pura naturaleza.

Sentado este principio de Malthus, debe procurarse impedir en lugar de fomentar la propagación, para que no sean víctimas todos aquellos a quienes falte asiento en el banquete de la vida. ¿Qué deberá hacer la sociedad atendido este horrible fenómeno? No debe dar dotes, ni criar los niños expósitos, ni proporcionar medios a la reproducción. ¡Infeliz muchedumbre que te agolpas en derredor de la mesa del magnate para recoger las migajas de sus festines: apártate y déjale gozar tranquilo sus placeres: tú no tienes derecho ni para importunarle, has cometido el crimen de indigencia y de pobreza!

La teoría de Malthus produjo una sensación honda y penosa al anunciarse en el mundo. Parecía ser la reproducción y desenvolvimiento del pensamiento encerrado en aquellos versos de Plauto (Trinummus, II, 2, 58, 59).

De mendico male meretur qui ei dat quod edat aut quod bibat;
Nam et illud quod dat perdit, et illi producit vitam ac miseriam.

Así Malthus desde el punto de vista de sus principios consideraba benéficas las pestes, las guerras y todas las causas que destruyen la especie humana. Pero Malthus se equivocó al creer que la población no tenía más que una sola causa de incremento o disminución. Malthus exageró las proporciones en que la población se multiplica tomando por modelo y punto de comparación a la América: además, no tuvo en cuenta que las poblaciones, hoy son numerosas y viven mas cómodas que en otro tiempo, y que el aumento de las necesidades estimula a la industria y la ayuda a triunfar de la naturaleza.

Aquellos de nuestros lectores que deseen mayores estudios sobre esta materia, pueden consultar los artículos Estadística, Colonias, Economía y otros análogos.