Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano
Montaner y Simón Editores, Barcelona 1890
tomo 7
páginas 867-868

Espiritismo

m. Doctrina filosófica que se funda en la afirmación o creencia de la realidad de las manifestaciones concretas, según las cuales el espíritu comunica con los seres vivos.

—¿Tú crees, pues, en eso que llaman Espiritismo?
Fernán Caballero.

— Espiritismo: Filosofía. Allán Kardec, el fundador de la doctrina espiritista, afirma que los espíritus que se comunican con los seres vivos son las propias almas de los que han existido en la Tierra, que, libres de su envoltura corporal, destruida por la muerte, pueblan y recorren el espacio. La hipótesis o conjetura, a pesar de lo gratuito de las afirmaciones con que pretende justificarse, ha revestido, al menos en el intento, un cierto formalismo científico. Tres elementos esenciales distingue Allán Kardec en el hombre; 1º el alma o espíritu, principio inteligente, donde residen el pensamiento, la voluntad y la conciencia; 2º el cuerpo, envoltura material, que pone en relación el espíritu con el mundo exterior en la vida presente; y 3º el periespíritu, envoltura fluidiea, ligera, que sirve de intermediario, entre el espíritu y el cuerpo. Lo característico, pues, del espiritismo es la afirmación del periespíritu, personificación abstracta de una especie de mediador plástico, que se supone de naturaleza mixta para explicar la unión del alma con el cuerpo, y además la múltiple serie de estados sujetivos, intermedios, en los cuales parece a veces que el cuerpo se espiritualiza y que el alma plásticamente se materializa. Véase Fantasía.

El cuerpo es lo que únicamente muere en el hombre, según el espiritismo, y al morir el espíritu desecha el cuerpo como el fruto, luego de sazonado, arroja la cáscara, dentro de la cual maduró. Conserva el espíritu, después de la muerte del cuerpo y de su separación de él, el periespíritu, especie de cuerpo etéreo imponderable, que pierde de lo físico todas las propiedades que le son inherentes y conserva otras que desde luego son contradictorias de lo que la experiencia muestra como constitutivo de lo corporal. En condiciones normales es invisible el periespíritu, pero el espíritu imprime en él determinadas condiciones para hacerle perceptible a la vista, apareciendo y obrando sobre la materia inerte y mostrándose en los fenómenos del ruido, movimientos que imprimen a determinados objetos, escritura, &c. Las apariciones de espíritus (fenómenos que hoy reconoce el análisis psicológico como enteramente sujetivos, y cuya explicación se halla en las supersticiones o penumbras que sombrean la luz de la inteligencia), han sido frecuentemente consignadas como hechos tenidos por positivos en todos los tiempos; pero el espiritismo, que considera tales fenómenos como precedentes, nace en 1848 en los Estados Unidos como explicación de fenómenos que no tienen causa conocida; tales son, entre otros, los ruidos, las mesas giratorias, etcétera. Estos fenómenos se hacen perceptibles en determinadas personas, que se llaman mediums. Es bien peregrina la pretensión científica de la doctrina, cuando comienza por señalar como la primera de sus condiciones la fe. A pesar de la contradicción que implica tal doctrina, se extendió rápidamente por los Estados Unidos, por Francia, por Inglaterra y aun por España, ganando la adhesión de las gentes frívolas. Aun con el carácter de seriedad de que revisten todas sus ideas los alemanes, han aceptado, casi como teoría seria, en estos últimos tiempos, la del espiritismo. El hecho inicial, revestido de misterio, que dio origen a la doctrina del espiritismo, acaeció en una casa en Fox (condado de Waynen, Estado de New York), donde de noche se oían ruidos y golpes sin que hubiera nadie. Se recurrió al ingenioso medio de repetir las letras del alfabeto y apuntar sólo aquéllas con las cuales coincidía un golpe hasta que se llegó a componer el nombre de Carlos Rayn, persona que había sido asesinada en la misma y que demandaba oraciones y rezos para la [868] salvación de su alma. Parece que se averiguó después que los golpes los daba una niña de dos años, o al menos los figuraba o hacía sonar resultando una ventrílocua. En vez de buscar explicación natural a tales fenómenos, y por efecto de la tendencia ingénita en el espíritu humano hacia lo maravilloso, se acentuó la creencia en la aparición de los espíritus, y aun se anunciaron y verificaron sesiones públicas para repetir los mismos experimentos. En el año 1854 se contaba ya en los Estados Unidos hasta 60.000 mediums. Fuera relativamente fácil la empresa de señalar el entronque de ésta con tantas y tantas supersticiones como han poblado de tinieblas la imaginación humana. Extendida la doctrina por Francia, siguió concretando sus afirmaciones, aunque requiriendo siempre como primera condición la de la fe, sin la cual el fenómeno no se mostraba. Los golpes, ruidos y movimientos son las señales para anunciar la presencia de los espíritus y para solicitar la atención de los vivos, de igual modo que una persona llama a una puerta cerrada cuando quiere entrar. Pero el recurso más usado es el de valerse del medium para hacerle escribir, dibujar o ejecutar una pieza de música, es decir, que los espíritus, a falta de su cuerpo, se sirven del medium para comunicarse con los vivos. Se clasificó a los mediums en videntes y auditivos.

De este modo, hechos que se tenían por maravillosos antes, hoy por estados de excitación sujetiva, los espiritistas pretenden explicarlos como otros tantos fenómenos naturales, siquiera no den nunca cuenta de la necesidad previa de la fe, primero para percibir los mencionados fenómenos y después para admitir el pretendido principio que los explica. Del hecho así explicado ha surgido después, señaladamente en Francia, toda una teoría moral y aun metafísica, pretendiendo demostrar (¿qué demostración cabe cuando parte de la fe?) la existencia del alma, su individualidad después de la muerte, su inmortalidad, y aun el género y grado de las penas y recompensas futuras. Latitudinario por lo que toca a las religiones positivas, el espiritismo acepta todas las creencias, con tal que se admitan los principios generales de todo espiritualismo, a saber: la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la realidad de la vida futura, principios que quiere concretar en una comunicación palpable de los espíritus, que fueron con los seres vivos por los mediums. Al espiritismo puede y debe aplicarse el credo quia absurdum. Sería interminable la lista que pudiera formarse de adeptos y de publicaciones consagradas a aumentarlos. El esqueleto de la doctrina queda indicado; los fundamentos a que se refiere son difíciles de indicar, porque carece en absoluto de ellos. Que las adhesiones, de que se ha dado prueba palpable hasta en actos públicos y en comparecencia ante Tribunales, son ejemplos vivos de lo que pudiera denominarse Psicología morbosa, resulta palpable para el sano sentido común, que jamás podrá explicarse que una doctrina científica pretenda fundarse en un conjunto de hechos cuya existencia no se justifica, más que por la fe. Se carece de ella, y los testimonios que se aducen no pueden admitirse, pues caen por su base al primer embate de la Crítica. Todos se hallan rodeados de un conjunto de circunstancias en las cuales el medium sufre una excitación puramente sujetiva y llega a una alucinación. Lo que los fisiólogos llaman movimientos concomitantes, Fouillée ideas-fuerzas y Freré ideas psico-motrices, son términos suficientes para explicar el estado sujetivo que provoca en el medium la pretendida revelación de los espíritus, sin necesidad de recurrir a los fenómenos magnéticos y del sonambulismo e histerismo, fenómenos todos ellos de excitación sujetiva, que ayudan, seriamente estudiados, a conocer el proceso y desarrollo del sistema nervioso y la posibilidad de sus estados de eretismo. (V. Fouillée, Evolutionisme des Idées forces, Freré et Binet, Sensation et Mouvement.) La observación, bien fácil de verificar, de que el medium expresa sólo ideas, conceptos y afectos en consonancia con su estado y su cultura, a pesar de la pretendida inspiración de los espíritus, es prueba de suyo suficiente de que tales estados son debidos a excitaciones sujetivas, provocadas por estímulos previamente presentados al medium. El descrédito del espiritismo ha seguido el mismo rápido camino que siguiera para su propagación. Todo en él ha sido violento. Nada se nota de una elaboración lenta, ni hechos recogidos por testigos dignos de fe, ni interpretación de las supuestas experiencias según exige la crítica, ni condición ninguna que pueda llevar al pensamiento reflexivo a colocar en la categoría de las hipótesis serias la del espiritismo, en boga creciente durante el corto período que dejamos indicado (de 1848 a 1868) y en total descrédito en la actualidad. Cuando se exige que el espiritismo concrete, no sus doctrinas, de las cuales carece (pues todas son prestadas), sino los hechos que le sirven de base, y que los concrete con el carácter positivo que la experimentación requiere hoy, todo se vuelve atenuaciones, circunloquios, recurrir al Deus ex machina de la fe, y no salir de un círculo vicioso, dentro del cual se puede consignar que el espiritismo representa, más que estado o evolución del pensamiento científico o filosófico, un producto híbrido de una personificación abstracta de ideas, relaciones y estados, que si algo significan y expresan es la ingenua satisfacción que el instinto de curiosidad se proporciona para dar por sabido todo lo que requiere seria meditación y estudio.

Pretende resolver todos los problemas el espiritismo y nada resuelve; mosaico hecho de retazos de las doctrinas, más contradictorias, siempre resultará su aparición y rápido progreso un fenómeno digno de observación para la Frenopatía; nunca podrá estimarse como hecho de pensamiento, que contribuya al progreso de la verdad. Entre las adhesiones que con más carácter de seriedad ha obtenido el espiritismo, se cuenta (y por tal razón la mencionamos) la del profesor alemán Ulrici (V. Der Sogenaunte Spiritismus eine wissenschafliche frage, Halle, Pfeffer, 1879), acompañada de la de Zoellner. Consideran hechos atestiguados los que ejecuta el médico americano Slade del lápiz que escribe sólo, de los nudos que se hacen y deshacen por si mismos, &c. De ellos (aunque no los ha presenciado) concluye Ulrici a la existencia y a la acción sobrenatural de los espíritus, que hace obrar según su voluntad el medium. Slade, que había sido condenado como embaucador por los tribunales de Londres, se presenta en Berlín en 1877, y se niega a asistir a sus sesiones Helmoltz, las celebra en Leipzig y allí obtiene éxitos ruidosos de prestidigitación, combinado con todas las supersticiones espiritistas. De tales triunfos toma base UIrici para su adhesión a la doctrina espiritista, Ulrici cita en su apoyo al célebre fisiólogo y notable filósofo Wundt como asistente a las sesiones espiritistas, y contesta éste al primero en una carta (Der Spiritismus, Leipzig, 1879) oponiéndose a que los hechos citados se consideren dignos de examen científico, cuando más bien pueden y deben ser juzgados como pertinentes a la Psiquiatría, cuando no incursos en la jurisdicción propia de la policía correccional. El hecho de mover Slade una aguja a voluntad lo explica Wundt porque el prestidigitador se proveyó anticipadamente de un fuerte imán. Afirma además Wundt que los sabios que concurrieron a las experiencias de Slade no eran competentes en aquellas materias y que el único competente, Christiani, preparador en el Instituto fisiológico de Berlín, aseguró que las experiencias ejecutadas por Slade y presenciadas por él eran únicamente ejercicios de prestidigitación. Después refuta cumplidamente Wundt la forma en que se hicieron las experiencias, y el campo dentro del cual se prepararon, y concluye con los datos que de visu se suministró y con la autoridad que le presta su inmenso caudal de saber positivo y la discreción de su serio y profundo pensamiento filosófico, que la cuestión del espiritismo no es ni debe ser nunca considerada siquiera como pseudo científica (V. Revue Philosophique, t. VIII). La cuestión del espiritismo es únicamente susceptible de excitar la curiosidad por los estados sujetivos que revela en los mediums, estados que, si no son efecto de un cálculo premeditado para seducir incautos y acusar posiciones mentales y afectivas ingenuas y sinceras, merecen ser examinadas por el psicólogo como excitaciones sujetivas y por el médico como síntomas de estados que ocupan por lo menos zonas intermedias entre la insania y la razón.

Espiritista: adj. Perteneciente al espiritismo

— Espiritista: Que profesa esta doctrina. U. t. c. s.


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